Mucha gente imagina que el viaje hacia la edad adulta comienza con las llaves de casa y la salida de la habitación de la infancia. Sin embargo, para un número cada vez mayor de jóvenes adultos de toda Europa, este hito llega mucho más tarde. La incertidumbre económica, los cambios de identidad y la complejidad emocional llevan a muchos a quedarse con sus padres o a volver a casa, lo que modifica su concepción de la independencia.
Los psicólogos sugieren que independizarse no es sólo una decisión práctica, sino que desempeña un papel importante en el desarrollo emocional y psicológico. Entonces, ¿cuándo se sienten realmente preparados los jóvenes adultos de toda Europa para dar ese paso? ¿Y cuáles son los beneficios o costes psicológicos de retrasar esta transición?
Para averiguarlo, hemos analizado los últimos datos de Eurostat publicados en abril de 2025, que recogen la edad media a la que las personas abandonan el hogar paterno desde 2014. Esto nos ha permitido explorar cómo varían los patrones de abandono del hogar en Europa y entre géneros, cómo han cambiado en la última década y cómo pueden evolucionar hasta 2050.
También hemos encuestado a 1.500 españoles para conocer sus actitudes hacia la independización y por qué algunos han optado por volver a casa de sus padres después de experimentar la independencia por su cuenta. En Unobravo somos conscientes de que vivir con los padres o los hijos adultos no siempre es fácil, por lo que hemos incluido consejos prácticos para que la convivencia multigeneracional sea lo más agradable posible.
¿A qué edad vuelan del nido los europeos?
Según los datos más recientes, la edad media de la independización en toda Europa es de 26,6 años, lo que significa que la mayoría de los adultos jóvenes no abandonan el hogar familiar hasta bien entrada la veintena. Esto supone un ligero descenso desde los 27,2 años de 2014, un 1,9% menos que en la última década, lo que sugiere un lento cambio hacia una independencia más temprana.
En el extremo más joven del espectro, Finlandia encabeza la lista con la edad media más baja de independización, 21,4 años, cinco años antes que la media europea. Le siguen de cerca Dinamarca (21,7) y Suecia (21,9). En estos países nórdicos, los sólidos sistemas de bienestar, las viviendas accesibles y las fuertes normas culturales en torno a la independencia hacen que dejar el hogar familiar se considere a menudo un rito natural de paso.
En el lado opuesto del espectro, Montenegro tiene la edad media de independización más alta de Europa: los adultos jóvenes suelen abandonar el hogar paterno a los 33,3 años, casi siete años más tarde que la media europea. Aunque esta cifra se basa en datos de 2020, representa un aumento de 1,7 años (5,4%) en la última década. Las arraigadas tradiciones culturales desempeñan un papel importante, ya que sigue siendo habitual la vida multigeneracional y muchos jóvenes permanecen en casa hasta el matrimonio.
España refleja una tendencia similar. Ocupa el octavo lugar en Europa y el español medio se muda a los 30 años, unos 3,5 años más tarde que la norma europea. Aunque las familias españolas tienden a mantener a sus hijos hasta una edad más avanzada que otras, la edad media de abandonar el nido ha aumentado un 3,1% en la última década.
¿Son los hombres o las mujeres quienes tardan más en independizarse?
En toda Europa, los hombres tienden a permanecer en el hogar familiar más tiempo que las mujeres. En 2024, la edad media a la que los hombres se independizaron fue 28,1 años, frente a los 25,9 años de las mujeres, una tendencia que se mantiene en todos los países europeos analizados. Esta brecha de género pone de manifiesto pautas sociales más profundas en torno a la independencia, las expectativas familiares y los roles tradicionales.
Macedonia del Norte muestra la brecha más llamativa: los hombres abandonan el hogar familiar a los 35,7 años, es decir, 7,3 años más tarde que las mujeres, que lo hacen a los 28,4 años. Esto puede deberse a las normas culturales sobre la vida multigeneracional, en la que la gente suele quedarse en casa hasta el matrimonio, que suele ser más tardío en el caso de los hombres. O tal vez los hombres macedonios sean simplemente más reacios a abandonar las comodidades del hogar.
En el otro extremo del espectro, en Malta casi no hay diferencias de género. Tanto los hombres como las mujeres se van de casa alrededor de los 29 años, con una diferencia media de sólo 0,1 años, la menor de Europa.
