Ambivalencia o comportamiento ambivalente: qué es y cómo afrontarlo

Ambivalencia o comportamiento ambivalente: qué es y cómo afrontarlo
Caterina Berti
Redacción
Psicoterapeuta con orientación Humanista-Fenomenológica
Unobravo
Artículo revisado por nuestra redacción clínica
PUBLICADO EL
29.7.2025
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La ambivalencia en psicología hace referencia, en concreto, a la coexistencia de dos necesidades que son contradictorias entre ellas, pero tienen el mismo valor. En resumen, se trata de dos necesidades que tienden a ser opuestas pero de igual medida e importancia, que hacen que la persona tenga la sensación de ser arrastrada por dos fuerzas iguales pero opuestas.

En este artículo abordaremos el concepto de ambivalencia, el significado de ambivalente y las herramientas que la terapia psicológica para gestionar los comportamientos, pensamientos y emociones ambivalentes.

El significado de ambivalencia

La ambivalencia —también conocida como comportamiento ambivalente— se refiere a la existencia simultánea de sentimientos y actitudes contradictorios, como amor y odio o cordialidad y hostilidad, hacia una misma persona, objeto, acontecimiento o situación. 

La palabra ambivalencia combina los dos términos latinos ambi (ambos) y valentia (fuerza), que describen bien el significado de ambivalente: una persona que se siente “arrastrada” por dos fuerzas opuestas.

Una de las primeras definiciones de ambivalente la acuñó el psiquiatra suizo Eugen Bleuler en 1910. Según Bleuler, la persona con comportamiento ambivalente tiene una actitud psíquica que hace que experimente dos sentimientos o impulsos contrarios, de forma simultánea o alternada, hacia el mismo objeto.

La ambivalencia en psicología

El significado psicológico de ambivalencia no difiere mucho de su significado más amplio. En psicología, la ambivalencia se refiere a un estado, temporal o permanente, en el que coexisten dos sentimientos, generalmente opuestos. Esta situación ambivalente se produce cuando existe la presencia simultánea de pulsiones opuestas e inseparables hacia un mismo objeto, o la oposición de procesos primarios e inconscientes, lo que produce una contradicción a nivel de los procesos secundarios conscientes.

La ambivalencia es algo habitual en los seres humanos. Es un estado mental en el que una persona tiene sentimientos contradictorios respecto a alguna cosa.

Todos, incluso los niños, podemos experimentar una actitud ambivalente. Podemos experimentar sentimientos positivos y negativos por un mismo objeto al mismo tiempo. Por ejemplo, puede gustarnos el sentido del humor de una persona pero no su falta de fiabilidad, o podemos apreciar la valentía de una persona, pero pensar que no tiene compasión.

Las 3 dimensiones del comportamiento ambivalente

Para comprender plenamente el significado de una persona ambivalente y la razón de la incoherencia de sus actitudes, debemos distinguir las tres dimensiones en las que se divide el comportamiento ambivalente:

  1. La dimensión cognitiva racional en la que reside el conocimiento, la creencia o la opinión sobre algo. Bleuler la denominó dimensión intelectual. Las ambivalencias en esta área incluyen, por ejemplo, argumentos que incorporan dos puntos de vista opuestos.
  2. La dimensión afectiva en la que reside la ambivalencia emocional con sentimientos de amor y odio hacia un objeto o persona.
  3. La dimensión conductual se define como la forma en que una persona reacciona ante algo. Bleuler definió esta dimensión como volitiva, ya que está sujeta a la voluntad. Las actitudes conductuales ambivalentes se manifiestan, por ejemplo, en incoherencias entre lo que sentimos y cómo nos comportamos.

En la mayoría de los casos, la ambivalencia se presenta como una incoherencia respecto al valor positivo o negativo que cada uno de nosotros atribuye a cada una de las dimensiones que acabamos de citar. Por ejemplo, los hombres con comportamiento ambivalente pueden querer mucho a una persona pero mantenerse alejados de ella. El valor positivo hacia la dimensión afectiva es contradictorio con el valor negativo de su dimensión conductual, lo que se traduce en una actitud de ambivalencia hacia el ser querido.

La ambivalencia emocional

La ambivalencia emocional o ambivalencia afectiva se da en las relaciones íntimas y en el amor cuando coexisten emociones y deseos opuestos hacia una persona. Podemos amarla por completo y, al mismo tiempo, sentir un inmenso resentimiento hacia ella. 

El amor y el odio están presentes de la misma manera, y esto puede acabar por afectar tanto a nosotros mismos como a nuestra relación, porque no hay nada peor a nivel emocional que amar a alguien y saber que dicha relación nos hace daño. Un ejemplo clásico de relación ambivalente es la relación entre madre e hija, en la que existe un conflicto entre la necesidad de afecto, seguridad y pertenencia y la necesidad de independencia y libertad.

ambivalencia emocional
RODNAE Productions - Pexels

¿Cómo reconocer una relación ambivalente?

Las relaciones dominadas por la ambivalencia son siempre muy complicadas, ya que en su interior se alternan momentos agradables y de convivencia con otros de frialdad y desapego.

No se puede hablar de una personalidad ambivalente en el amor, ni en ningún otro ámbito, sino de personas con comportamientos, pensamientos o emociones ambivalentes. En estos casos, la persona puede enviar a su pareja señales intermitentes de interés que alimentan sus esperanzas y expectativas, como ocurre, por ejemplo, con el breadcrumbing

Estas dinámicas no solo se refieren al amor sexual, sino también a otros tipos de relaciones en las que entra en juego un fuerte valor emocional, por ejemplo:

  • las relaciones entre amigos íntimos, colegas o socios comerciales,
  • la relación profesor-alumno,
  • las relaciones entre hermanos,
  • la relación padre-hijo,
  • la relación entre un terapeuta y un paciente.

