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La vergüenza: de dónde viene y por qué la sentimos

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La vergüenza: de dónde viene y por qué la sentimos
Redacción
Unobravo
Artículo revisado por nuestra redacción clínica.
Publicado el
14.11.2025
Última actualización el
14.11.2025
La vergüenza: de dónde viene y por qué la sentimos
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La vergüenza es una emoción secundaria, que se diferencia de las primarias (ira, miedo, tristeza, alegría, sorpresa, desprecio, asco) porque se aprende: se desarrolla a medida que la persona crece y como resultado de la interacción social.

El origen de esta experiencia emocional es un juicio de valor sobre uno mismo: una evaluación de profunda inadecuación e impotencia. De hecho, la persona se avergüenza cuando siente que no está a la altura de los estándares con los que cree que debe cumplir porque son el punto de referencia de la sociedad en la que está inmersa.

Qué es la vergüenza

La vergüenza es una emoción compleja que se produce cuando nos sentimos juzgados, inadecuados o fuera de lugar en relación con determinadas normas sociales o personales.

Puede experimentarse con mayor o menor intensidad y asociarse a reacciones físicas como el enrojecimiento de la cara. Ponerse "colorado de vergüenza" es una respuesta automática de nuestro cuerpo ante una situación que se percibe como embarazosa o humillante.

Caleb Woods - Unsplash

El significado de la vergüenza

Desde un punto de vista psicológico, la vergüenza está estrechamente relacionada con la autoestima y el miedo a ser juzgado. Pero, ¿cuál es su significado más profundo?

Esta emoción puede describirse como una reacción ante un fracaso que percibimos en relación con las expectativas de quienes nos rodean. Su intensidad varía en función del contexto y de nuestra sensibilidad individual.

La etimología de la palabra "vergüenza" tiene sus raíces en el latín verecundia, que evoca un sentimiento de miedo y respeto. Entender el origen de esta palabra nos ayuda a comprender sus matices culturales y sociales.

De dónde viene la vergüenza

La vergüenza tiene orígenes profundos y universales, arraigados en la necesidad humana de pertenencia. Este sentimiento se desarrolla ya en la infancia, cuando empezamos a percibir el juicio de los demás y a confrontarnos con las normas sociales.

Desde un punto de vista evolutivo, la vergüenza representa un mecanismo de regulación social, porque nos ayuda a reconocer un comportamiento que se considera inapropiado y a corregirlo, lo que favorece nuestra aceptación dentro del grupo.

Sin embargo, esta emoción puede volverse disfuncional cuando es excesiva o crónica y se convierte en una carga para nuestra autoestima y nuestro bienestar psicológico.

Cómo se manifiesta la vergüenza

La vergüenza se expresa de diferentes maneras:

  • físicamente, con síntomas como ponerse rojo, sudoración y aceleración de los latidos del corazón;
  • psicológicamente, con sentimientos de humillación, inadecuación o deseo de esconderse;
  • conductualmente, mediante actitudes de evitación o aislamiento.

A menudo, la vergüenza va acompañada de pensamientos autocríticos y de un sentimiento de culpa, que pueden ser paralizantes. Frases comunes como "ay qué vergüenza" o "me muero de la vergüenza" expresan claramente el impacto que esta emoción puede tener en la vida cotidiana.

La vergüenza y otras emociones relacionadas

La vergüenza puede aparecer junto con otros sentimientos, entre los que se incluyen:

  • La incomodidad: una forma más leve de vergüenza, a menudo relacionada con situaciones sociales temporales. Piensa en la vergüenza cuando te gusta una persona o en la clásica cara de incomodidad que expresa malestar.
  • El pudor: un sentimiento que protege nuestra intimidad y nuestro "sentido de la dignidad". Cuando hablamos de no tener pudor, en realidad nos referimos al comportamiento de otras personas que traspasan nuestros límites.
  • La inadecuación: sentirse inadecuado o inútil es una manifestación común de la vergüenza. Estos sentimientos pueden surgir en diversos contextos, como en el caso de quienes se perciben a sí mismos como inadecuados en una pareja.
Daniel Reche - Pexels

Sentimiento de culpa: similitudes y diferencias con la vergüenza

La vergüenza y el sentimiento de culpa se confunden a menudo y aunque estén relacionadas, representan dos emociones distintas. Ambas surgen de la percepción de haber quebrantado normas o valores, pero difieren en el foco de la atención.

La vergüenza se centra en uno mismo y está relacionada con la percepción de estar equivocado o ser inadecuado como persona. El sentimiento de culpa, en cambio, se centra en el comportamiento; es el malestar que se siente por haber cometido una acción u omisión que se percibe como incorrecta.

Un elemento común entre las dos emociones es su función social: ambas sirven para regular las relaciones interpersonales, promoviendo comportamientos respetuosos y reparadores. Sin embargo, mientras que la culpa puede empujarnos a disculparnos y mejorar, la vergüenza, si no se gestiona, corre el riesgo de llevarnos al aislamiento y a una autocrítica excesiva.

Vergüenza y relaciones interpersonales

En las relaciones, la vergüenza puede adoptar diferentes formas:

  • Humillación: una forma de vergüenza infligida por los demás, que puede minar profundamente nuestra autoestima.
  • Rabia y odio: emociones que pueden surgir como reacción a la vergüenza, como en el caso del "odio" y la rabia hacia la pareja.
  • Distanciamiento emocional: algunas personas desarrollan un distanciamiento emocional defensivo para protegerse de nuevas heridas emocionales.

Cómo superar la vergüenza

Perder o superar la vergüenza requiere un camino de autoconocimiento y aceptación. Algunas estrategias que pueden ser útiles son:

  • Reconocer y aceptar la emoción: comprender que la vergüenza es una experiencia universal puede ayudar a reducir su intensidad.
  • Buscar apoyo: hablar con una persona de confianza o con un psicólogo puede ofrecer nuevas perspectivas.
  • Cultivar la autocompasión: aprender a no juzgarse a uno mismo con demasiada dureza es esencial para superar los sentimientos de culpa e inadecuación.

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