Ya sea un comentario susurrado en la oficina, una charla con amigos o un titular en Pronto, el cotilleo forma parte de la vida cotidiana de los españoles. Puede fortalecer vínculos y entretener, aunque cuando se vuelve repetitivo o dañino también genera tensión y malestar emocional, pero sobre todo refleja cómo los seres humanos se comunican y crean vínculos. Los psicólogos llevan mucho tiempo interesados en por qué hablamos de los demás y qué revelan estas conversaciones sobre la confianza, el sentido de pertenencia y el bienestar emocional.
Para comprender mejor este comportamiento, el equipo de Unobravo ha creado un Índice de Ciudades Cotillas que explora cómo se desarrolla la conversación social en toda España. El estudio clasifica las 23 ciudades más pobladas del país según el tiempo que sus residentes dedican a conversar socialmente y los temas que más discuten. Basado en datos de encuestas nacionales y en perspectivas psicológicas, revela no sólo dónde la gente es más habladora, sino también cómo el cotilleo influye en la cultura laboral, los niveles de estrés y la conexión en la vida moderna.
¿Por qué hablamos de los demás?
Hablar sobre los demás es algo que muchos hacemos casi sin darnos cuenta. Ofrece una forma de sentirnos conectados, reducir la incertidumbre social y entender las normas del grupo. Las investigaciones muestran que el cotilleo da a las personas la sensación de poseer información valiosa, y que esta impresión de estar “al tanto” puede estimular los centros de recompensa del cerebro.
Desde una perspectiva cognitiva, el cotilleo también activa los sistemas de recompensa. Un estudio de Peng et al. (2015) descubrió que el núcleo caudado, el área vinculada al placer y la motivación, se ilumina en respuesta al cotilleo, especialmente cuando implica a figuras públicas conocidas. Esto explica por qué las historias y escándalos de famosos resultan tan cautivadores. El mismo estudio mostró que las personas se sienten más felices cuando escuchan cotilleos positivos sobre sí mismas, pero más inquietas cuando la conversación se vuelve negativa.
A nivel emocional, el cotilleo permite a las personas procesar sentimientos y reducir la incertidumbre. Compartir experiencias o comentar las decisiones de otros ofrece perspectivas y ayuda a regular las propias emociones. Cuando se maneja con amabilidad y reflexión, este tipo de conversación social fomenta la confianza y la cooperación. Pero cuando se vuelve crítico o excluyente, puede dañar las relaciones y aumentar el estrés rápidamente.
¿Con qué frecuencia se habla de los demás?
A lo largo de los distintos temas estudiados, la persona media en España dedica alrededor de cincuenta y siete horas al año a hablar de otros. Esto equivale aproximadamente a dos días y medio completos de conversación. Aunque el cotilleo suele verse como una actividad frívola, gran parte es ligera, reflexiva y social. Estas conversaciones pueden ayudar a las personas a mantenerse conectadas, interpretar información social y compartir experiencias que favorecen la sensación de pertenencia.
Las mujeres participan en conversaciones sociales un 12% más que los hombres, dedicando unas 66 horas al año frente a las 49 horas de ellos. El grupo de 18 a 24 años es el más conversador, destinando casi cuatro días completos al año al cotilleo. A partir de ahí, la frecuencia disminuye gradualmente con la edad, llegando a alrededor de medio día anual entre los mayores de 65 años.
Las ciudades más habladoras
Las ciudades más conversadoras de España revelan dónde la charla forma parte central de la vida cotidiana. Según los datos, Sevilla encabeza el ranking, con habitantes que dedican una media de 99 horas al año a hablar de otros, algo más de cuatro días completos al año. La vida en Sevilla es famosa por su carácter social, con la conversación integrada en cada café, plaza y lugar de trabajo, por lo que no sorprende que lidere la lista.
Le siguen Madrid, con unas 97 horas al año de conversación social, Valencia con 96 y Oviedo con 93. Estas ciudades se caracterizan por fuertes lazos comunitarios y una vida cultural intensa, donde el cotilleo actúa como un hilo que conecta las redes sociales. Móstoles y Valladolid también registran cifras elevadas, entre 80 y 90 horas anuales, lo que sugiere que los núcleos urbanos medianos pueden ser tan conversadores como las grandes capitales.
En el extremo más tranquilo se encuentran Bilbao, Vigo y Córdoba, donde la población dedica un poco más de dos días completos al año al cotilleo, entre 43 y 44 horas anuales. Estas cifras más bajas pueden reflejar diferencias de estilo de vida, con comunidades más pequeñas o entornos más reservados que reducen las oportunidades de charla diaria.
¿De qué se habla más?
Las conversaciones que llenan los días de la gente revelan mucho sobre lo que valoran, les preocupa y les resulta entretenido. Estos son los temas más populares:
1. Relaciones laborales
En toda España, el tema más habitual es el de las relaciones laborales: el 68% de los encuestados afirma que habla de ello al menos una vez al mes. De media, los españoles dedican más de seis horas al año a hablar de compañeros, trabajo en equipo y dinámicas profesionales. Para muchas personas, el trabajo no solo es una fuente de ingresos, sino una parte clave de su identidad, así que se convierte naturalmente en un foco central de conversación.
