La película de 2016 Múltiple, Split en inglés, escrita y dirigida por M. Night Shyamalan, cuenta la historia de Kevin, un hombre que padece un trastorno de identidad disociativo (TID) con 23 personalidades diferentes, que una mañana, al salir de unos grandes almacenes, secuestra a tres chicas.
Protagonizada por James McAvoy, Anya Taylor-Joy, Jessica Sula, Betty Buckley y Haley Lu Richardson, la película explora las peculiaridades del trastorno de identidad disociativo (TID) a nivel psicológico y social, en clave dramática y desde una perspectiva cautivadora.
La obra no se limita a narrar una historia de suspense, sino que plantea preguntas importantes sobre la naturaleza de la mente humana y las maneras en las que la mente puede fragmentarse al enfrentarse a traumas psicológico graves y reiterados durante la infancia.
La disociación y el trauma
La trama de la película Múltiple se inspira en la historia real de Billy Milligan, tal y como narra Daniel Keyes en The Minds of Billy Milligan (1981). A Billy, arrestado en 1972 por delitos graves, le diagnosticaron el trastorno de identidad disociativo, el cual se manifestaba mediante nada menos que 24 personalidades diferentes.
Este trastorno puede tener su origen en traumas infantiles profundos y repetidos, como en el caso de Billy, que sufrió abusos por parte de su padrastro.
Kevin, el protagonista de Múltiple, presenta una historia similar de abusos por parte de su madre, los cuales han dejado cicatrices profundas en su psique. Este sufrimiento emocional tiene como resultado la fragmentación de la personalidad de Kevin, como respuesta extrema a estos traumas prolongados en el tiempo.
En este contexto, ha surgido en internet un fenómeno llamado "reality shifting", donde las personas intentan "mover" su conciencia a realidades alternativas o deseadas a través de técnicas de visualización. Este fenómeno, que se ha popularizado entre personas jóvenes, puede ser visto como una forma no patológica de desconexión voluntaria del entorno actual, similar a cómo las personas experimentan momentos de disociación en situaciones estresantes o traumáticas.
Por otra parte, la fragmentación tiene una función de defensa ante la rabia, el dolor y la impotencia que experimenta el pequeño Kevin a la hora de hacer frente a la confusión y la violencia de las relaciones familiares.
Por el contrario, el padre de Kevin abandona de repente a la familia, se sube a un tren y deja al niño desprotegido a merced de la madre, la cual es probable que padeciera un profundo trastorno de la personalidad y de regulación emocional.
Las estrategias defensivas de Kevin
En la película solo surgen algunas de las muchas personalidades de Kevin. El punto de vista de una de las tres chicas secuestradas, Casey (también víctima de abusos por parte de un tío), es el que nos hace ser conscientes de estas “múltiples” facetas.
Casey intuye el sufrimiento psíquico de Kevin e intenta dialogar con las diferentes personalidades que van saliendo a la luz. Entre ellas, Dennis, con rasgos de personalidad típicos de una persona con trastorno obsesivo compulsivo, que asume un papel de control y castigo.
Por el contrario, Patricia y Hedwig, un niño de nueve años, muestran comportamientos cariñosos y protectores, aunque a veces abusivos.
Estas personalidades se alternan y tienen una función organizativa y defensiva de Kevin. Lo protegen de la confusión, de la ambigüedad y del miedo que provienen de su inestabilidad psíquica.
Según Anabel González (psiquiatra y psicoterapeuta), el trastorno de identidad disociativo (TID) consiste en una fragmentación de la conciencia, donde diferentes partes de la personalidad coexisten, pero no se comunican entre sí. Esta disociación crea múltiples estados mentales independientes, cada uno con su función, como por ejemplo una parte infantil que siente miedo o una parte crítica que puede ser autolesiva.
En el caso de Kevin, esta fragmentación, y la toxicidad e intensidad de las experiencias que ha vivido lo llevan, defensivamente, a fragmentar la identidad en múltiples personalidades no integradas, es decir, que no dialogan entre ellas: esta es la mejor adaptación posible a la realidad vivida y a las experiencias traumáticas que nunca ha superado a nivel emocional y afectivo.
El papel de la doctora Fletcher
La doctora Fletcher, psiquiatra de Kevin, intenta integrar las múltiples personalidades para poder dialogar con Kevin. Sin embargo, sus iniciativas no consiguen estabilizar completamente al paciente.
La falta de integración de los estados disociados desemboca en consecuencias dramáticas y termina por hacer salir a la superficie a La Bestia, una personalidad muy violenta que representa el contenedor de las emociones de autoconservación y venganza de los traumas reales que ha sufrido Kevin.