Las causas de la ambivalencia afectiva

Una hipótesis sobre las causas de la ambivalencia es que está asociada a la incapacidad de elegir y tomar decisiones. Existe la opinión de que la ambivalencia suele ser el resultado de valores sociales contradictorios relacionados con diferencias de cultura, raza, origen étnico, creencias religiosas, etc. Las construcciones sociales, las normas y los valores percibidos dentro de una determinada sociedad pueden dar forma a los sentimientos contradictorios de muchas personas.

Pero la mayoría de los psicólogos atribuyen las causas de la ambivalencia al miedo inconsciente a cometer un error y a la falta de madurez emocional.

El apego ambivalente

En el apego ambivalente, el cuidador responde de forma alterna y contradictoria a las necesidades del niño. Algunas veces aparece como un padre ausente o indiferente y otras como excesivamente presente y a veces incluso molesto.

Esto hace que el niño acabe adquiriendo en su interior una imagen parental que ama y odia al mismo tiempo. En casos graves, este cambio puede producirse de forma tan brusca que se convierte en uno de los mecanismos de defensa más clásicos y típicos de quienes padecen un trastorno límite de la personalidad, la escisión.

Necesidad de simplicidad

Según el filósofo y psicoanalista Umberto Galimberti, el hombre es ambivalente por naturaleza, pero, con el tiempo, ha llegado a desvalorizar la ambivalencia en favor de la coherencia y la identidad, como si los rasgos ambivalentes del ser humano fueran algo negativo que hay que borrar o resolver a toda costa.

Sin embargo, el objetivo del hombre no debería ser “resolver” sus sentimientos de ambivalencia, sino tomar conciencia de ellos, aceptarlos y legitimarlos para así poder aprender a gestionarlos de manera funcional.

De hecho, es habitual que, para “resolver” la ambivalencia, simplemente acabemos deshaciéndonos de algunas partes de nosotros mismos, distorsionando nuestra experiencia o no percibiéndola de forma auténtica. Optamos (no siempre conscientemente) por escuchar y reconocer solo una parte en lugar de la otra, sin darnos cuenta de que, de alguna manera, estamos negando nuestros verdaderos sentimientos y necesidades, así como nuestra experiencia plena.

Esto se debe a que, en psicología, el hombre tiende a simplificar la complejidad de la contradicción mediante la búsqueda de la unicidad, la exclusión, el orden y la coherencia, para lo cual solo una de las dos cosas opuestas “puede ser verdad”:

  • si lo amo, no puedo no amarlo;
  • si lo quiero, no puedo no quererlo;
  • si lo deseo, no puedo tenerle miedo.
ambivalencia o comportamiento ambivalente
Daria Shevtsova - Pexels

¿Cuándo se convierte en un problema la ambivalencia?

Si la ambivalencia no tiene acceso a nuestra conciencia, puede surgir una condición en la que experimentamos:

  • estancamiento: “nunca sé qué elegir”;
  • falta de constancia: deseo frente a fatiga, empezar algo sin terminarlo;
  • confusión: “no sé qué quiero”;
  • comportamientos contradictorios;
  • impulsividad: “he dejado el trabajo, pero no sé por qué lo he hecho”.

Cuando la persona se encuentra en este estado de inconsciencia, tiende a mantener una condición de incongruencia y le suele costar entrar en contacto con sus auténticas experiencias corporales, emocionales y afectivas. También tiende a recurrir a la disociación de la experiencia para negar una de las partes de su ambivalencia y distorsionar así su percepción de la experiencia global.

Detrás de la no aceptación y de la legitimación de la ambivalencia, se suele encontrar:

  • una dificultad para definir y reconocer nuestras propias necesidades,
  • una dificultad para priorizarlas, dejarlas ir o elegir,
  • una visión de las elecciones como puntos sin retorno,
  • una brecha entre el yo real y el yo ideal,
  • la presencia de constructos rígidos.

Ambivalencia: el apoyo de la terapia

Un tipo de ambivalencia clásica y habitual es aquella relacionada con el cambio:

  • “quiero cambiar y no quiero cambiar”,
  • “deseo cambiar y tengo miedo de cambiar”.

El objetivo de la psicoterapia no es dar una solución a la ambivalencia emocional, sino ayudar a que la persona pueda aprender a nombrarla, reconocerla y aceptarla, para así disminuir la intensidad del miedo relacionado al cambio. De modo que la terapia psicológica tiene como objetivo dar cabida a los dos polos de la ambivalencia:

  • captar las experiencias del paciente al respecto,
  • explorarlas y otorgarles la misma dignidad,
  • ayudar a comprender cómo la ambivalencia condiciona el comportamiento.

Si no sabes cómo afrontar la ambivalencia de forma autónoma, no dudes en consultar a un profesional de la salud mental, como una psicóloga o un psicólogo online. Siempre que lo necesites, puedes contar con el apoyo de unos de los psicólogos o psicólogas online de Unobravo, que podrá acompañarte en un proceso de terapia adaptado a tus necesidades.


Bibliografía
Este contenido es de tipo divulgativo y no puede reemplazar el diagnóstico de un profesional. Artículo revisado por nuestra redacción clínica

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