Cada día estamos inmersos en una cantidad incalculable de información y nuestra mente necesita encontrar una estrategia para organizarla y gestionarla. En un intento de simplificar la tarea, a veces cae en errores de evaluación, también llamados sesgos cognitivos, que pueden influir de forma determinante en nuestro estado emocional y nuestro comportamiento.
Entre los ejemplos más evidentes de sesgos se encuentran los sesgos cognitivos en la toma de decisiones (Acciarini et al., 2021), que nos ayudan a comprender el impacto potencial que determinados sesgos pueden tener en las decisiones profesionales (Berthet, 2022).
Pero, ¿qué es un sesgo cognitivo? ¿Cuáles son los sesgos más comunes y cómo reducirlos? En este artículo nos adentramos en el tema de los sesgos cognitivos desde el punto de vista de la psicología e intentamos dar respuesta a las preguntas más comunes sobre el tema. Empecemos por el significado de sesgo cognitivo y su definición.

Qué son los sesgos cognitivos
La etimología del término sesgo es incierta y parece derivar del francés antiguo biais, que podemos traducir como “oblicuo” y que con el tiempo adquiere el significado de “inclinación”.
Como sugiere la definición literal, los sesgos cognitivos son evaluaciones erróneas de la realidad, pensamientos que formulamos automáticamente sin "racionalidad" y que damos por buenos solo porque son pensamientos espontáneos.
Uno de los principales campos de estudio de los sesgos cognitivos es la psicología social, que G. Allport define como:
"la investigación científica de cómo los pensamientos, sentimientos y comportamientos de los individuos se ven influidos por la presencia objetiva, imaginaria o implícita de los demás" (Allport, 1954).
¿Cuál es la relación entre heurística y sesgo?
Hablemos ahora con más detalle de la relación entre el sesgo y la heurística y de cómo se diferencian.
El término heurística, que en griego tiene la misma raíz que eureka, se refiere a la forma en que nuestro cerebro puede encontrar una solución a problemas complejos recurriendo a "atajos", es decir, respondiendo a preguntas más sencillas relacionadas con él.
Es posible identificar tres tipos de heurística que probablemente podemos rastrear fácilmente en nuestro diálogo interno diario:
- Heurística de disponibilidad: cuando tomamos una decisión, a menudo nos basamos en incidentes aislados y no en estadísticas objetivas. Por ejemplo, si la noticia de un accidente aéreo tiene un fuerte impacto emocional, puede surgir un miedo a volar que nos lleve a evitar coger el avión por temor a que se estrelle. La distorsión en el proceso cognitivo radica en evaluar la probabilidad de muerte en un avión más alta que en un coche, a pesar de que los datos objetivos muestren lo contrario.
- Heurística de anclaje y ajuste: tendemos a hacer elecciones y evaluaciones basadas en experiencias previas relacionadas con la misma circunstancia, despreciando datos y circunstancias contingentes que podrían llevarnos a conclusiones diferentes. Esto ocurre porque nuestra atención se "ancla" en los elementos destacados.
- Heurística de representatividad: se trata de un atajo mental que utiliza la similitud entre elementos o categorías (estereotipos) para formular evaluaciones, desatendiendo otros elementos relevantes.
Si bien, por un lado, nuestra mente está predispuesta a utilizar este tipo de evaluación como sea necesario, por otro lado, a menudo dejamos que las interpretaciones aproximadas y los pensamientos espontáneos nos guíen y condicionen incluso en situaciones generalmente inofensivas, lo que hace que incurramos en "errores de evaluación", es decir, en sesgos cognitivos.

Tipos de sesgo cognitivo
¿Cuántos tipos de sesgos existen? Para organizar los numerosos tipos de sesgos cognitivos, es posible dividirlos en 4 macrogrupos:
Evitar la sobrecarga de información
Todos los sesgos son evaluativos y es a través de los sesgos cognitivos como intentamos dar sentido a los acontecimientos, a pesar de no disponer de información suficiente. Entre ellos se incluyen:
- El sesgo retrospectivo, la tendencia a considerar predecible un acontecimiento que ya ha sucedido incluso en ausencia de pruebas que lo confirmen.
