Las relaciones humanas, fuente de alegría y refugio, también pueden convertirse en terreno de profundas inseguridades y temores. En la base de muchos comportamientos y dinámicas relacionales está el estilo de apego, un concepto desarrollado por el conocido psicoanalista John Bowlby, que exploró cómo los vínculos tempranos con los cuidadores influyen en la capacidad de formar relaciones significativas en la edad adulta.
Su colaboradora y pionera de la investigación empírica sobre el apego fue Mary Ainsworth, que introdujo la técnica de situación extraña, un método experimental destinado a observar el comportamiento de apego en los niños.
A partir de su trabajo se validaron herramientas como el Adult Attachment Interview (AAI), que también permite estudiar el estilo de apego en la edad adulta. Según Eagle (2007), el modelo de apego constituye una brújula interna que guía el comportamiento emocional y relacional a lo largo de toda la vida.
El apego ansioso, una de las variantes del estilo inseguro, adquiere especial relevancia en la sociedad contemporánea, donde los cambios rápidos y las relaciones fluidas amplifican a menudo la percepción de inestabilidad emocional. Este artículo explora el apego ansioso, sus causas, cómo se manifiesta y las posibles vías para gestionarlo. Ahondar en estos temas también significa entendernos mejor a nosotros mismos y nuestras relaciones más íntimas, así como intentar mejorarlas.
¿Qué es el apego ansioso?
El apego ansioso no debe entenderse como una psicopatología de la que hay que curarse: se trata más bien de un estilo relacional que se desarrolla en respuesta a una dinámica familiar inestable o imprevisible.
Las personas con este estilo afectivo y relacional perciben constantemente el riesgo de ser rechazadas o abandonadas y tienen tendencia a buscar constantemente seguridad en sus relaciones. Eagle (2007) señala que el apego ansioso puede verse como una estrategia adaptativa, aunque disfuncional, para obtener protección y apoyo, elementos que puede que la persona que lo experimenta haya echado en falta o que hayan podido generar un vacío en su mundo interior.
Asimismo, Birnbaum (2016) subraya el vínculo entre el apego ansioso y las experiencias de rechazo precoz, que pueden condicionar profundamente la capacidad de gestionar el deseo de tener cercanía emocional. La ansiedad relacional a menudo se manifiesta mediante:
- miedo al abandono,
- dificultad para regular las emociones,
- tendencia acentuada a interpretar las señales relacionales ambiguas como rechazos,
- dependencia emocional alta de la pareja o de otras personas importantes.
Este estilo de apego a menudo va acompañado de una necesidad constante de aprobación y de un profundo temor a la soledad o a un abandono repentino. Además, la teoría del apego señala que la necesidad de seguridad emocional está estrechamente ligada a la capacidad para empatizar y comportarse de forma prosocial. Feeney (2016) señala que estas características se suelen reflejar en dinámicas relacionales que se caracterizan por la inestabilidad y los conflictos.
Eagle (2007) subraya que las formas en las que se manifiesta el apego ansioso tienen su origen en una percepción interna de vulnerabilidad, alimentada por el miedo a no ser suficientemente querido o aceptado. Este estilo de apego hace que la persona interprete las señales ambiguas como amenazas, lo cual amplifica la ansiedad y la búsqueda de aprobación continua.
Estos comportamientos pueden limitar la autonomía emocional, hacer que sea difícil desarrollar una visión estable de uno mismo y de los demás, y pasar de sentimientos de gran cercanía a una inseguridad repentina, lo cual genera una sensación de inestabilidad y fragmentación emocional. En este caso, diversos estudios han demostrado que el apego ansioso puede interferir en el comportamiento prosocial y dificultar la empatía hacia los demás.
A diferencia del apego seguro, que se caracteriza por la confianza y la autonomía emocional, el apego ansioso genera inseguridad y una necesidad de apoyo constante. Como subraya Eagle (2007), esta dinámica puede hacer que a la persona le cueste tolerar la ambigüedad, incluso lo que entra dentro de lo “normal” en las relaciones, lo que le lleva a interpretar negativamente incluso las situaciones neutras.
Respecto al apego evitativo, las personas que desarrollan un estilo ansioso buscan intensamente el contacto y tienen miedo de la distancia emocional. Según Birnbaum (2016), este estilo se caracteriza por centrarse intensamente en las emociones negativas, mientras que el apego evitativo implica un despliegue excesivo de autonomía y distanciamiento en la regulación de las emociones.
Las personas con apego evitativo tienden a minimizar las necesidades emocionales, mientras que quienes tienen un apego ansioso las amplifican y crean una tensión constante en las relaciones. Esta polaridad contribuye a dar forma a interacciones relacionales muy inestables, que a menudo se perciben como una lucha continua por el equilibrio emocional. Asimismo, el apego ansioso se ha asociado a comportamientos hiperatentos hacia el malestar de los demás que, sin embargo, pueden resultar intrusivos o inapropiados.
