¿Alguna vez has sentido que te desconectas de tu entorno o que estás tan ensimismado/a en tus pensamientos que has hecho alguna de tus tareas sin ni siquiera ser consciente?
A veces podemos estar presentes pero no realmente presentes en una conversación o realizar actividades rutinarias como si estuviéramos en “piloto automático”. Estos son algunos ejemplos de cómo nuestra mente puede desconectarse de la realidad y que, en principio, no suponen ningún problema clínico. Sin embargo, sirven para empezar a entender de qué hablamos cuando hablamos de disociación en psicología.
Pero, ¿cuándo empieza la disociación a ser un problema? Como veremos en este artículo, la disociación se convierte en un trastorno cuando estos episodios son recurrentes, prolongados en el tiempo y suelen tener relación con situaciones que nos resultan conflictivas o con alguna experiencia traumática. En estos casos podemos hablar de trastorno de disociación o trastorno disociativo, lo cual requiere ayuda psicológica para su gestión y tratamiento.
Son muchos los psicólogos y psiquiatras que a lo largo de los años han explicado el significado de disociación en psicología: Pierre Janet, Sigmund Freud, Myers, Janina Fisher… A continuación, explicamos qué es la disociación y cómo se manifiesta.
¿Qué es la disociación y cómo se siente?
La disociación es un mecanismo psicológico que genera una desconexión entre las funciones que normalmente están integradas, como la conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno (Robles García et al., 2006). Es como si una parte de nosotros se separara para protegernos de pensamientos, recuerdos o sentimientos que resultan abrumadores. A menudo, las personas describen la disociación como sentirse en un sueño, observar sus propias acciones desde fuera o notar que el entorno parece irreal o lejano.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), se define como:
“una alteración de las funciones integradoras de la conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno”.
Cuando una persona presenta esta desconexión de forma prolongada, recurrente y continuada, es decir, una disociación crónica, hablamos de un trastorno disociativo; cuya prevalencia anual se sitúa entre el 5 y el 10 % en la población general según algunos estudios (Robles García et al., 2006).
En este contexto, ha surgido un fenómeno popular en internet conocido como "reality shifting", que consiste en intentar cambiar la propia conciencia hacia una realidad alternativa o deseada a través de técnicas de visualización y concentración. Aunque este fenómeno no es considerado un trastorno clínico, algunas personas lo describen como una forma de desconexión momentánea de su entorno actual, lo cual podría relacionarse con experiencias disociativas no patológicas.

Síntomas de disociación
Dependiendo del tipo de trastorno de disociación los síntomas varían. Si hablamos de una forma genérica, entre los síntomas de la disociación podemos encontrar, por ejemplo:
- Sensación de estar separado de nuestra persona, cuerpo y emociones.
- Pérdida de memoria de algunos hechos o de algunas etapas.
- Percepción del entorno como irreal, distorsionado o borroso.
- Sensación de perder el contacto con los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor, similar a soñar despierto.
- Sensación de ser insensible o estar distantes de nosotros mismos y de lo que nos rodea.
- Estrés, ansiedad, depresión.
Existen diversos test para detectar y cribar este trastorno. Uno de los más conocidos test para la disociación es la Escala DES-II (Dissociative Experiences Scale) o Escala de Experiencias Disociativas, de Carlson y Putnam. Su objetivo es la evaluación de las posibles disrupciones o fallos en la memoria, conciencia, identidad y/o percepción del paciente. Este test de disociación consta de 28 preguntas a las que hay que responder con alternativas de frecuencia.
Este test no es un instrumento para el diagnóstico, sino para la detección y cribado y no sustituye en ningún caso una valoración formal realizada por un profesional cualificado.
Causas de la disociación: ¿por qué ocurre?
La disociación suele actuar como un mecanismo de defensa ante situaciones de estrés extremo o trauma. Cuando una situación nos sobrepasa, nuestra mente puede “desconectarse” para reducir el dolor del momento y su impacto en nuestras emociones, es decir, se podría decir que actúa como una protección emocional (al menos de forma temporal).
Veamos un ejemplo de disociación: imaginemos una persona que es superviviente de un terremoto o un accidente, y que ha sufrido de diversas heridas físicas. ¿Qué hace la mente de esa persona? Se “desconecta” del dolor, de las sensaciones que vive en su cuerpo, de todo el caos de su alrededor en un intento de poder escapar. De modo que la disociación puede ser adaptativa, como una reacción que ayuda a la persona a lidiar con la situación traumática o estresante.
Algunos ejemplos de situaciones en las que se puede dar la disociación como mecanismo de defensa pueden ser:
- casos de abusos sexuales,
- experiencias de abuso o maltrato infantil,
- agresiones,
- haber vivido un atentado,
- haber vivido una catástrofe,
- haber tenido un accidente (con las consecuencias psicológicas después del accidente).
No obstante, es importante tener en cuenta que la disociación es un síntoma complejo que puede tener múltiples causas. Entre las causas más comunes de la disociación podemos mencionar:
- experiencias traumáticas como el abuso físico, emocional o sexual, accidentes, catástrofes naturales o violencia;
- estrés crónico y situaciones de alta presión sostenida en el tiempo;
- picos de ansiedad que pueden hacer que la mente utilice la disociación para gestionar la sobrecarga emocional;
- el consumo de sustancias y los efectos de las drogas;
- otros trastornos mentales en los que la disociación puede ser un síntoma asociado —por ejemplo el trastorno de estrés postraumático (TEPT), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o la esquizofrenia—.
