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Psicología infantil
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min

Abuso sexual: ¿pueden defenderse los niños y niñas?

Abuso sexual: ¿pueden defenderse los niños y niñas?
Caterina Doino
Psicóloga con orientación Sistémica-Relacional
Redacción
Unobravo
Artículo revisado por nuestra redacción clínica.
Última actualización el
19.12.2025
Abuso sexual: ¿pueden defenderse los niños y niñas?
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Hablar de ello puede ser el primer paso

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El abuso sexual infantil es una experiencia devastadora tanto física como psicológicamente y puede producir comportamientos psicopatológicos importantes, debido a la confusión que se genera en la víctima a nivel cognitivo, emocional y sexual.

  • A nivel sexual, la víctima sufre un violento forzamiento a realizar conductas sexuales inapropiadas con respecto a su nivel de desarrollo y distorsiones desde el punto de vista relacional.
  • A nivel relacional, la víctima descubre que ha sido traicionada, manipulada y engañada por alguien cercano, si se trata de alguien familiar, o por un desconocido.
  • A nivel corporal, la invasión y la demolición provocan la pérdida del sentido del autodominio.

El niño se enfrenta a una maraña de estados de ánimo difíciles de sostener: decepción, humillación, duelo y pérdida de la confianza en una figura que era significativa y tranquilizadora para él.

La falta de una "confianza de base" y de un sentido estabilizado de sí mismo puede crear un vacío interior que a menudo impulsa al niño a buscar lo que los demás quieren de él, adaptándose a cualquier petición para mantener la relación y la ilusoria sensación de seguridad.

Abuso sexual infantil: una definición clínica

La Organización Mundial de la Salud define el abuso sexual infantil como la participación de un niño o niña en actividades sexuales que no comprende plenamente, a las que no puede dar su consentimiento o que violan las leyes o los tabúes sociales. Estas actividades pueden incluir el contacto físico, pero también la exposición a contenidos sexuales o la petición de realizar actos sexuales.

Según el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), el abuso sexual infantil incluye cualquier acto sexual impuesto a un niño o niña por un adulto o adolescente significativamente mayor con el objetivo de obtener gratificación sexual. Esta definición subraya la gravedad del abuso y la necesidad de reconocer todas sus formas, incluso las menos evidentes.

El abuso sexual infantil es un fenómeno desgraciadamente extendido en todo el mundo. Según una investigación de la OMS de 2024, se estima que aproximadamente 1 de cada 5 niños en Europa es víctima de alguna forma de abuso sexual antes de los 18 años.

La violencia contra los niños se caracteriza por su omnipresencia, diferentes autores y ámbitos, su continuidad en el tiempo, su elevada gravedad y sus consecuencias duraderas (Muratore, 2025). Esto pone de manifiesto la importancia de la prevención, la sensibilización y la formación de los adultos para reconocer las señales e intervenir en una fase temprana.

Indicadores físicos y de comportamiento del abuso sexual infantil

El abuso sexual puede manifestarse a través de signos físicos y de comportamiento. Es esencial que los padres, los profesores y los adultos que se ocupan de los niños reconozcan estos indicadores:

  • Signos físicos: presencia de hematomas, enrojecimiento o lesiones en la zona genital o anal, dificultad para caminar o sentarse, infecciones de transmisión sexual.
  • Cambios de comportamiento: descenso repentino del rendimiento escolar, aislamiento, ansiedad, depresión, trastornos del sueño o de la alimentación.
  • Comportamiento sexualizado: conocimiento o interés por temas sexuales inapropiados para la edad, juegos o dibujos con trasfondo sexual.
  • Regresiones: vuelta a comportamientos típicos de edades más tempranas, como la enuresis nocturna o el apego excesivo a los adultos.

Estos signos no siempre son prueba de abuso, pero su presencia, especialmente si son persistentes o se combinan, puede requerir una mayor investigación y evaluación por parte de los profesionales.

Factores de riesgo del abuso sexual infantil

Asimismo, algunos niños pueden ser más vulnerables a los abusos sexuales debido a factores de riesgo específicos, que es importante reconocer para poder tomar medidas preventivas. Algunos de estos factores son:

  • El aislamiento social: los niños que tienen pocos amigos o están poco supervisados por adultos pueden ser más susceptibles a situaciones de riesgo.
  • La ausencia o la falta de supervisión: la falta de una presencia adulta atenta aumenta la vulnerabilidad.
  • Antecedentes de maltrato o abandono: los niños y niñas que ya han sufrido otras formas de abuso o maltrato pueden tener más probabilidades de ser víctimas de abusos sexuales.
  • Discapacidades físicas o cognitivas: los niños con discapacidades pueden tener más dificultades para comunicarse o defenderse.
  • Un entorno familiar disfuncional: las situaciones de conflicto, abuso de sustancias o violencia doméstica pueden crear un ambiente propicio para los abusos.

Reconocer estos factores puede permitir a los adultos intervenir precozmente y ofrecer mayor protección a los niños más expuestos.

Los mecanismos que utiliza el niño para defenderse

Los principales mecanismos de defensa que utilizan los niños y niñas que sufren abusos sexuales son:

  • la eliminación,
  • la negación,
  • la escisión,
  • la identificación,
  • la idealización.
Lukas - Pexels

La represión, la negación y la escisión

La eliminación del trauma es la defensa más comúnmente utilizada: se pone en marcha para evitar que los sentimientos dolorosos y difíciles de aceptar se hagan evidentes y reconocibles.