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Apego ansioso ambivalente
El apego ansioso ambivalente se manifiesta con comportamientos contradictorios: un deseo intenso de cercanía va acompañado de ira o frustración cuando no se obtiene la atención deseada. Este estilo puede conducir a tener relaciones que se caracterizan por tener conflictos con frecuencia y dificultad para regular las emociones. Feeney (2016) destaca que este comportamiento puede afectar negativamente a la estabilidad de las relaciones sentimentales, ya que genera un círculo vicioso de expectativas incumplidas y resentimiento, a veces abnegado.
Entre las emociones intensas que acompañan a este estilo afectivo se encuentran el hecho de alternar esperanza y desesperación, la rabia y la desesperación cuando nos sentimos alicaídos, lo cual hace que gestionar conflictos y vínculos afectivos sea complejo y favorece las distorsiones y las disonancias.
La dificultad principal reside en la capacidad para encontrar un equilibrio entre la necesidad de cercanía y el miedo a no ser aceptados. Según Shaver et al. (2016), el apego ambivalente también puede obstaculizar la capacidad de mostrar un comportamiento altruista genuino, como mencionamos anteriormente, ya que el deseo de ayudar a los demás a menudo está guiado por una motivación intrínseca o por la necesidad de reducir la ansiedad que sentimos, más que por prestar atención a la realidad relacional o interna de la persona que tenemos delante.
Apego ansioso evitativo
Este estilo, menos común, combina la necesidad de cercanía con una aparente autosuficiencia. La persona puede mostrar comportamientos de evitación emocional para protegerse del riesgo al rechazo que percibe, lo cual dificulta que se instauren relaciones profundas.
Mohr y Jackson (2016) observan que el apego evitativo es especialmente común en contextos relacionales románticos del mismo sexo, en los que los prejuicios sociales pueden amplificar las dinámicas de evitación. Este estilo supone una estrategia de defensa compleja, en la que la necesidad de establecer un vínculo choca con el miedo a la vulnerabilidad y da lugar a relaciones superficiales o fragmentadas.
La combinación de la ansiedad y la evitación puede conducir a establecer dinámicas relacionales contradictorias, que se caracterizan por una búsqueda de contacto emocional que la persona evita por miedo a que la hieran.
Apego ansioso: causas
El apego ansioso tiene su origen en experiencias infantiles, en línea con el punto de observación general de la teoría del apego de Bowlby. Las relaciones con figuras de referencia imprevisibles, excesivamente críticas o emocionalmente ausentes pueden contribuir a su desarrollo. Entre los factores principales encontramos:
- Dinámicas familiares: inestabilidad o incoherencia en las respuestas emocionales.
- Traumas: experiencias de abandono, pérdida o rechazo.
- Factores sociales: contextos sociales y culturales que enfatizan la dependencia o el miedo al abandono, incluso en la línea intergeneracional.
En lo que respecta a este último punto, según Mikulincer y Shaver (2016), los traumas relacionados con el rechazo pueden afectar a la capacidad para desarrollar modelos operativos internos seguros, lo cual alimenta la vulnerabilidad a la ansiedad relacional. En pocas palabras, los modelos operativos internos (MOI) son esquemas mentales, flujos de creencias sobre las relaciones empaquetadas en nuestro interior, que derivan de nuestras experiencias de apego y guían las expectativas, emociones y comportamientos en nuestras relaciones actuales.
Estos actúan como mapas cognitivos y emocionales para interpretar y responder a las interacciones sociales. Así, la influencia de patrones relacionales negativos en la infancia puede perpetuarse en la edad adulta y dificultar la creación de vínculos sanos y seguros. Estos traumas crean un círculo vicioso en el que las experiencias pasadas de inseguridad se proyectan en las relaciones futuras y generan aún más dificultades.

Apego ansioso en adultos
En la edad adulta, el apego ansioso ambivalente se manifiesta con:
- una necesidad constante de aprobación en las relaciones sentimentales,
- miedo a que nuestra pareja nos descuide o abandone,
- tendencia a interpretar señales ambiguas como rechazos, desinterés o abandono inminente (incluso mediante fantasías de abandono).
En las relaciones de pareja, el apego ansioso puede generar dinámicas disfuncionales, como la dependencia emocional o el control excesivo, que a nivel conductual responde a emociones y pensamientos que activan la experiencia de amenaza. Estos problemas pueden afectar a la estabilidad de la vida en pareja.
Birnbaum (2016) explora cómo el apego ansioso también puede influir en la sexualidad y conducir a un uso disfuncional de la intimidad física para compensar la inseguridad emocional. Este comportamiento puede reflejar el intento de crear una sensación de conexión, pero a menudo intensifica los sentimientos de inseguridad. Asimismo, la ansiedad relacional puede amplificar las preocupaciones relativas a la fidelidad y la involucración emocional, lo cual puede agravar la tensión dentro de las relaciones.
Según George, Hart y Rholes (2020), las personas con un apego ansioso tienden a permanecer en relaciones infelices por miedo al cambio y a la incertidumbre. Esta tendencia proviene de la necesidad de evitar el riesgo de pérdidas o rechazos adicionales, a pesar del malestar que la relación pueda generar. Además, el apego ansioso parece estar asociado a una intensificación del miedo a ser abandonado, lo que hace que sea difícil interrumpir las relaciones tóxicas.