Las personalidades que, alternativamente, están “en la luz” son intentos fallidos de adaptarse y superar los abusos. En Kevin estas personalidades han alcanzado la separación completa, lo que, desde una perspectiva clínica, representa la verdadera psicosis.
La doctora Fletcher es una psiquiatra muy simpática, dulce, a veces incluso excesivamente comprensiva, pero nunca directamente perjudicial, según valora Kevin.
En el ámbito profesional, parece estar entusiasmada por el fenómeno de la personalidad múltiple de su paciente, fantasea que las diferentes personalidades son una capacidad humana especial y argumenta estas teorías en simposios internacionales. Se comenta incluso que una personalidad puede tener diabetes y todas las demás no.
A pesar de su entusiasmo y el estudio profundo del caso, la doctora termina por descuidar señales cruciales de un inminente brote psicótico que Kevin anticipa en la sesión.
Fletcher intenta gestionar la confusión del paciente con una violación del setting terapéutico, llevándoselo a su casa. Un suceso que sería muy grave en la realidad clínica.
Uno de los errores críticos de la psiquiatra es la falta de reconocimiento de la importancia de La Bestia, la vigésimo cuarta personalidad de Kevin. Esta figura representa la encarnación del odio y de la venganza, la parte oscura de la psique que según el psiquiatra Jung contiene todos los aspectos reprimidos e inaceptables de la personalidad.
La relevancia del simbolismo en la película
La película utiliza un potente simbolismo para representar la complejidad del trastorno disociativo.
Por ejemplo, el ordenador de Kevin, con sus numerosas “ventanas” de consciencia, simboliza la fragmentación de su psique y ofrece una metáfora comprensible y accesible de cómo funciona una persona que sufre un trastorno disociativo.
Cada “ventana” representa una personalidad diferente y cada una de ellas intenta salir a la superficie y tomar el control de la consciencia. Esto también se refleja en la narración que recoge la doctora Fletcher, que conserva cuidadosamente una carpeta que contiene las fichas de cada una de las personalidades que emergen en Kevin.
Otro símbolo significativo es la luz, que representa la consciencia y el control consciente. En la película, las personalidades de Kevin luchan por “sentarse bajo la luz”, un concepto que recuerda al simbolismo freudiano de la lucha entre el consciente y el inconsciente.
En el contexto del TID, la luz representa el deseo de cada personalidad de emerger y tomar el control, una metáfora de la lucha interna de Kevin para mantener un sentimiento de identidad cohesionado y evitar la psicosis.
Otro de los elementos simbólicos más marcados de la película es el escenario principal: el zoo. Los animales suelen representar los instintos primarios y la fuerza del inconsciente. Con su dualidad entre orden y naturaleza salvaje, podemos ver el zoo como una metáfora de la psique del protagonista, en la que sus personalidades disociadas son “animales” adiestrados y enjaulados, pero que conservan un instinto peligroso.
La Bestia, la vigésimo cuarta personalidad, es la encarnación de estos instintos animales, una entidad que ha abandonado toda pretensión de ser humano y cívico para abrazar una fuerza brutal y destructiva.
La regresión psicótica de Kevin, que se representa cuando emerge esta personalidad, es una vuelta a un estado de consciencia más primitivo, en el que dominan los instintos y se suplanta completamente la racionalidad.
Las defensas psicológicas y el fracaso de la integración
Con esta revisión queremos destacar el sufrimiento psíquico de Kevin, intentando centrarnos en el concepto de que cada una de sus personalidades representan un intento específico de defenderse del dolor y del trauma. De hecho, en la película podemos observar:
- la proyección,
- el aislamiento afectivo, y
- la represión.
Cuando se dan muchos mecanismos de defensa extremos, las personalidades no siempre consiguen integrarse y contar el trauma dentro de una única narración y un sentimiento de identidad sólido. Al contrario, viran hacia una desconexión, la psicosis o el refuerzo de las defensas (pensemos en la intransigencia de la personalidad de Patricia).
La psicosis es una condición en la que la realidad se distorsiona, se invierte, se distancia y se proyecta sobre otras personas o sobre otra cosa de la que es necesario protegerse porque uno se siente responsable. De hecho, las víctimas de abusos pueden sentir que merecen el abuso y perpetuar problemas afectivos importantes incluso en la vida adulta.
Desde una perspectiva psicoterapéutica, la película destaca la importancia de la integración de la sombra, un concepto clave en la teoría de Jung. La sombra representa todos aquellos aspectos de la personalidad que se reprimen o se niegan, pero que pueden influir en el comportamiento de forma sutil y destructiva. En el caso de Kevin, la “encarnación” de la sombra es La Bestia.
En la terapia del TID, el tema de la integración de las diferentes personalidades en un yo cohesionado y la capacidad de enfrentar el trauma que ha provocado la disociación es fundamental. En la película, la falta de integración de esta personalidad simboliza el fracaso de dicho proceso terapéutico y subraya la importancia de adoptar un enfoque que trabaje activamente para conseguir la cohesión.