- El efecto dotación, la tendencia a evaluar a las personas que conocemos en términos más positivos que a las que no conocemos, a pesar de no tener pruebas a favor de nuestra elección.
- El efecto halo, un sesgo que a menudo nos lleva a pensar, por ejemplo, que si una persona es guapa también es inteligente.
Esta categoría también incluye:
- el sesgo de género (entre las causas de la transfobia),
- el sesgo de recencia,
- el sesgo de pertenencia a un grupo,
- el sesgo de autoservicio,
- el sesgo de autonomía,
- el sesgo de disponibilidad,
- el sesgo de atribución,
- el sesgo de causalidad.
Compensar la información que falta
Estos son los sesgos cognitivos que tienen la función de filtrar la información.
- Sesgo de atención selectiva: a veces nos inclinamos a centrarnos solo en algunas informaciones y descuidamos otras. Por ejemplo, si tengo fobia a las serpientes y me encuentro paseando por un camino rural, probablemente tendré cuidado de cerciorarme de su presencia. De modo que un palo al borde del camino puede asustarme inicialmente porque mi mente se dedica selectivamente a asegurarse de que no hay serpientes.
- Sesgo de confirmación: nos lleva a tener en cuenta únicamente la información que confirma nuestras suposiciones y creencias. Por ejemplo, si creo que los demás me juzgarán negativamente, ante una expresión ceñuda puedo pensar que la otra persona realmente me está juzgando, mientras que de forma menos automática e instintiva me inclino a considerar que esa persona está absorta en sus problemas
- Sesgo de representatividad: se produce cuando un parecido dirige nuestro juicio: "Me lo pasé muy bien con él, luego me dijo su nombre y lo dejé con una excusa... Se llamaba como mi ex".
Además de estos sesgos están:
- el sesgo de selección,
- el sesgo de negatividad,
- el sesgo de anclaje,
- el sesgo de atribución,
- el sesgo de los medios de comunicación,
- el sesgo de disponibilidad,
- el sesgo del superviviente,
- el sesgo del efecto de encuadre,
- el sesgo codificado,
- el sesgo cultural.
Elegir qué guardar en la memoria
Luego están los sesgos de comportamiento que sugieren qué información recordar. A menudo, nuestros recuerdos no son totalmente completos y auténticos porque nuestra memoria tiende a retener una cantidad limitada de información.
Entre ellos, está el sesgo primario o efecto de primacía, que nos lleva a memorizar más la información más temprana sobre un acontecimiento y a omitir la información posterior. "La primera impresión es la que cuenta" es un dicho popular que se hace eco de este sesgo, a menudo la primera impresión es (erróneamente) la que permanece en la memoria.
En este grupo se encuentran:
- el síndrome del falso recuerdo o efecto Mandela,
- el sesgo generacional.
Elegir rápidamente qué hacer
Existen sesgos cognitivos que nos permiten tomar una decisión y actuar incluso cuando no disponemos de información suficiente para hacer la mejor elección. No siempre tenemos una certeza absoluta sobre el resultado de nuestras elecciones y es normal buscar un criterio de elección adecuado.
Estos sesgos se producen cuando se toma una decisión basándose en un razonamiento emocional (afecto como información).
- Sesgo de aversión a la pérdida: se produce cuando optamos por perseverar en una elección que no es realmente rentable en nombre de inversiones ya realizadas y que ya no se pueden recuperar. Este sesgo se basa en un aspecto emocional más que lógico: la pena o la frustración resultantes de una pérdida dirigen la elección y hacen que la persona juzgue la idea de haber perdido algo como "intolerable". "Sé que esta relación ya no me aporta nada, pero no puedo dejarla después de todo lo bueno que hemos hecho juntos".
- El efecto Dunning Kruger: la paradoja de la ignorancia lleva a sobreestimar las competencias, conocimientos o capacidades de uno mismo cuando en realidad no se domina la materia en cuestión. Una valoración opuesta al socrático "solo sé que no sé nada".