La negación sirve para impedir que se reconozca lo que se ha sufrido y la maldad de quienes han perpetrado el abuso. Estos se idealizan para satisfacer el deseo de tener adultos diferentes y negar los hechos dolorosos.

Al negar la percepción de la maldad de la persona que abusa, esta se traslada a otra persona o a uno mismo: así se determina la escisión, que permite mantener la fantasía de tener un adulto bueno que cuida de uno mismo.

La identificación y la idealización

La identificación con el agresor hace que el parámetro se exteriorice y, al volverse igual que el agresor o el progenitor que se siente más poderoso, el niño es capaz de controlar la angustia que deriva del miedo a las agresiones, a la humillación y al abandono. El miedo a la sensación de impotencia se sustituye por sentimientos de poder y omnipotencia.

La identificación con quien castiga hace que el niño dirija los impulsos agresivos contra sí mismo, infligiéndose el mal que le gustaría hacer a los demás, para evitar estar en el lugar de los que merecen el castigo.

Dificultades de los niños para revelar abusos

A muchos niños y adolescentes puede resultarles extremadamente difícil hablar de los abusos que han sufrido. Esto puede deberse a varias razones:

  • El miedo a no ser creído: a menudo el niño teme que los adultos no confíen en él o minimicen lo ocurrido.
  • El sentimiento de culpa o vergüenza: el agresor puede haber hecho sentir a la víctima responsable del incidente, alimentando su sentimiento de culpa.
  • Amenazas o intimidación: en algunos casos, el agresor amenaza al niño o a su familia para evitar que hablen.
  • El vínculo afectivo con el agresor: cuando el agresor es una persona de confianza, el niño puede experimentar confusión y miedo a perder afecto o protección.

Comprender estas dificultades puede ayudar a los adultos a ser más tolerantes y pacientes, fomentando un clima en el que el niño pueda sentirse seguro para hablar de su experiencia.

Pixabay - Pexels

‍Quién es el pedófilo

La pedofilia forma parte de los trastornos parafílicos (parafilias) y es uno de los trastornos sexuales reconocidos por el DSM-5. Pero, ¿quién es el pedófilo? El término pedófilo evoca en el imaginario colectivo la figura de una persona mayor, maníaca y psicópata. Sin embargo, numerosos estudios han demostrado que el pedófilo suele ser una persona absolutamente corriente, que suele tener familia y un trabajo respetable.

En cuanto a la causa de fondo, los agresores sexuales pueden dividirse en dos categorías:

  • los que pasan de ser víctimas a agresores, para restablecer una sensación de poder que le fue arrebatada por los abusos sufridos en la infancia;
  • los que repiten la violencia por imitación, por ejemplo, porque han visto a su madre sufrirla. El agresor ha aprendido a asociar la violencia con la sexualidad y ha sido tan violentado psicológicamente que no sabe respetar y amar a los demás.

Qué pueden hacer los adultos ante el abuso sexual infantil

El niño no sabe cómo defenderse, pero puede aprender a hacerlo construyendo y reforzando la autoestima y la conciencia de sí mismo desde una edad temprana mediante el diálogo constante con sus padres.

Hablar juntos de situaciones desagradables o difíciles, abordar temas delicados y estimular la reflexión ayuda al niño a encontrar respuestas adecuadas en situaciones de peligro y a sentirse más fuerte en caso de emergencia.

A menudo, entre padres e hijos existe una especie de reticencia y vergüenza a la hora de abordar ciertos temas, especialmente los relativos a los abusos. Sin embargo, saber de antemano qué debe hacer el niño, encontrando en sí mismo reflexiones y conversaciones mantenidas con los padres, puede darle un gran apoyo en el momento imprevisible.

La prevención es esencial: los niños que tienen ciertos conocimientos saben reaccionar mejor cuando se encuentran en apuros. Los adultos tienen la tarea de guiar adecuadamente a los niños hacia la adolescencia y la edad adulta. Para ello, es importante:

  • estar atentos a sus preocupaciones;
  • establecer un clima de confianza que les ayude a tomar conciencia de los medios de defensa de los que disponen y a los que pueden recurrir en cualquier momento.
cottonbro - Pexels

Cómo darse cuenta e intervenir en caso de sospecha de abusos

Reconocer un posible abuso requiere atención y sensibilidad. Si se advierten señales sospechosas, es importante:

  • Escuchar al niño sin juzgarle: crea una atmósfera de confianza en la que el niño se sienta libre para hablar, sin presiones ni preguntas sugerentes.
  • Recabar información con delicadeza: evita insistir o sugerir respuestas, deja que el niño se exprese a su ritmo y con sus propias palabras.
  • No prometer secreto absoluto: explícale que algunas informaciones hay que compartirlas con quienes pueden ayudar, por su seguridad.
  • Recurrir a profesionales: en caso de sospecha fundada, es fundamental ponerse en contacto con los servicios sociales, psicólogos o cuerpos policiales especializados en protección de menores.

Una intervención precoz puede marcar la diferencia en la protección y el cuidado del niño.

Abordar el abuso sexual infantil requiere valentía, cuidado y saber que ningún adulto está solo en esta tarea. Reconocer las señales, escuchar sin juzgar y ofrecer apoyo son gestos fundamentales para proteger a los niños y ayudarles a recuperar la seguridad y la confianza.

Si sientes la necesidad de hablar con un profesional, para ti o para un ser querido, en Unobravo estamos a tu lado para acompañarte: puedes encontrar escucha, apoyo y herramientas útiles para afrontar incluso las situaciones más delicadas. Puedes dar el primer paso rellenando nuestro cuestionario para encontrar tu psicólogo o psicóloga online.

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