Freud afirmaba que hay tres profesiones especialmente complejas: la de psicoanalista, la de educador y la de padre y madre.
Más de cien años después, ser madres y padres se presenta como un reto cada vez más exigente. Los ritmos frenéticos de la vida y el trabajo, las preocupaciones económicas, las fragilidades culturales y sociales, y las crisis de las instituciones de formación y educación hacen que los niveles de estrés de los padres sean cada vez mayores. Cuando los retos se vuelven tan acuciantes que nos hacen sentir impotentes y abrumados puede producirse un verdadero agotamiento emocional típico del burnout parental.
Asimismo, la pandemia de Covid-19, al aumentar la cantidad de tiempo que hay que compartir dentro de los límites del hogar y la familia, dividiendo nuestro tiempo entre el trabajo, los deberes, la clases a distancia y las tareas diarias en espacios a menudo reducidos, amplificó las dimensiones del problema poniendo el foco en la cuestión del agotamiento parental (Di Fiore et al., 2021). Esta contribución pretende ser una guía práctica concisa sobre cómo afrontar el estrés parental para prevenir el burnout.
¿Qué es el burnout parental?
El burnout parental o agotamiento parental es una condición de malestar psicológico que se produce cuando los aspectos negativos de ser padre o madre se perciben como más numerosos e intensos que los positivos (Mikolajczak y Roskam, 2018). Es un estado de profundo cansancio, que implica percibir desapego hacia los hijos y tener dudas sobre las propias habilidades parentales (Roskam, Raes y Mikolajczak, 2017). El mero hecho de pensar en uno mismo en el papel de madre o padre provoca malestar y fatiga y, en algunos casos, esta condición puede llevar al maltrato físico o psicológico de los propios hijos.
Aunque es habitual que los padres presenten una cuota de estrés relacionada con las responsabilidades y tareas, cuando el estrés se intensifica, puede surgir una situación crónica de desequilibrio entre las exigencias que implica la tarea de ser madre o padre y los recursos individuales (Di Fiore et al., 2021). Como resultado, se puede producir un estado de:
- agotamiento intenso relacionado con el rol de padre o madre con una desvinculación progresiva;
- sentimiento de desapego emocional hacia los hijos;
- aumento de las dudas sobre la propia capacidad para ser un buen padre o madre.
Estas características se ponen de relieve con claridad en el trabajo de Mikolajczak y Roskam (Mikolajczak et al., 2019; Mikolajczak y Roskam, 2018) que han ahondado en el tema del burnout parental, basándose en los estudios, investigaciones e instrumentos de referencia de Christina Maslach sobre el estrés y el burnout laboral.
En esencia, la diferencia con el agotamiento laboral es la fuente del estrés. La sensación de estar abrumado por tareas y exigencias que desbordan los recursos que se perciben, en un caso está relacionada con el rol profesional, en el otro con el rol parental.
Los principales factores de riesgo pueden ser:
- Factores psicológicos: rasgos de personalidad caracterizados por la neurosis, emociones negativas, estrés, perfeccionismo intrínseco y socialmente prescrito.
- Factores ambientales: falta de trabajo, tener un trabajo a tiempo parcial, dificultades económicas, falta de apoyo social, género femenino (las madres son más propensas a desarrollar burnout), presencia de niños con necesidades especiales (Di Fiore et al., 2021).

Padres y madres estresados: causas del burnout parental
La gestión familiar a menudo se suma al trabajo, lo que provoca altos niveles de estrés. La precariedad laboral, con las preocupaciones relacionadas con la posibilidad de perder el trabajo, contribuye a aumentar la presión.
El cambio del contexto social plantea nuevos problemas familiares. Una familia cada vez más individual, aislada y no integrada en un contexto comunitario, convierte a los abuelos en los únicos referentes en términos de apoyo social para el núcleo familiar.
En algunos casos, el bajo conocimiento de las prácticas de cuidado infantil también puede ser determinante para el agotamiento, especialmente con el primogénito (Mikolajczak, Raes et al., 2018). Las dificultades para acceder a los servicios (por ejemplo, a una guardería) a menudo dificultan la gestión de los horarios y la superposición de las tareas de crianza con los roles laborales.
