Hasta no hace mucho, la familia occidental encontraba sus cimientos en la pareja que se ocupaba de los hijos. En las últimas décadas, esta configuración ha adoptado diversas formas y ya no podemos hablar de "familia" en un sentido único, sino de distintas configuraciones familiares:
- familia monoparental,
- familia homoparental,
- familia extensa,
- familia sin hijos,
- parejas de hecho.
Estos cambios en el contexto sociocultural, pero sobre todo la confrontación con los prejuicios sociales y las creencias del pasado, contribuyen a crear una fragilidad generalizada, tanto individual como social, que se refleja en todas las dimensiones de la vida cotidiana.
Educar a un niño significa abrazar el cambio
En estas condiciones, si no hay padres capaces de mantener la continuidad afectiva, los niños pueden manifestar bloqueos en el proceso de crecimiento, sentirse frágiles y experimentar una gran soledad.
Para los padres puede resultar difícil comprender la psicología del adolescente, conciliar las necesidades, exigencias y compromisos individuales con las responsabilidades educativas y sociales, especialmente si se trata de una familia monoparental. Así, puede desencadenarse un sentimiento de inadecuación e impotencia.
En particular, los cambios de la adolescencia pueden provocar conflictos familiares, angustia y miedos que se manifiestan en un contexto nuevo y desconocido y que llaman a los padres a una nueva contractualidad relacional.

Tipos y causas de las familias monoparentales
Las familias monoparentales pueden surgir de situaciones muy diferentes. Entender las causas puede ayudar a comprender la complejidad de estos hogares y evitar las generalizaciones. Los principales tipos y causas son:
- Separación o divorcio: es la causa más frecuente, en la que uno de los progenitores asume la crianza de los hijos una vez finalizada la relación de pareja.
- Viudedad: en este caso, la pérdida de la pareja lleva al progenitor que sigue vivo a ocuparse solo de los hijos.
- Elección individual: algunas personas eligen conscientemente ser padres solteros, por ejemplo, mediante adopción o reproducción asistida.
- Ausencia de uno de los progenitores: puede deberse a situaciones de trabajo, de migración o de abandono.
Cada una de estas situaciones conlleva retos específicos, tanto desde el punto de vista emocional como organizativo, y puede afectar de diferentes maneras al proceso de crecimiento de los adolescentes.
El papel del progenitor y del adolescente
En la relación progenitor-hijo en la que solo hay un progenitor disponible para la relación, puede resultar especialmente complejo para el adolescente emanciparse del contexto familiar. La adolescencia no es solo una tarea de desarrollo para los hijos: los padres también tienen que pasar de ser padres de un niño a convertirse en padres de un adolescente que necesita que se sientan felices con su desapego y con las experiencias que puede vivir al margen de ellos.

