La gestión emocional es una competencia central para todo ser humano que permite reconocer y gestionar las emociones, por lo que se trata de un aspecto necesario para el bienestar de una persona junto con la regulación emocional. La importancia de la capacidad de reconocer y modular nuestros estados emocionales se refleja en los numerosos beneficios que aporta.
La gestión emocional permite:
- Afrontar tanto los acontecimientos positivos como los retos de la vida, aunque sean desagradables o fuente de conflicto.
- Relacionarse de forma óptima con los demás.
- Atravesar las distintas etapas de desarrollo de la vida con estrategias adecuadas.
¿Qué es la gestión emocional?
La gestión emocional es el conjunto de estrategias que utilizamos para gestionar las emociones que sentimos en un momento dado. Supone la capacidad de:
- Reconocer y distinguir las distintas emociones.
- Aceptar nuestra experiencia emocional, independientemente de que sea agradable o desagradable.
- Utilizar las emociones como motor para alcanzar objetivos a nivel personal o en nuestras relaciones.
- Modular los aspectos modificables de la experiencia emocional, como la intensidad, el contenido y la duración.

¿Cómo aprendemos a gestionar las emociones?
Pensemos en un niño muy pequeño que llora desesperado por la pérdida de su juguete favorito. ¿Cómo podrá calmarse y "digerir" la tristeza que siente? Para aprenderlo, es esencial que, desde que nace, el niño tenga una figura de referencia, un adulto, que pueda enseñarle.
En particular, como sostenía el psicoanalista británico Wilfred Bion, un papel crucial lo desempeñaría lo que se conoce como “rêverie materna”, es decir, la capacidad del adulto para captar las señales sensoriales y emocionales del niño y devolvérselas en una forma que su sistema en desarrollo sea capaz de asimilar. De modo que la figura de referencia paternal se configura como la primera fuente de regulación de las emociones.
El adulto no solo es capaz de contener, sino que también es capaz de reflejar la emocionalidad del niño: mostrar estados de ánimo coherentes con los del niño facilita que este los reconozca.

¿Qué estrategias de regulación emocional podemos adoptar?
Para regular y gestionar nuestra experiencia emocional disponemos de dos macrocategorías de estrategias de regulación emocional:
- Estrategias internas: tienen que ver con la capacidad de "estar" en contacto con la emoción y "atravesar" su curso fisiológico, aceptando la experiencia como un momento precioso para obtener información sobre nosotros mismos y nuestras necesidades.
- Estrategias externas: implican la participación de situaciones externas para alterar nuestro estado emocional y pueden incluir la búsqueda de objetos, distracciones, sustancias, actividades, etc.
Ambas estrategias de gestión emocional pueden ser válidas si se utilizan con flexibilidad. Pueden surgir más dificultades cuando se utiliza una estrategia rígida, especialmente si tiene como objetivo la evitación sistemática de una experiencia emocional que se considera demasiado difícil de expresar o gestionar. En estos casos hablamos de desregulación emocional.