El perfeccionismo es un constructo de la personalidad demasiado complejo para etiquetarlo como "sano o malsano" per se, porque su impacto en el bienestar de una persona depende de diversos contextos y circunstancias de la vida de cada uno.
¿Cuándo es patológico el perfeccionismo y cuándo puede considerarse que la perfección a la que uno aspira es un sano deseo de superación personal? ¿Qué se oculta detrás de ser una persona perfeccionista y exigente? Abordamos el tema en detalle en este artículo.
¿Qué significa ser perfeccionista?
El término perfeccionismo, según la RAE, se refiere a la "tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado”.
En general, fijarse metas elevadas puede ser un impulso saludable para lograr ambiciones y satisfacciones personales. Sin embargo, cuando la búsqueda continua de la perfección conduce a expectativas excesivas de uno mismo y de los demás, y al desarrollo de inseguridades, podría tratarse de perfeccionismo patológico, también llamado perfeccionismo desadaptativo o clínico.
Perfeccionismo positivo y perfeccionismo desadaptativo
El perfeccionismo positivo o sano se basa en el concepto de "meticulosidad", es decir, la tendencia a realizar las tareas asignadas con rigor y a comportarse de forma seria y fiable con los demás. Este tipo de perfeccionismo suele caracterizarse por:
- un nivel de exigencia elevado, pero realista;
- el placer de trabajar duro para resolver tareas difíciles;
- la capacidad de evaluar los costes y beneficios de un esfuerzo, lo que permite elegir qué tareas son las más importantes.
Un ejemplo de perfeccionismo positivo en el ámbito deportivo puede ser:
“María es una joven atleta, queda en segundo puesto en una competición importante y, una vez terminada la competición, sigue pensando que es una atleta brillante, que es capaz de mejorar y que podrá alcanzar el primer puesto con un programa de entrenamiento adecuado. Esta es una actitud que evidencia un perfeccionismo sano.”

En cambio, el perfeccionismo desadaptativo o patológico se caracteriza por:
- tener un alto nivel de exigencia y una autocrítica excesiva;
- experimentar atelofobia o miedo a no ser suficiente;
- realizar un esfuerzo continuo por alcanzar altos niveles de exigencia, a pesar de los efectos negativos de ello;
- basar la evaluación de uno mismo en los niveles alcanzados.
Dando la vuelta al ejemplo anterior, un ejemplo de perfeccionismo desadaptativo puede ser:
“Giulia es una joven atleta, queda segunda en una competición importante y, una vez finalizada, solo se centra en el hecho de no haber quedado primera y, por lo tanto, piensa que es un fracaso como atleta y como persona.”
Otro ejemplo de perfeccionismo desadaptativo relacionado con la paternidad puede ser:
“Marco es un padre muy atento a las rutinas de sus hijos. Se ha propuesto acostarlos siempre a la misma hora, siguiendo una serie precisa de pasos nocturnos para que descansen lo mejor posible. Una noche, debido a un imprevisto, los niños se acuestan media hora más tarde. Marco se siente profundamente disgustado, convencido de que ha fracasado como padre. Pasa el resto de la noche dándole vueltas al error, temiendo que el cambio comprometa su bienestar y su compromiso con su educación.”
El miedo a equivocarse
Esforzarse por alcanzar metas ambiciosas no es en sí mismo un problema; al contrario, esta característica puede ser un indicador de bienestar psicológico. La dimensión cognitiva que podría determinar un carácter psicopatológico del perfeccionismo es precisamente el miedo a equivocarse o el miedo a cometer errores.
El perfeccionista sano persigue objetivos incluso extremadamente ambiciosos, pero acepta la posibilidad de que surjan contratiempos e incertidumbres en el camino. Es capaz de valorar el resultado final en términos de satisfacción personal incluso en el caso de que el éxito sea solo parcial.
Por el contrario, el perfeccionista patológico no acepta incertidumbres durante el camino. Al evaluar el resultado final, tenderá a interpretar cada mínima discrepancia respecto al objetivo inicial y al modelo de perfección al que aspiraba como un signo de fracaso global.
Perfeccionismo patológico: síntomas frecuentes
Entre los síntomas de perfeccionismo identificados en el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) se encuentran:
- gran dificultad para delegar tareas o trabajar en equipo;
- excesiva dedicación al trabajo, independientemente de las razones económicas, lo que puede limitar el tiempo dedicado a las propias pasiones;
- tendencia a centrarse excesivamente en la organización y los detalles en detrimento de la consecución del objetivo final;
- dificultad para deshacerse de objetos innecesarios sin valor sentimental;
- tiempos de ejecución más largos de lo necesario;
- rigidez en cuanto a los principios éticos o morales, independientemente de las convicciones religiosas o políticas;
- propensión al ahorro excesivo;
- falta de flexibilidad.
Asimismo, el perfeccionismo y la procrastinación suelen ir de la mano: el perfeccionista, al tener un nivel de exigencia excesivo incluso cuando no es necesario, puede temer no ser capaz de conseguir los resultados deseados y, como consecuencia, pospone las actividades que más le preocupan.