- Sesgo de exceso de confianza: se produce cuando nos sentimos excesivamente confiados en nuestras evaluaciones, es uno de los sesgos cognitivos que experimentamos en economía, por ejemplo con los seguros.
- Sesgo de statu quo: en situaciones de posible cambio, este sesgo hace que prefiramos que las cosas sigan como están o que cambien lo menos posible. "Quien deja el camino real por la vereda piensa atajar y rodea" es el dicho popular que mejor describe este sesgo, un sesgo hacia lo nuevo que puede llevar a la inflexibilidad y al estancamiento en situaciones de angustia emocional.
También están:
- el efecto Pigmalión,
- el sesgo de desgaste,
- el sesgo del síndrome del pavo real.

Códice de los sesgos cognitivos
Hasta la fecha, es posible identificar al menos 200 tipos de distorsiones cognitivas en forma de lista de sesgos cognitivos, que describen en detalle ciertas formas recurrentes de razonar que no son del todo racionales pero que, de manera inconsciente, participan en nuestro diálogo interior.
El Cognitive Bias Codex (CBC o Códice de los Sesgos Cognitivos) puede utilizarse para obtener una visión general. El CBC presenta una taxonomía de los sesgos cognitivos, una lista en la que se detallan ciertos modos de razonamiento que solemos dar por buenos pero que, observados con detenimiento, podemos llegar a cuestionar.
Sesgos cognitivos y marketing
¿Cuántas veces has hecho una compra y luego te has preguntado por qué?
El mundo de las ventas es uno de los sectores en los que es más fácil caer en una "trampa psicológica", precisamente porque los vendedores quieren lograr su objetivo de atraer y dirigir la atención de los consumidores, por lo que existe una profunda correlación entre los sesgos cognitivos y la venta.
Para lograr sus objetivos, los vendedores utilizan una estrategia de venta que aprovecha los sesgos cognitivos y los elementos perceptivos que pueden atraer fácilmente el interés de la gente. Se ha observado, por ejemplo, que el comportamiento de compra está influido por sesgos como:
- Sesgo de categoría: el consumidor está más inclinado a comprar si la información sobre el producto es breve.
- Sesgo de autoridad: la compra se ve facilitada si el producto lo presenta un experto o un personaje conocido.
- Sesgo de escasez: la compra se facilita si la disponibilidad del producto es escasa (ofertas limitadas, ediciones especiales).
- Sesgo de gratuidad: se facilita la compra del producto si el consumidor tiene derecho a un regalo gratuito.
- Sesgo de compromiso o de coherencia: es poco probable que alguien que ya es cliente cambie de servicio o producto.
Conocer estos mecanismos puede ser útil para no dejarse llevar por razonamientos emocionales y actuar de forma más consciente, probando a realizar "ejercicios de sesgos cognitivos" que nos ayuden a tomar decisiones más objetivas.
Por ejemplo: si sentimos el impulso de "no dejar pasar la oportunidad", podemos detenernos un momento y preguntarnos: "¿realmente lo necesito? En una escala del 1 al 10, ¿cuánto creo que realmente sea una oportunidad que no debo dejar pasar?".
Probablemente, si la respuesta está entre 7 y 1, significa que no es realmente lo que queremos. Aunque la primera impresión sea la de estar ante una oportunidad, pensar un momento más puede llevarnos a hacer una elección más consciente.
Sesgos cognitivos y trastornos psicológicos
¿Existe una correlación entre los sesgos y la ansiedad? Observando los trastornos de ansiedad se ha podido identificar un factor común: los síntomas de ansiedad suelen ir precedidos de la percepción de una amenaza. De modo que el malestar psicológico va acompañado de evaluaciones, pensamientos, consideraciones que generan la sensación de estar en peligro.
Por ejemplo, las personas que manifiestan ataques de pánico tienden a:
- centrar selectivamente la atención en las sensaciones de su cuerpo (sesgo de atención selectiva),
- buscar posibles signos de malestar (sesgo de confirmación),
- confundir a menudo simples funciones orgánicas como la sensación de un corazón que late con un síntoma de un infarto en curso (catastrofización).