Sin embargo, en la última década, esta brecha de género ha empezado a reducirse. En toda Europa, la edad media a la que los hombres se van de casa ha disminuido en 0,9 años, mientras que para las mujeres ha aumentado en 0,1 años. En Austria, Alemania, Italia, Croacia, Luxemburgo, Serbia, Macedonia del Norte y Turquía, los hombres se van antes de casa, mientras que las mujeres permanecen en el hogar algo más que hace una década. La única excepción es Portugal, donde la media masculina ha aumentado ligeramente y la femenina se ha mantenido.
En España, esta tendencia persiste, aunque es menos pronunciada: los hombres abandonan ahora el hogar paterno a una edad media de 30,5 años, mientras que las mujeres lo hacen a los 29,4 - una diferencia de sólo 1,1 años. En la última década, ambos sexos han visto aumentar su edad media de abandono del hogar, pero la pendiente ha sido el doble de pronunciada en el caso de las mujeres. La edad media de las mujeres ha aumentado en 1,2 años, frente a sólo 0,6 años en el caso de los hombres, lo que ha dado lugar a la ligera reducción de la brecha de género que se observa en la actualidad.
El impacto psicológico de vivir con los padres en la edad adulta
Mudarse no es sólo un rito de paso: es un hito crucial del desarrollo. Según la teoría de la “adultez emergente” del psicólogo Jeffrey Arnett, los años comprendidos entre los 18 y los 29 se caracterizan por la exploración de la identidad, la inestabilidad y el autodescubrimiento. Pero, ¿cuáles son las implicaciones psicológicas cuando se pospone esta transición?
En el lado positivo, vivir en casa suele proporcionar una fuerte sensación de seguridad financiera, especialmente en una época de aumento del coste de la vida. Vivir con los padres puede aliviar la carga del alquiler, las facturas o los pagos de la hipoteca, lo que permite a los adultos jóvenes ahorrar dinero y centrarse en otras prioridades como la educación, el desarrollo profesional o la planificación a largo plazo. Emocionalmente, puede ofrecer comodidad y estabilidad. Para quienes de otro modo vivirían solos, la presencia diaria de la familia puede ser una poderosa fuente de conexión y apoyo. Los estudios han demostrado que las relaciones familiares estrechas pueden reducir la sensación de soledad, aumentar la resistencia en momentos de estrés y mejorar el bienestar general.
Sin embargo, este acuerdo también puede conllevar algunos retos. Uno de los obstáculos psicológicos más comunes es el impacto sobre la independencia. Vivir bajo el mismo techo que los padres puede dificultar el desarrollo de la autonomía, lo que a veces genera conflictos en torno a las funciones domésticas, la intimidad y las distintas expectativas. Para algunos, la familiaridad y la facilidad de la vida en el hogar también pueden retrasar transiciones vitales clave, como entablar relaciones sentimentales, asumir responsabilidades domésticas o adquirir la confianza que da la gestión de un hogar propio. Para quienes se enfrentan a esta dinámica, las pruebas psicológicas pueden ser una herramienta valiosa para controlar el bienestar emocional y aumentar el conocimiento de uno mismo durante esta etapa de transición de la vida.
¿Cómo será la edad media de la independización en 2050?
A partir de datos históricos de 2014 a 2024, hemos proyectado cómo podría ser la edad media de abandono del hogar familiar en 2050, y los resultados en los distintos países revelan contrastes aún más sorprendentes.
Si se mantienen las tendencias actuales, los adultos jóvenes de algunas partes del norte de Europa podrían abandonar su hogar antes incluso de cumplir los veinte años. Se prevé que Estonia se sitúe a la cabeza, con una edad media estimada de abandono del hogar de sólo 17,7 años en 2050, lo que significa que muchos se independizarán antes de cumplir los 18 años. Finlandia y Lituania muestran tendencias similares, con una edad media de salida prevista de 19,7 y 19,1 años, respectivamente.
Sin embargo, no todos los países avanzan hacia una independencia más temprana. Se prevé que Montenegro, que ya tiene una de las edades más avanzadas para abandonar el país, experimente el aumento más significativo. Si se mantienen las pautas actuales, los jóvenes adultos de este país no abandonarán el hogar paterno hasta una edad media de 41,6 años, lo que significa que muchos serán adultos antes de volar del nido.
España es otro de los 17 países en los que se prevé una independencia más tardía. Para 2050, la media española podría aumentar en 4,1 años, hasta los 34,1, lo que la situaría como el quinto país del estudio con la edad de salida más avanzada.
Otro cambio previsto en algunos países para 2025 se refiere a las tendencias de género: en 12 países, se prevé que los hombres se independicen antes que las mujeres, lo que supone una inversión del patrón típico actual. Entre ellos se encuentra España, donde se prevé que la edad media de los hombres sea de 34 años, ligeramente inferior a los 34,5 años previstos para las mujeres, lo que supone un cambio con respecto a la realidad actual. Sin embargo, Malta muestra la mayor brecha, ya que se espera que los hombres abandonen el hogar familiar a una edad media de 20,2 años, frente a los 22,5 años de las mujeres, lo que supone una diferencia de 2,4 años.