2. Celebridades
En segundo lugar aparecen las conversaciones sobre celebridades, mencionadas mensualmente por algo más de la mitad (51%), lo que supone unas cuatro horas de conversación al año. El cotilleo sobre famosos satisface la curiosidad sin riesgo personal, permitiendo explorar cuestiones morales y comparaciones sociales de forma segura a través de la vida de otros. Estas historias también proporcionan estimulación emocional, activando los sistemas de recompensa del cerebro igual que el cotilleo personal, pero con consecuencias sociales limitadas en comparación con el cotilleo interpersonal.
3. Conflictos o problemas familiares
Los conflictos familiares son el tercer tema más comentado, mencionados por el 52% al menos una vez al mes y sumando alrededor de cuatro horas al año. La dinámica familiar constituye un contexto especialmente propicio para este tipo de conversaciones porque combina emoción, lealtad e historia compartida. Hablar de conflictos ayuda a procesar sentimientos complejos y a navegar relaciones cambiantes, reforzando además valores compartidos sobre justicia y respeto.
4. Ascensos o despidos de compañeros
A continuación aparecen las conversaciones sobre ascensos o despidos de compañeros, comentados por el 56% y representando unas cuatro horas al año. Estas historias son una forma sutil de seguir la jerarquía social. Permiten evaluar rendimiento, ambición y éxito, temas de gran peso psicológico en la vida laboral moderna.
5. Publicaciones de amigos y/o familiares en redes sociales
De forma similar, el cotilleo sobre publicaciones en redes sociales de amigos y familiares, compartido por el 55 %, refleja cómo los espacios online se han convertido en un nuevo contexto de comparación social. Hablar de lo que otros publican no es sólo curiosidad, sino una manera de entender cómo se presentan y qué significan esas elecciones.
Desde un punto de vista psicológico, este tipo de conversaciones puede cumplir varias funciones. Ayudan a manejar la incertidumbre, interpretar normas sociales y conectar emocionalmente con otros. Hablar de los demás no es solo un pasatiempo, sino una forma de aprendizaje social que permite explorar límites morales, comparar experiencias y reafirmar la identidad dentro de cada red.
¿Con quién cotilleamos más?
El cotilleo depende de la confianza. Las personas rara vez comparten pensamientos personales con cualquiera; eligen confidentes que les resultan seguros, empáticos y cercanos.
La encuesta muestra que los amigos íntimos son los compañeros de cotilleo más habituales (39 %). Sin embargo, las parejas les siguen muy de cerca (37 %), un dato que se repite tanto en España como en Italia. En muchos casos, las relaciones románticas parecen haber sustituido al grupo de amigos tradicional como el espacio más confiable para la conversación social.
Los hermanos ocupan el tercer lugar (25 %), seguidos del grupo amplio de amistades (22 %) y los padres (18 %). Estos resultados subrayan que el cotilleo suele darse dentro de vínculos emocionales fuertes más que entre conocidos casuales. Compartir información sobre otros es una forma de reforzar la cercanía, construir comprensión y contrastar perspectivas en entornos privados y de apoyo.
El patrón varía ligeramente según el género. Las mujeres son más propensas que los hombres a hablar de temas sociales con casi todos los grupos, especialmente con amigos, hermanos y padres. Entre los hombres, la pareja es un confidente ligeramente más habitual que los amigos íntimos, lo que sugiere que las relaciones románticas suelen tener más intimidad emocional para ellos.
La edad también influye. Los jóvenes de 18 a 24 años son mucho más propensos a hablar con amigos, compañeros y contactos online, reflejando que su vida social gira en torno a redes de pares y espacios digitales. En cambio, los adultos mayores son más selectivos. Entre los mayores de 55, el cotilleo con la familia aumenta, mientras que disminuye la apertura con colegas o grupos amplios.
El cotilleo en el trabajo
En el entorno profesional, el cotilleo puede ser una fuente de conexión e información, pero también de tensión y distracción. Los resultados de la encuesta muestran hasta qué punto está arraigado en la vida laboral, revelando su valor social, pero también sus posibles efectos negativos.
Más de la mitad de los empleados (53 %) afirmó que el cotilleo crea conflictos en el trabajo, y casi la misma proporción (49 %) considera que perjudica la productividad. Alrededor del 48 % dijo que afecta a la confianza en los compañeros, lo que indica que las conversaciones informales pueden moldear sutilmente reputaciones y alianzas.
Sin embargo, no todo es negativo. Dos de cada cinco trabajadores (40 %) afirmaron que el cotilleo hace la jornada más entretenida, y un 38 % cree que mejora la comunicación al mantener informadas a las personas sobre lo que ocurre alrededor. Para muchos, el cotilleo rellena los huecos que deja la comunicación formal, ofreciendo información sobre cambios, expectativas y dinámicas que, de otro modo, pasarían desapercibidas.