La propia ansiedad de padecer una enfermedad podría interpretarse como prueba de un problema de salud real en curso (sesgo de afecto como información).
Pero, ¿existen relaciones con otros trastornos psíquicos? Podemos definir los sesgos como automatismos mentales, es decir, estrategias cognitivas que están transversalmente presentes en todos los cuadros clínicos. Lo que determina el sufrimiento es, de hecho, la forma en que pensamos y explicamos la realidad.
El trastorno obsesivo-compulsivo representa varios sesgos cognitivos que confirman y mantienen las creencias patógenas del TOC: la actitud hipercautelosa, funcional para evitar la culpa, está orientada por la tendencia a prestar atención selectivamente a los estímulos que representan una amenaza (sesgo de atención selectiva).
Por ejemplo, las personas con obsesión por la contaminación (misofobia) pueden interpretar cualquier mancha entre roja y marrón como sangre (sesgo de confirmación).
Además, el mero hecho de sentir ansiedad, asco o culpa puede ser prueba suficiente de que la persona está realmente "sucia", aunque no haya nada más que parezca confirmarlo (sesgo de afecto como información).
Factores que influyen en el sesgo cognitivo
¿Cuáles son los factores que influyen negativamente en el sesgo cognitivo? El sesgo cognitivo y los pensamientos automáticos tienden a activar un proceso de autoconfirmación que genera un círculo vicioso difícil de romper y se convierte en el motor silencioso del malestar emocional.
Dejar que la mente "se desboque" puede influir negativamente en nuestras elecciones diarias, ya que, como hemos visto, muchas evaluaciones que hacemos de forma espontánea y automática no se basan realmente en hechos, sino en impresiones.

¿Cómo gestionar, reducir o evitar el sesgo cognitivo?
El conocimiento de los sesgos cognitivos puede facilitar una reflexión sobre nuestro diálogo interior, es decir, el razonamiento sobre el razonamiento, lo que en la práctica clínica llamamos metacognición.
Reconocer los sesgos cognitivos es un primer paso para evitarlos. Es normal y humano recurrir a estrategias de pensamiento rápido, pero también forma parte de la capacidad humana reflexionar sobre lo que pensamos.
Evitar por completo los sesgos cognitivos es imposible porque, como hemos visto, forman parte integrante del funcionamiento de nuestra mente. Saber que existen nos permite plantearnos la idea de detenernos y preguntarnos, en determinadas circunstancias:
- si "dar por sentadas" determinadas valoraciones es realmente lo que nos conviene;
- si estamos haciendo consideraciones precipitadas;
- si reflexionar un momento más puede darnos la oportunidad de tomar decisiones diferentes que se acerquen más a lo que realmente queremos.
Sesgos y psicología: cómo puede ayudarnos un profesional de la salud mental
En terapia, lo que hacemos es reconstruir la cadena de pensamientos que llevan a la persona a experimentar malestar emocional o adoptar comportamientos que a la larga resultan disfuncionales. La psicología nos ayuda a conocer cómo funciona nuestra mente y al mismo tiempo a conocernos aún mejor a nosotros mismos, a quitarnos el piloto automático y movernos por el mundo siguiendo lo que realmente es importante para nosotros.
Entrenarnos a razonar en términos metacognitivos, es decir, hacer "razonamientos sobre razonamientos", nos permite crear una distancia crítica entre nosotros y nuestros pensamientos, cuestionarlos y tener una visión más realista y objetiva de la realidad.
Durante las sesiones es posible
- Reconstruir qué experiencias han llevado a la persona a tener determinadas expectativas sobre sí misma, los demás y el funcionamiento del mundo.
- Identificar cuáles son los pensamientos y creencias automáticos que impulsan el comportamiento y, a continuación, cuestionar esos sesgos cognitivos que nos dan una visión errónea de la realidad y que a menudo nos impiden encontrar el estado de bienestar psicológico que nos gustaría tener.