Es importante señalar que, aunque estas proyecciones se basan en las tendencias de la última década, los cambios en las políticas, la vivienda o las condiciones económicas de cada país podrían modificar drásticamente estos resultados.
¿Por qué los jóvenes retrasan su independencia?
Aunque la edad media de la independización está disminuyendo lentamente en algunas zonas, muchos adultos jóvenes siguen permaneciendo en el hogar familiar más tiempo que las generaciones anteriores, en gran parte debido a las presiones económicas y a la evolución de las normas sociales.
Según nuestra encuesta, el 70 % de los españoles cree que hoy en día es más difícil irse de casa que para las generaciones anteriores, y los datos lo corroboran. Entre 2015 y 2023, los precios de la vivienda en toda la Unión Europea aumentaron casi un 50%, y algunos países experimentaron incrementos mucho más drásticos.
De hecho, España se enfrenta a algunos de los retos más importantes. Actualmente tiene la tasa de desempleo más alta entre los países de la UE y de la OCDE, con un 10,4% en enero de 2025. Aunque esto representa un descenso notable desde el 20,7% en 2016, la combinación de inseguridad laboral, salarios más bajos y un aumento del 47,7% en los precios de la vivienda en la última década ha contribuido al aumento de la edad media de salida del país.
Pero el impacto varía según el continente. En Finlandia, por ejemplo, los precios de la vivienda solo han experimentado una modesta subida del 5,4 % desde 2015, lo que apunta a un mercado inmobiliario más estable y accesible. Esta relativa asequibilidad puede ayudar a explicar por qué los adultos jóvenes finlandeses suelen estar mejor posicionados para mudarse antes que sus homólogos europeos.
Más allá de los factores financieros, las actitudes también están cambiando. Más de dos tercios (68%) de los españoles creen ahora que la sociedad acepta mejor que los adultos vivan con sus padres, lo que sugiere que quedarse en casa más tiempo ya no se ve como un fracaso de lanzamiento, sino más bien como una opción práctica en el mundo actual, especialmente teniendo en cuenta los retos a los que se enfrentan las personas.
Este sentimiento es notablemente más fuerte en España que en otros países del sur de Europa, ya que sólo el 55% de los franceses y el 46% de los italianos comparten la misma opinión.
¿Y los que vuelven a casa después de vivir solos?
La “Generación Boomerang” se refiere al creciente número de adultos jóvenes que regresan a los hogares de su infancia después de haber vivido de forma independiente, y es mucho más común de lo que se piensa. De hecho, el 26% de los españoles que se fueron de casa han vuelto a vivir con sus padres.
¿Dónde es más común la “Generación Boomerang” en España?
Para el 50%, el retorno está impulsado por las presiones financieras. El aumento del precio de la vivienda, la inestabilidad del mercado laboral y los efectos a largo plazo de la pandemia han hecho que a los jóvenes les resulte cada vez más difícil permitirse vivir por su cuenta. Incluso cinco años después de la pandemia de COVID-19, muchos siguen careciendo de la estabilidad financiera necesaria para vivir de forma independiente, y el retraso en la incorporación al trabajo a tiempo completo retrasa hitos como la adquisición de una vivienda. Las investigaciones demuestran que el desempleo, el subempleo y las rupturas de pareja son algunas de las principales razones por las que los adultos jóvenes se encuentran de vuelta en casa.
Pero el dinero no es el único factor. El 30% aduce razones emocionales para regresar: soledad, agotamiento o simplemente búsqueda de seguridad emocional en tiempos turbulentos. El aislamiento que muchos experimentaron durante la pandemia llevó a algunos a buscar la comodidad y la familiaridad del hogar, donde la conexión familiar diaria puede ofrecer un sentido de pertenencia muy necesario. Sin embargo, para otros, volver a casa puede traer consigo emociones encontradas: cuando mudarse parece un sueño lejano, puede aumentar los sentimientos de exclusión social.
Consejos de bienestar mental para adultos que viven con sus padres
Tanto si se trata de una solución temporal como de un acuerdo a largo plazo, vivir con tus padres como adulto puede conllevar retos emocionales y psicológicos, especialmente cuando intentas mantener tu independencia en un espacio compartido. Aquí tienes algunas sugerencias para mejorar tu bienestar mental en esta etapa de tu vida:
1. Establece límites con antelación para proteger su espacio mental
Las dinámicas familiares a las que estamos acostumbrados pueden resurgir fácilmente. Expresar claramente las necesidades y expectativas de cada uno respecto a la convivencia puede ayudar a desencadenar dinámicas más funcionales y respetuosas con las necesidades de cada uno.