Jones y Weiser (2014) añaden que el apego ansioso puede conducir a patrones de infidelidad motivados por la búsqueda de seguridad emocional y por la incapacidad para tolerar sentimientos de dejadez y que dichos comportamientos reflejan una estrategia compensatoria, aunque sea disfuncional, para gestionar la ansiedad relacional. De modo que en el contexto de las relaciones adultas, el apego ansioso puede exacerbar los conflictos y limitar la capacidad para construir una relación estable y satisfactoria.
Cómo saber si tenemos apego ansioso
Algunas de las señales comunes de un apego ansioso son:
- la sensación constante de inseguridad en las relaciones,
- la ansiedad y la preocupación excesiva en lo que respecta a los vínculos afectivos,
- la necesidad de recibir aprobación y seguridad con frecuencia.
Para identificar nuestro estilo de apego, existen herramientas validadas como los cuestionarios sobre el apego en la edad adulta. Sin embargo, es importante interpretar estos resultados con el apoyo de un profesional cualificado. Mikulincer y Shaver (2016) sugieren que ser conscientes de nuestras propias dinámicas relacionales es un paso esencial para provocar un cambio positivo.
Esta consciencia puede ayudar a procesar las experiencias pasadas y a crear modelos relacionales más sanos. Reconocer las señales de la ansiedad relacional puede ser el primer paso hacia una mayor seguridad emocional. Eagle (2007) sugiere que reflexionar sobre nuestro propio estilo de apego mediante un proceso terapéutico es fundamental para reducir los síntomas de ansiedad y mejorar las relaciones.

Cómo sanar un estilo de apego ansioso
Afrontar las consecuencias del apego ansioso requiere un proceso de concienciación y cambio. El apoyo psicológico y la psicoterapia pueden ayudar a:
- entender el origen del apego ansioso,
- desarrollar estrategias para gestionar la inseguridad y el miedo al abandono.
Estudios como los de Mikulincer y Shaver (2016) indican que realizar intervenciones adaptadas puede reducir significativamente el impacto negativo que el apego ansioso tiene sobre las relaciones. La terapia también puede fomentar la autonomía emocional y mejorar la capacidad para establecer límites sanos. Este proceso terapéutico no solo ayuda a reducir la ansiedad relacional, sino que también favorece una mejor comprensión de nuestras auténticas necesidades y emociones.
Eagle (2007) señala que el proceso terapéutico debería incluir técnicas para reforzar la confianza en nosotros mismos y para desarrollar relaciones más equilibradas. Lambruschi y Bertraccini (2020) subrayan que la terapia basada en procesos de significado personal ayuda al paciente a explorar el valor de sus experiencias, lo que favorece una mayor comprensión de cuál es el origen de la ansiedad relacional. Este enfoque busca integrar los significados asociados a los vínculos emocionales, para así reducir las fracturas internas que alimentan la inseguridad.
Las estrategias prácticas ofrecen herramientas fundamentales para afrontar y trabajar el apego ansioso. Algunas de las principales son:
- El mindfulness: esta práctica ayuda a desarrollar una mayor consciencia del momento presente, lo cual favorece la regulación de las emociones y la gestión de la ansiedad.
- La comunicación asertiva: desarrollar la capacidad para expresar nuestras necesidades y sentimientos de forma clara y respetuosa es esencial para instaurar relaciones más equilibradas, y así lo sugieren diferentes modelos de intervención psicológica actuales.
- El desarrollo de la autonomía emocional: reducir la dependencia de los demás en lo que respecta a nuestra autoestima es un objetivo esencial para quienes desean superar el apego ansioso.
Reconocer y trabajar nuestro estilo de apego
Reconocer nuestro estilo de apego es un paso fundamental para mejorar las relaciones y el bienestar emocional. Explorar nuestro pasado y entender el impacto que tiene en nuestras relaciones actuales puede ser el punto de partida para realizar cambios significativos.
Si sospechamos que tenemos un estilo de apego ansioso, es aconsejable profundizar en el tema con la ayuda de un profesional, como puede ser un psicólogo o psicóloga online. Invertir en nosotros mismos puede conducirnos a forjar relaciones más sanas y satisfactorias, así como transformar la ansiedad en una fuente de crecimiento personal y relacional. Emprender este viaje de autoexploración, además de una oportunidad para sanar, es un acto de amor hacia nosotros mismos y hacia los demás.
Entender y afrontar el estilo de apego ansioso puede resultar ser una las herramientas más poderosas para crear relaciones auténticas y dinámicas. El proceso requiere tiempo y compromiso, pero los beneficios pueden transformar profundamente la calidad de vida.
Con el apoyo de un profesional, podemos reconocer y superar las barreras emocionales, y también redescubrir una sensación de confianza y serenidad en las conexiones interpersonales y en el valor de la interdependencia relacional.