El envejecimiento se puede definir como un conjunto de procesos que tienen lugar en un organismo vivo y que, con el paso del tiempo, disminuyen la probabilidad de sobrevivir. La vejez nos afecta a todos de forma directa. Es difícil establecer cuando inicia esta etapa de la vida, porque depende de diversos factores: culturales, históricos y personales.
El inicio de la vejez parece coincidir con diversas situaciones:
- el suceso de un acontecimiento físico o biológico que conlleva cambios a nivel físico, sensorial y cognitivo;
- la posible cronificación de una enfermedad;
- la manifestación de algunos factores sociales, como puede ser la jubilación o la independización de los hijos;
- el ser consciente de que la muerte se acerca.
Vivir esta etapa del ciclo vital con éxito significa hacer frente a diferentes cambios y nuevos retos que se presentan según van pasando los años.
Jubilarse y liberarse
En nuestra civilización, el trabajo se ha situado en el centro del ciclo vital, hemos hecho que coincida con el período de la madurez y de la fecundidad, y lo hemos definido como “vida activa”. De modo que podemos definirla como la civilización del trabajo.
Podemos considerar la jubilación obligatoria como un factor importante en el proceso de envejecimiento, ya que supone la pérdida de un rol. Esto se puede convertir en un problema, ya que, para las personas mayores, el hecho de liberarse puede ser considerado como un gran obstáculo para envejecer bien y con éxito, porque le devuelve un sentimiento de inutilidad, pasividad, impotencia y vacío.
Sin embargo, el tiempo que se libera del trabajo puede suponer una gran oportunidad. Envejecer con éxito también significa esto: poder volver a apropiarnos de nuestro tiempo vital y dedicarlo a nuevas actividades. Es el momento de dedicarse:
- a los sentimientos;
- al conocimiento y a aprender por aprender;
- a crecer espiritual y mentalmente;
- a jugar y divertirse;
- a relacionarse con la gente;
- a la familia y a los demás en general.
Acercarse a la muerte
El miedo a envejecer surge al tomar consciencia de que la vida se acaba con la muerte. Se podría decir que el miedo a envejecer se parece un poco al miedo a morir (tanatofobia). Según algunos académicos, en la vejez intentamos armonizar las diferentes partes de nuestra personalidad al ser conscientes de que nos acercamos al fin de nuestra existencia.
El concepto de “sabiduría”, que a menudo se asocia a esta etapa de la vida, proviene justo del éxito de la mediación entre el miedo al final y el sentido de la propia existencia. La persona que se acerca a la muerte debería poder encontrar un contexto de apoyo en esta fase de búsqueda, que le permita gestionar el estrés, la ansiedad y el sufrimiento asociado al envejecimiento.
Los cambios del envejecimiento
Los cambios del envejecimiento dejan huella a diferentes niveles de nuestra existencia:
- a nivel estético,
- a nivel cognitivo y
- a nivel físico;
con la consecuente disminución del rendimiento motor y de razonamiento que, en los casos más críticos y con el paso del tiempo, reducen de forma significativa la autonomía y llegan a crear situaciones de dependencia total, lo cual puede afectar considerablemente incluso a la vida familiar.
Cambios cognitivos
Quienes estudian la psicología del envejecimiento están de acuerdo en que, cuando se envejece, existe un declive general en algunas áreas cognitivas. No todas las habilidades se resienten con el envejecimiento, permanecen estables a lo largo de la vida o incluso se desarrollan y se perfeccionan, como por ejemplo las habilidades verbales.
A nivel cerebral también se observan cambios: hay zonas que son más sensibles al paso de los años, pero, a pesar de esto, parece que se produce una reorganización funcional que permite que la persona mantenga niveles adecuados/altos de rendimiento a pesar del declive biológico.
El envejecimiento y las emociones
Las emociones forman parte de nuestra vida psíquica, determinan nuestro bienestar y motivan nuestros comportamientos. Son el motor de nuestras relaciones sociales. Varios estudios han demostrado que, a medida que pasan los años, la capacidad reguladora de las emociones aumenta. Al parecer, las personas mayores:
- dan más prioridad a buscar significados emocionales positivos a los acontecimientos;
- tienen mayor capacidad que los jóvenes para procesar las vivencias negativas de su vida con un enfoque positivo;
- limitan sus relaciones interpersonales únicamente a aquellas que son emocionalmente significativas.
Con los años, también parece aumentar la capacidad de modular las emociones, lo cual explicaría el aumento de la regulación, la mayor estabilidad del humor, la disminución de la respuesta fisiológica y la menor búsqueda de sensaciones, típica de la juventud. Los aspectos emocionales positivos del envejecimiento, no dándose ningún trastorno depresivo o ataques de ansiedad, no solo no disminuyen, sino que se potencian, lo que desmiente el estereotipo del anciano “triste y gruñón”.
Entonces, podemos considerar el control de la frecuencia, la calidad de las relaciones y la participación social como una estrategia adaptativa para regular las emociones, mantener el bienestar y potenciar la construcción de un envejecimiento exitoso.
Consejos para envejecer bien
Las personas mayores pueden adoptar diferentes comportamientos para afrontar esta nueva etapa vital. Resulta esencial la prevención y el diagnóstico precoz de algunas patologías crónicas, con los tratamientos de apoyo correspondientes.
Asimismo, se ha demostrado que algunos factores psicológicos, sociales y conductuales favorecen un buen envejecimiento y alargan la esperanza de vida. A continuación enumeramos algunos consejos para un envejecimiento saludable y activo:
- abstenerse activa y pasivamente de fumar;
- llevar una dieta equilibrada y evitar el riesgo de sobrepeso;
- exponerse al sol con moderación;
- realizar chequeos con regularidad;
- disfrutar de momentos de distracción;
- garantizar un número adecuado de horas de sueño;
- adoptar una actitud positiva frente a la vida;
- mantener relaciones amistosas y un rol socialmente activo en la comunidad;
- contar con un ambiente doméstico seguro.
Si sientes que te está costando atravesar esta etapa de tu vida, dirígete a un profesional del bienestar mental. Un psicólogo podría acompañarte y ayudarte a que te enfrentes a los miedos habituales de esta etapa que, como hemos visto, conlleva numerosos cambios y hace que tengamos que enfrentarnos inevitablemente a temas que podrían ser una fuente de dolor y sufrimiento.