2. Asume el papel de compañero de casa, no de dependiente
Mantener tu sentido de identidad adulta es crucial para tu autoestima. Actuando como un participante igualitario en el hogar - limpiando lo que ensucias, compartiendo responsabilidades y siendo considerado - evitas retroceder a un papel pasivo. Sentirse capaz y responsable es una poderosa inyección de confianza y resistencia emocional.
3. Contribuir a sentirse útil y autosuficiente
Apoyar al hogar, ya sea económicamente o mediante actos como cocinar o limpiar, puede ayudar a reducir los sentimientos de culpa o estancamiento. Refuerza tu autonomía y te da un mayor sentido del propósito, lo cual es vital para la realización emocional y la salud mental, especialmente durante los períodos de transición.
4. Sigue trabajando para alcanzar tus objetivos y mantener el impulso
Vivir en casa puede ser una zona de confort, pero mantenerte centrado en tus objetivos a largo plazo es esencial para tu sentido de la orientación y tu autoestima. Tanto si se trata de progresar profesionalmente como de estudiar o ahorrar para mudarte, tener un propósito claro ayuda a combatir los sentimientos de frustración o impotencia.
5. Equilibra el vínculo familiar con la independencia personal
Disfruta del tiempo que pases con tu familia mientras sigas viviendo con ellos - como comidas compartidas o conversaciones significativas - ya que puede reforzar vuestro vínculo, pero no olvides dejar espacio para ti. Dar prioridad a tus aficiones personales, amistades y momentos de tranquilidad te da espacio mental para procesar emociones, recargarte y mantener un sentido de individualidad dentro del hogar compartido.
Consejos de bienestar mental para padres que viven con sus hijos adultos
La convivencia intergeneracional puede ser a la vez muy gratificante y un reto único para los padres cuyos hijos adultos aún no se han ido de casa o han regresado después de un tiempo fuera. Lograr un equilibrio saludable entre el apoyo y la independencia es clave para que este acuerdo funcione para todos los implicados.
1. Respeta su autonomía para reducir las fricciones emocionales
Dejar de lado el “instinto paternal” puede ser difícil, pero intentar controlar la vida de su hijo adulto puede crear tensiones o agotamiento. Confiar en ellos para que tomen sus propias decisiones no solo alivia tu carga mental, sino que ayuda a mantener un ambiente tranquilo y respetuoso en casa.
2. Comunica las expectativas para evitar resentimientos
Establecer expectativas claras sobre el dinero, las tareas domésticas y los límites crea claridad emocional. Evita malentendidos que pueden provocar estrés, resentimiento o distanciamiento emocional, y favorece un entorno doméstico más pacífico para todos.
3. Dirige con empatía para reforzar la conexión emocional
Para muchos adultos jóvenes, vivir en casa - especialmente después de haber vivido solos anteriormente - puede parecer un paso atrás, aunque sea la opción más práctica. Muestra empatía reconociendo los retos emocionales y económicos a los que se enfrentan. Una actitud comprensiva y sin prejuicios puede ayudar mucho a aliviar la presión que ya sienten.
4. Fomente la independencia para su propia tranquilidad
Es natural querer ayudar, pero parte del apoyo a su hijo adulto consiste en fomentar su independencia. Oriéntale cuando lo necesite, pero evita hacerlo todo por él. Ya se trate de hacer un presupuesto, buscar trabajo o planificar sus próximos pasos, un estímulo suave fomenta la confianza y la autosuficiencia a largo plazo.
5. Mantenga su propio espacio para el equilibrio emocional
Aunque es importante mantener la conexión emocional, cada uno necesita su propio espacio: mantener sus propios intereses, vida social y límites. Vivir juntos no significa estar involucrados en cada parte del día del otro. Tomarse tiempo para recargar las pilas y atender a sus propias necesidades es esencial para la claridad mental, el equilibrio emocional y la resiliencia a largo plazo.
Fuentes y Metodología
Para averiguar las diferencias en la edad media de abandono de la vivienda entre países y géneros en Europa, Unobravo analizó 32 países utilizando datos de Eurostat para averiguar la edad media de abandono de la vivienda entre 2014 y 2024.
Para entender por qué la gente se muda más tarde, analizamos los precios de la vivienda y las tasas de desempleo en la última década, además de realizar una encuesta a 1.500 españoles en mayo de 2025.