En un escenario de enorme complejidad, el rol parental también se ve afectado por expectativas y juicios que pueden fomentar una sensación de inadecuación con respecto a la imagen del padre ideal que propone la sociedad. Por último, como ya se ha mencionado, algunos aspectos de la personalidad (por ejemplo, la neurosis, el perfeccionismo y las dificultades en la regulación emocional) pueden representar factores de riesgo para el burnout parental.
Síntomas y señales de alerta del burnout parental
A continuación se enumeran los principales síntomas que no debemos subestimar si experimentamos una situación de estrés crónico en relación con el rol de padres:
- Sensación de estar emocionalmente agotado y exhausto.
- Sensación de estar cansado desde que nos despertamos.
- Sensación de no poder hacer frente a la situación.
- Sensación de que ser padre o madre requiere demasiado compromiso y dedicación.
- Percepción de que los niños son difíciles.
- Sensación de ser ineficaz.
- Sensación de no ser capaz de afrontar los problemas con calma.
- Sensación de no estar a gusto y no disfrutar de pasar tiempo con los hijos.
- Alteración del humor, cambios en el sueño, ansiedad, irritabilidad, problemas en la relación de pareja, depresión e incluso ideación suicida.
Estrategias para gestionar el burnout parental
Cuando el estrés se vuelve continuo y constante en el tiempo, es más fácil llegar a experimentar la sensación de no tener recursos suficientes para afrontarlo. En estas situaciones se materializa el riesgo de burnout parental. Veamos qué estrategias pueden ayudar a afrontarlo:
- Cuidar de nosotros mismos: cuidar el sueño, la alimentación, la conciliación de la vida laboral y familiar, y nuestros intereses, sacando tiempo libre para nosotros.
- Buscar ayuda en una red de apoyo, por ejemplo, relacionándonos con otros padres y madres.
- Redefinir las expectativas sobre nuestra función parental, alejándonos de los ideales de perfección que alimentan sentimientos de inadecuación (la psicoterapia y la formación parental pueden ser de ayuda).
- Redefinir las prioridades y centrarse en lo importante.
- Aprender a reconocer las emociones, los recursos y los límites, fomentando la autoconciencia y el autoconocimiento (el apoyo psicológico también puede ser valioso en este caso).

Cómo prevenir el burnout parental
A continuación se exponen algunas estrategias prácticas que pueden ser útiles para prevenir el agotamiento parental y reducir el estrés:
- Reformular las expectativas de nuestro modelo ideal de crianza, lejos de los ideales de perfección construidos por la sociedad.
- Establecer rutinas diarias sostenibles con compromisos equilibrados y planificados, evitando al mismo tiempo una rigidez excesiva.
- Implicar a la pareja y a la familia en las actividades de cuidado de los hijos y delegar tareas y funciones.
- Comunicar claramente a nuestra pareja nuestras emociones y nuestras dificultades.
- Salvaguardar la posibilidad de disfrutar de tiempo de calidad en compañía de los hijos, saboreando la alegría y la despreocupación.
- Proteger el tiempo y la energía personales aprendiendo a decir no y rechazando compromisos excesivos.
- Crear y alimentar redes de apoyo que nos permitan mantenernos en contacto con otras familias.
- Cuidar de nosotros mismos también a través de actividades de mindfulness o meditación.
- Identificar los recursos y fortalezas personales.
- Intentar organizar agendas diarias con tiempo para nosotros mismos y tiempo para pasar con la familia, además del tiempo que dedicamos al trabajo.
¿Cuándo acudir a un profesional?
¿Cuándo es útil consultar a un psicólogo para temas parentales?
En caso de que el estrés se vuelva crónico y la sensación de estar sobrepasado sea constante, puede ser útil acudir a un profesional para recibir apoyo psicológico o psicoterapia. La intervención de un experto cobra especial importancia en los casos en los que aparecen síntomas depresivos y ansiosos que tienden a aumentar el distanciamiento emocional con los hijos.
De hecho, la psicoterapia y la formación para padres pueden ayudar a:
- comprender los esquemas relacionales y emocionales que se activan automáticamente y que hay que transformar;
- reestructurar las expectativas sobre nuestro propio papel parental;
- reconocer las prioridades, pero también nuestros recursos y límites personales;
- mejorar el modo en el que comunicamos nuestras necesidades, emociones y exigencias.
Consultar un profesional puede ayudarnos a sentirnos menos solos a la hora de afrontar la difícil tarea de ser padres.