¿Cómo se sienten los perfeccionistas?
El perfeccionismo puede estar presente en todos los ámbitos de la vida y repercutir en la vida cotidiana y en las relaciones con los demás. Por ejemplo, ser perfeccionista puede afectar:
- al trabajo y los estudios,
- a las relaciones personales,
- al practicar un deporte o tocar un instrumento,
- a la apariencia externa o el peso,
- a la limpieza, la higiene personal y el cuidado del hogar,
- a la amistad y el comportamiento social.
Veamos algunos ejemplos concretos:
- El perfeccionismo en el amor puede complicar la relación y llevar a la pareja a desarrollar un sentimiento de inadecuación y pérdida de autoestima.
- El perfeccionismo en el estudio puede dificultar la realización de exámenes y trabajos porque el intento constante de ser impecable actúa como freno en el desarrollo de las pruebas.
- El perfeccionismo en la crianza, además, puede llevar a centrarse excesivamente en aspectos de "gestión" (actividades, rutinas, limpieza) de los hijos, con un alto riesgo de fatiga y desapego emocional del papel de padre o madre.
Las personas que experimentan un perfeccionismo desadaptativo suelen sentirse insatisfechas, tener baja autoestima y estar más orientadas al rendimiento que al conocimiento o la habilidad, ya que lo que define su valor como persona es el resultado del rendimiento.
Cuando una persona se exige a sí misma unos niveles muy altos y siente que puede no alcanzarlos, o ve que no los alcanza, puede experimentar un estado de ansiedad muy fuerte, que se podría definir como “ansiedad de perfeccionismo”.
¿Cuáles son los aspectos negativos del perfeccionismo patológico?
El perfeccionismo puede afectar a todas las áreas importantes de la vida y, cuando se lleva al extremo, puede:
- conducir a un análisis agotador del rendimiento y a una tendencia a ser excesivamente crítico con uno mismo;
- hacer que los demás basen sus juicios positivos centrándose únicamente en los éxitos;
- hacer que la persona perciba una falta de apoyo social, lo que se considera un factor crítico en la adaptación de las personas perfeccionistas.
Perfeccionismo y psicopatología
El perfeccionismo tiene a menudo causas que pueden atribuirse a otras afecciones. De hecho, algunos estudios han observado correlaciones entre perfeccionismo desadaptativo y
- depresión,
- ansiedad,
- trastornos alimentarios,
- rasgos obsesivos,
- narcisismo.
Perfeccionismo y depresión
Veamos específicamente lo que ocurre con la depresión. Creer que uno no ha logrado alcanzar sus estándares aumenta el sentimiento de impotencia e inadecuación, síntomas comunes de la depresión. Así, ante los primeros síntomas de un estado de ánimo depresivo, la persona pierde la motivación o la energía para hacer las cosas que haría normalmente y recurre a la procrastinación o a la evitación total de esas actividades.
De hecho, una de las razones más comunes por las que se mantiene la conducta de evitación en los pacientes perfeccionistas es el miedo al fracaso. El resultado es una mayor dificultad para alcanzar los niveles de exigencia y un aumento del cuadro depresivo, lo que provoca un círculo vicioso entre perfeccionismo y depresión (Smith et al., 2020).
Además, la depresión tras un error puede ser frecuente en los perfeccionistas.

¿Se puede pasar del perfeccionismo desadaptativo al perfeccionismo sano?
“¿Por qué soy tan perfeccionista? ¿Cómo puedo dejar de ser tan perfeccionista?”
Cuando el perfeccionismo se vuelve patológico, un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psicóloga online, puede acompañar a la persona a través de un proceso terapéutico para entender por qué es tan perfeccionista y exigente y aprender a trabajar el perfeccionismo.
Distintos enfoques terapéuticos se pueden utilizar para abordar el perfeccionismo.
Por ejemplo, la terapia cognitivo-conductual tiene como objetivo reducir el perfeccionismo empezando por los pensamientos, emociones y conductas que mantienen el problema. Es decir, el objetivo no es que la persona baje su nivel de exigencia ni que renuncie a fijarse estándares elevados, sino guiarla para que pueda dirigir sus energías a la búsqueda de un perfeccionismo sano.
Asimismo, la terapia psicodinámica también puede ayudar a disminuir la excesiva presión interna que subyace al perfeccionismo. El objetivo de la terapia será ayudar a la persona a encontrar un equilibrio entre el esfuerzo para alcanzar sus estándares y todos aquellos comportamientos rígidos asociados al perfeccionismo patológico.