En este caso, la doctora Fletcher también ha cometido otro error, ha infravalorado los sentimientos negativos que Kevin podía sentir hacia ella (transferencia negativa) y los que ella sentía hacia algunas personalidades del paciente (contratransferencia negativa).
La complejidad de la figura de Casey
Otro personaje central de la película es Casey, una de las chicas a las que secuestra Kevin. Casey ha sido víctima de abusos y acoso sexual durante la infancia por parte de un tío, pero, a diferencia de Kevin, ha desarrollado una personalidad más resiliente gracias al apoyo y al amor de su padre.
Esta característica la convierte en una figura que contrasta en gran medida con Kevin: mientras este último ha fragmentado su personalidad para sobrevivir, Casey ha desarrollado una capacidad de observación y una autoestima que le permiten afrontar las situaciones difíciles con lucidez.
Justamente ella es la que se da cuenta de las diferentes personalidades de Kevin, con una intuición que proviene probablemente de un reflejo. Cuyo coste es volver a revivir sus abusos, sentidos en el cuerpo y narrados por su mente en forma de flashback y de pensamientos intrusivos.
La capacidad de Casey para interactuar con las diferentes personalidades de Kevin, en particular con la infantil, Hedwig, le permite tener acceso a información crucial que le ayudará a sobrevivir.
Este contraste entre Casey y Kevin no solo ofrece una reflexión profunda sobre la influencia que la infancia y las relaciones afectivas tienen en el desarrollo de la personalidad y en la capacidad de enfrentarse al trauma, sino también sobre lo importante que es recibir apoyo por parte de alguna figura de referencia.
La película Múltiple y la psicología
La película Múltiple no refleja fielmente la realidad clínica del trastorno de identidad disociativo (TID), pero ofrece una poderosa metáfora de la fragmentación de la psique y de los problemas a los que se pueden enfrentar los individuos cuando intentan integrar partes divididas de su identidad y de su historia.
Uno de los aspectos más significativos de la película es su capacidad para sacar a la luz la complejidad del sufrimiento psíquico, lo cual da visibilidad a lo que normalmente suele permanecer oculto o poco comprendido. En una época en la que las enfermedades mentales todavía suelen estar estigmatizadas o minimizadas, Múltiple contribuye a sensibilizar al público sobre temas difíciles como el abuso infantil y el maltrato.
Sin embargo, es fundamental hacer hincapié en que la película dramatiza el trastorno disociativo con fines narrativos. En la realidad, el TID es un trastorno extremadamente raro y complejo, que no se manifiesta de una forma tan espectacular.
Las personalidades múltiples no poseen poderes sobrehumanos, ni pueden “tomar el control” de la mente de manera tan clara y dramática como se muestra.
Por lo tanto, no hay que tomarse al pie de la letra la película como una representación precisa de tal condición, sino más bien como una ventana desde la que asomarse a algunos de los temas psicológicos más profundos relacionados con la naturaleza humana.
Aun tratándose de una exageración cinematográfica, Múltiple toca un punto fundamental: la disociación como mecanismo de defensa. Aunque la mayoría de las personas no desarrollan personalidades múltiples como Kevin, todos, en cierta medida, experimentan algún tipo de disociación en el día a día.
Se trata de un proceso natural que la psique utiliza para protegerse del dolor, la ansiedad y el estrés.
Por ejemplo, muchas personas pueden experimentar momentos de “desconexión” de la realidad durante eventos particularmente estresantes o traumáticos. Ya sea el hecho de no recordar un accidente de tráfico, de desvincularse emocionalmente durante un conflicto o de vivir en modo automático situaciones de rutina mientras que la mente está en otro lado.
Estos son fragmentos de disociación que, a pesar de no ser patológicos, reflejan la capacidad de la mente para protegerse y adaptarse a situaciones difíciles.
La mente humana tiene una extraordinaria capacidad de resiliencia, que debe apoyarse en un proceso de elaboración e integración de los traumas: la psicoterapia supone un camino viable y necesario para recuperar un sentimiento de unidad y coherencia interna.
Cuando esto no sucede, como vemos en el caso de Kevin, la disociación puede evolucionar hacia una fragmentación extrema, que conduce a una ruptura con la realidad y la vuelta al mundo de los superhéroes de los cómics, que, en el caso de Kevin, quizás fueran los únicos interlocutores y el único espacio de diálogo presentes en su infancia durante los abusos y maltratos que sufrió.
Bibliografía
- Keyes, D., (1981). The Minds of Billy Milligan. Random House
- González Vázquez, A. (2012). Disociación y trauma.