Disociación y ansiedad
Aunque el trastorno de disociación es un trastorno como tal, según el DSM 5, también puede aparecer como síntoma asociado a un cuadro clínico de ansiedad. La ansiedad puede generar la sensación de irrealidad que se produce con la disociación. Como anticipamos anteriormente, ante picos elevados de ansiedad, la mente puede producir la disociación como mecanismo de defensa (podríamos decir que se trata de una forma de disociación de las emociones, es decir, una forma de separarse de ellas).
Por tanto, durante una crisis de disociación podrían aparecer algunos signos físicos típicos de la ansiedad, como: sudoración, temblores, náuseas, agitación, nerviosismo o tensión muscular.

Tipos de trastornos disociativos
Cuando la disociación es grave y persistente, puede diagnosticarse como un trastorno disociativo. Según el DSM 5 hay 5 trastornos disociativos, de los cuales los tres primeros que enumeramos son los principales:
- Trastorno de identidad disociativo (TID).
- Amnesia disociativa.
- Trastorno de despersonalización/desrealización.
- Otros trastornos disociativos especificados.
- Trastornos disociativos no especificados.
Trastorno de identidad disociativo (TID)
El trastorno de identidad disociativo antes era conocido como trastorno de la personalidad múltiple (TPM), hay quienes lo llaman disociación de personalidad múltiple. Dentro de los trastornos de la personalidad, este se caracteriza por ir “turnando” diferentes personalidades o identidades. Es decir, la persona puede tener la sensación de que hay varias personalidades dentro de ella misma.
Algunos ejemplos populares de este trastorno en el cine son la película Múltiple, donde se retrata a un personaje con múltiples personalidades que controla su comportamiento en diferentes momentos y el perfil psicológico de Joker, donde las múltiples facetas de su personalidad descontrolada y disociada han sido interpretadas en diversas películas y cómics.
El TID es la manifestación más grave y más crónica de la disociación y se puede presentar en comorbilidad con algunos tipos de depresión y ansiedad, entre otros trastornos.
Amnesia disociativa
La persona puede olvidar eventos importantes de su vida y también experiencias traumáticas (de ahí que los procesos disociativos estén muy relacionados con el trastorno por estrés postraumático) y este hecho no puede explicarse por ninguna otra enfermedad. Puede experimentarse la amnesia disociativa con la fuga disociativa: deambular aparentemente con un propósito.
Trastorno de despersonalización/desrealización
En el trastorno de despersonalización y desrealización, la persona tiene una sensación de desconexión o de estar fuera de sí misma. Sus acciones, sentimientos y pensamientos se ven desde cierta distancia, es como estar viendo una película (despersonalización). También es posible que el entorno se perciba distante, como un sueño en el que todo parece irreal (desrealización).
Muchas personas se preguntan cuál es la diferencia entre despersonalización y disociación cuando en realidad, y como hemos visto, la despersonalización es un tipo de disociación. Donde sí existe diferencia es entre la despersonalización y la desrealización: la primera se refiere a sentirse observador de uno mismo y a estar separado del propio cuerpo, mientras que en la segunda se percibe el entorno como algo irreal.
Como decíamos al inicio, estos trastornos mentales, de forma habitual, aparecen después de algún hecho traumático. De hecho, hay algunos trastornos como el del estrés agudo o el trastorno por estrés postraumático que incluyen síntomas de la disociación como son la amnesia, los recuerdos a modo de flashback y la despersonalización/desrealización.
Cómo tratar la disociación
Acudir a un profesional de la salud mental puede ser el primer paso para poder mejorar la calidad de vida y calmar la ansiedad que todas nuestras inquietudes o trastornos nos pueden ocasionar.
Existen diferentes técnicas y enfoques terapéuticos efectivos para el tratamiento para la disociación de la mente como el EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing), la terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia psicodinámica.
Por ejemplo, el tratamiento de la disociación con EMDR se centra en el recuerdo de la experiencia que ha provocado la disociación, es decir, trata el recuerdo traumático a través de estimulación bilateral (facilita la conexión entre los dos hemisferios cerebrales para lograr disminuir la carga emocional y así procesar mejor la información).
En cualquier caso, si crees que puedes estar experimentando este tipo de problema y si buscas cómo curar la disociación, es conveniente acudir a un psicólogo para realizar un diagnóstico e indicar el tratamiento para la disociación. Es importante trabajar en este hecho para poder integrar las experiencias negativas del pasado en la vida cotidiana dentro de una narrativa coherente en la que la conciencia de lo sucedido siga siendo un recuerdo que no genere la reactivación del trauma.
La terapia como camino para reconectar contigo
Entender la disociación es el primer paso, pero dar el siguiente hacia la recuperación es un acto de valentía y autocuidado. La terapia psicológica te ofrece un espacio seguro y profesional para procesar las experiencias difíciles, integrar tus emociones y aprender estrategias para volver a sentirte presente y en control de tu vida.
En Unobravo, estamos aquí para acompañarte y ayudarte a encontrar tu psicólogo o psicóloga online, el cual puede ayudarte a comprender el origen de tu malestar y a emprender el camino para reconectar contigo.




