El término drunkorexia es un neologismo anglófono que fusiona los términos drunk (ebrio) y anorexia. La palabra apareció por primera vez en 2008 en Estados Unidos, en un artículo del New York Times, para describir un trastorno alimentario que afectaba a estudiantes universitarios.
La drunkorexia o anorexia alcohólica —también conocida como ebriorexia o alcohorexia— consiste en reducir la ingesta de alimentos para aumentar la de alcohol, y disminuir así el riesgo de aumento de peso corporal. De modo que la drunkorexia hace referencia a conductas disfuncionales como el consumo excesivo de alcohol y el comportamiento anoréxico.
Alcohorexia: síntomas y comportamientos frecuentes
El fenómeno de la drunkorexia entrelaza trastornos alimentarios, como la anorexia y la bulimia, con el abuso del alcohol.
Algunas de las formas en las que se manifiesta pueden encontrarse en los síntomas de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), por ejemplo:
- los comportamientos alimentarios restrictivos, como saltarse comidas y reducir la ingesta de alimentos;
- la disminución acusada del peso corporal;
- el ejercicio físico excesivo.
Estos comportamientos se combinan con un consumo excesivo de bebidas alcohólicas, lo que da lugar a lo que algunos autores (Baer et al., 2002) denominan "atracones alcohólicos". Los comportamientos alimentarios restrictivos pretenden compensar el consumo excesivo de alcohol. En concreto, la ingesta de azúcar a través de la bebida alcohólica crea una sensación de saciedad que contribuye a reducir el apetito. Por eso es común la creencia de que el alcohol hace perder peso.
En algunos casos, también se producen vómitos autoprovocados como comportamiento compensatorio.
Causas de la drunkorexia y factores de riesgo
La drunkorexia es un fenómeno que se da principalmente entre la población joven. Los factores de riesgo se encuentran en una perspectiva bio-psico-social.
En esta fase de la vida pueden surgir dificultades con respecto a la percepción de la imagen corporal, que están relacionadas con modelos sociales idealizados a los que el individuo tiende a adherirse, con el deseo de aumentar la autoaceptación y la deseabilidad social.
El consumo excesivo de alcohol tiene como objetivo facilitar las relaciones sociales y contrarrestar los sentimientos de inadecuación. De hecho, un estudio de la Universidad Sapienza de Roma (Pompili y Laghi, 2018) confirmó que el consumo de alcohol puede convertirse en una estrategia para regular las emociones.
Algunos autores (Raylu y Lei, 2002) sostienen que la impulsividad es el rasgo de personalidad que contribuye al desarrollo de la adicción patológica, dada la incapacidad del sujeto para procrastinar la gratificación. Del mismo modo, la búsqueda de sensaciones, como probar nuevas experiencias, puede favorecer el acercamiento a conductas disfuncionales.

Efectos de la drunkorexia en la salud mental y física
La drunkorexia puede provocar importantes consecuencias psicofísicas relacionadas con el consumo excesivo de alcohol y las restricciones alimentarias. En concreto, pueden aparecer síntomas en:
- el sistema cardiovascular,
- el sistema gastrointestinal,
- el hígado,
- el sistema nervioso central.
También puede producirse amenorrea y delgadez extrema.
Desde el punto de vista psicológico, el consumo excesivo de alcohol puede provocar:
- dificultad para gestionar las emociones,
- reacciones violentas,
- trastornos del estado de ánimo,
- ansiedad,
- depresión,
- dificultades en la esfera sexual.
Asimismo, el deterioro de la capacidad de concentración puede exponer a la persona a comportamientos de riesgo.
Impacto social y relacional
Las personas que padecen drunkorexia suelen tener baja autoestima, sensación de vergüenza hacia su cuerpo y dificultades en las relaciones sociales. El mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad y del estado de ánimo puede conducir a un aislamiento social gradual, lo que perjudica significativamente la esfera relacional y la capacidad de adaptabilidad social.

Diagnóstico y evaluación de la drunkorexia
Se ha propuesto incluir la drunkorexia en el DSM-5 entre los trastornos de la nutrición y de la alimentación con otra especificación, mediante la inclusión de criterios diagnósticos pertinentes (Thompson-Memmer et al., 2019).
Los síntomas referibles a la anorexia nerviosa (APA, 2014) son la restricción en la ingesta calórica, el miedo intenso a ganar peso y la percepción corporal alterada. Otros síntomas están relacionados con los atracones de alcohol o binge drinking, como el consumo excesivo de alcohol (4-5 copas en una única ocasión y en un corto periodo de tiempo).
Para realizar una evaluación diagnóstica es aconsejable ponerse en contacto con profesionales sanitarios y de la salud mental que, mediante la administración de pruebas psicodiagnósticas, entrevistas psicológicas y una evaluación médica, puedan realizar un diagnóstico preciso.
Tratamiento y prevención de la drunkorexia
Los tratamientos indicados en este tipo de trastorno, al igual que en los trastornos de la conducta alimentaria, son multidisciplinares y requieren la presencia de varias figuras profesionales, como psicólogos, psicoterapeutas y médicos.
Es necesario intervenir en la dieta para aprender un estilo de alimentación equilibrado. En estos casos, la terapia individual puede ser importante para ahondar en las causas que dan lugar a los síntomas, mientras que la terapia de grupo es útil para fomentar las habilidades sociales y encontrar en el grupo un apoyo positivo para el proceso de tratamiento.
La prevención primaria puede ser una intervención eficaz en términos de sensibilización sobre los fenómenos que afectan a los jóvenes, especialmente al promover una mayor conciencia de los riesgos que implica la adopción de patrones de comportamiento disfuncionales.
Una revisión de la literatura científica (Larimer y Cronce, 2002) confirmó la importancia de la información entre los estudiantes como herramienta preventiva de los riesgos para la salud. Es conveniente intervenir interceptando los síntomas de malestar que podrían conducir a la drunkorexia o a otros comportamientos de riesgo.
El diagnóstico precoz puede marcar la diferencia
Las estrategias de prevención proporcionan a las personas las herramientas para el reconocimiento precoz de los síntomas con el fin de intervenir en una fase temprana.
Entre los agentes sociales implicados, la familia tiene un papel primordial en el reconocimiento de los síntomas, ya que a menudo vive experiencias dolorosas relacionadas con las dificultades de sus hijos. Cuando la gestión de los aspectos emocionales se vuelve difícil, puede ser conveniente recurrir a un profesional para iniciar un proceso de apoyo psicológico, como puede ser una psicóloga o psicólogo online.
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