Curiosamente, el 35 % dijo que el cotilleo les ayuda a crear vínculos con los compañeros, mientras que la misma proporción admitió sentir ansiedad al oír a otros cotillear. Este contraste muestra cómo el contexto importa. Un mismo comportamiento puede unir o generar malestar dependiendo de quién participa y cómo se comparte la información. Un 37 % afirma preocuparse por que hablen de ellos, y casi la mitad evita a ciertos compañeros por esta razón.
Sectores con mayor conversación informal
El comercio minorista y las ventas encabezan la lista, con un 58% de empleados describiendo el cotilleo como habitual en su entorno laboral. Sectores como educación, finanzas, ingeniería, marketing, transporte y hostelería les siguen de cerca, con alrededor de la mitad de los trabajadores reportando experiencias similares. Son profesiones centradas en las personas, que dependen de la comunicación y el trabajo en equipo, creando entornos donde la información circula de forma rápida y casual.
Por el contrario, la tecnología, las artes creativas y el sector legal registran niveles más bajos, posiblemente debido a una comunicación más estructurada o a la importancia de la confidencialidad.
El cotilleo en el trabajo es un mecanismo social que refleja cómo las personas navegan la jerarquía, la confianza y la pertenencia. Cuando se aborda con cuidado, puede fomentar la conexión y la transparencia; cuando no se controla, puede alimentar tensiones y desconfianza. El reto para los empleadores no es eliminarlo, sino comprenderlo y crear culturas donde la comunicación abierta y respetuosa reduzca la necesidad de rumores.
Guía para conversaciones constructiva
El cotilleo, o las conversaciones sociales, forma parte de la naturaleza humana, y es una forma de conectar, mantenerse informado y comprender el mundo. En lugar de intentar eliminarlo, podemos centrarnos en cómo lo practicamos y tratar de orientarlo para que genere confianza en lugar de erosionarla.
Un buen primer paso es revisar la intención. Antes de compartir algo sobre otra persona, conviene preguntarse: ¿Por qué estoy diciendo esto? Esto ayuda a reflexionar sobre el propósito de la conversación y evita que el cotilleo derive en algo dañino.
También es útil centrarse en información honesta y respetuosa. Los expertos distinguen entre cotilleo positivo, compartir buenas noticias o información útil, y el cotilleo basado en negatividad, especulación o exclusión. El primero fortalece la conexión; el segundo tiende a dañar la confianza y el bienestar.
En el trabajo esto es especialmente importante. El cotilleo puede cumplir funciones beneficiosas: revelar canales informales de comunicación, señalar problemas que las actualizaciones oficiales no recogen y crear vínculos entre compañeros cuando se hace con cuidado. Pero también entraña riesgos: desinformación, sentimientos heridos, exclusión y caída de la moral.
Aquí van algunas sugerencias prácticas para mantener conversaciones saludables y constructivas:
- Hazla intencional: Si la conversación ayuda a entender el contexto, resolver un problema o mantener la conexión con otras personas, suele ser una buena señal. Si es puro entretenimiento o especulación sobre la vida personal de alguien, quizá convenga frenar.
- Mantén el respeto en el centro: Habla de los demás como te gustaría que hablaran de ti. Si no te resultaría aceptable escucharlo sobre ti, es preferible cambiar de tema.
- Ten en cuenta el entorno y la audiencia: Pasillos, pausas para el café y chats grupales pueden convertirse en focos de cotilleo. Reflexiona si el lugar y los oyentes son adecuados.
- Crea alternativas transparentes: En los equipos, establecer prácticas de comunicación abiertas reduce la necesidad de cotilleo. Cuando la dirección comparte actualizaciones y aclara cambios, se reduce el llamado “vacío de rumores”.
- Aborda la conversación dañina: Si una charla se acerca a la negatividad o la desinformación, puedes intervenir suavemente. Pregunta: “¿Qué sabemos con certeza?” o reconduce hacia un terreno más constructivo.
- Si tú eres el objetivo: Si sospechas que circula cotilleo sobre ti, evita la reacción impulsiva. Aclara los hechos, aborda malentendidos y céntrate en lo que puedes controlar. A menudo, la forma en que respondemos determina cómo se resuelve la situación.
Tratando las conversaciones sociales como una herramienta de comunicación y no como simple charla, podemos convertirlas en un medio para conectar, aclarar y promover el bienestar. Comprender cuándo fortalecen la confianza y cuándo pueden volverse perjudiciales nos permite elegir de forma consciente cómo interactuamos con los demás.
Hablar sobre otras personas es una parte natural de nuestra vida social. Pero cuando estas conversaciones empiezan a generar incomodidad, dudas o tensiones en las relaciones, puede ser útil detenerse y reflexionar sobre lo que nos están indicando. La psicología puede ofrecer herramientas para comprendernos mejor a nosotros mismos y nuestra manera de comunicarnos.