Narcisismo e inversión de objeto
En el ensayo Introducción al narcisismo, Freud habla de una "doble inversión" refiriéndose a la inversión que un padre/madre hace en su hijo o hija y la define como narcisista porque primero se refiere al yo y luego implica y considera al otro.
Estas dos inversiones no son antagónicas, sino complementarias, concomitantes e inseparables. La "doble inversión" teorizada por Freud transita de la inmadurez a la madurez para fundirse en un vínculo único en el que el amor narcisista deja paso progresivamente al amor del objeto.
Fusión y bloqueo evolutivo: ¿qué soluciones?
Cuando el cuidado de un hijo llena los vacíos parentales, renunciar a la gratificación narcisista puede resultar difícil y el progenitor puede exigir inconscientemente al hijo que "siga siendo pequeño". Esto puede hacer que se convierta en un padre helicóptero, es decir, una figura sobreprotectora que acaba limitando la autonomía y bloqueando el proceso de individuación del niño.
Al mismo tiempo, el niño puede asumir inconscientemente las necesidades del padre, sacrificando su propio crecimiento. Este bloqueo del desarrollo puede llegar a ser perjudicial para ambos. En estos casos, la adolescencia parece causar una profunda herida que hay que curar.
Familias monoparentales y otras unidades familiares: una comparación
Las familias monoparentales difieren de otros tipos de núcleos familiares en una serie de características clave que pueden influir en el crecimiento de los adolescentes.
- Recursos económicos: las familias monoparentales suelen tener un solo ingreso, lo que puede aumentar el riesgo de dificultades económicas en comparación con las familias biparentales.
- Red de apoyo: la presencia de un solo adulto puede hacer más compleja la gestión de las necesidades diarias y las emergencias, mientras que en las familias extensas o con varios adultos la red de apoyo suele ser más amplia.
- Roles y responsabilidades: en las familias monoparentales, el progenitor tiene que cumplir varios roles al mismo tiempo (educativo, emocional, organizativo), con una mayor carga emocional y práctica.
- Dinámica relacional: la ausencia de un segundo progenitor puede asociarse a una relación más intensa y a veces más simbiótica entre padres e hijos, con el riesgo de dificultades de desarrollo si no se fomenta la autonomía del adolescente.
Estas diferencias no implican necesariamente resultados negativos, pero pueden requerir una mayor conciencia y atención a las necesidades específicas de cada hogar.

El acompañamiento terapéutico
La función del psicólogo/a puede ser compartida por padres e hijos simultáneamente, y representa por primera vez lo que ha faltado en sus vidas: la presencia de un tercero. Con la ayuda de un psicólogo o psicóloga, ambos pueden empezar a darse cuenta de que también pueden vivir separados.
Terapia adaptada a las necesidades de la unidad familiar
Elegir ir a terapia no es una decisión fácil, porque debe estar hecha a la medida de las particularidades de cada situación. La posibilidad de acceder a lo "nuevo" también puede lograrse mediante oportunidades que se presentan en la vida real.
Cuando la transición de la infancia a la adolescencia sigue un camino natural, cada uno mantiene su propia subjetividad dentro de una trayectoria común, porque los padres han aceptado el crecimiento del niño y lo viven como algo gratificante.

Estrategias prácticas para padres solteros de adolescentes
Enfrentarse a que un adolescente se haga mayor en una familia monoparental puede ser todo un reto, pero existen estrategias que pueden ayudar a gestionar las dificultades del día a día y promover el bienestar de toda la familia.
- Cultivar una red de apoyo: buscar el apoyo de familiares, amigos o grupos de apoyo puede aliviar la carga emocional y práctica del padre o madre.
- Comunicación abierta: mantener un diálogo sincero y respetuoso con el adolescente puede ayudar a reforzar la confianza mutua y evitar malentendidos.
- Establecer rutinas y normas claras: ofrecer puntos de referencia estables fomenta la sensación de seguridad y ayuda al adolescente a desarrollar su autonomía.
- Cuidarse a uno mismo: dedicar tiempo al propio bienestar psicofísico permite al progenitor estar más presente y disponible en momentos de dificultad.
- Buscar ayuda profesional cuando sea necesario: buscar la ayuda de un psicólogo puede ser un paso importante para afrontar situaciones de malestar o conflicto, tanto para el progenitor como para el adolescente.
Estas estrategias, inspiradas en las buenas prácticas internacionales, pueden adaptarse a las necesidades específicas de cada familia, promoviendo un clima de calma y crecimiento respetuoso.
Cuidar de uno mismo y de la familia: un paso hacia el cambio
Afrontar los retos de una familia monoparental, especialmente durante la adolescencia de los hijos, puede requerir valor, conciencia y la capacidad de pedir ayuda cuando es necesario. Recuerda que no estás solo/a en este viaje: el apoyo psicológico puede ayudar a proporcionar un espacio seguro en el que encontrar el equilibrio, la serenidad y nuevas estrategias para tu bienestar y el de los tuyos.
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