La incapacidad de gestionar las emociones, ya sean agradables o desagradables, es una dificultad que puede tener un gran impacto en la vida cotidiana. Basta con pensar en cómo podemos reaccionar ante episodios de ira o tristeza que escapan a nuestro control.
La desregulación emocional, según el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), tiene manifestaciones clínicas específicas como la depresión, los ataques de pánico, el comportamiento compulsivo y los trastornos alimentarios.
Desregulación emocional: ¿qué es?
La desregulación emocional es la incapacidad de regular la intensidad de las emociones una vez activadas. Sentirse a merced de las propias emociones, sentirse emocionalmente inestable y oscilar rápidamente de una emoción a otra, sentirse fuera de control, no tener conciencia ni palabras para expresar las propias emociones (anestesia emocional y alexitimia) son las experiencias que más a menudo se relatan en terapia. Además, la crianza sobreprotectora y la falta de límites claros pueden llevar al desarrollo de lo que se conoce como el "síndrome del niño emperador", donde los niños muestran demandas excesivas, baja tolerancia a la frustración y dificultades significativas en la regulación emocional.
La regulación emocional y la desregulación son opuestas. De hecho, en contraste con la desregulación emocional, la definición de regulación emocional es ser capaz de modular las propias emociones teniendo en cuenta el contexto en el que se producen.
Las causas de la desregulación emocional pueden ser diversas, como los factores biológicos, el fracaso en la elaboración de un trauma complejo, el tipo de vínculo que se ha formado en la infancia con los cuidadores o incluso tener superdotación intelectual o altas capacidades.
Desregulación emocional en los niños y niñas
La capacidad de regular la propia emocionalidad se aprende durante la infancia en la relación de apego con la persona cuidadora. Por lo tanto, la desregulación emocional y el estilo de apego están profundamente conectados.
De hecho, si la persona adulta es capaz de responder a las necesidades del niño y es capaz de tranquilizarlo cuando lo necesita, podrá desarrollar una buena regulación emocional, aumentando la inteligencia emocional, evitando que tenga miedo de sus propias emociones y fomentando una buena tolerancia a la frustración en el niño.
Como señala el artículo de Carpenter y Trullo sobre la desregulación emocional, la falta de regulación de los padres, además de ser percibida como un evento traumático, lleva al niño a una desregulación afectiva, que probablemente se repita en la edad adulta como una forma de regulación disfuncional.
Las habilidades de regulación emocional son fundamentales por lo siguiente:
- Nos permiten funcionar y adaptarnos de forma óptima.
- Nos permiten dar respuestas adecuadas en las interacciones sociales.
- Fomentan la capacidad de mentalización.
- Facilitan la capacidad de afrontar nuevos cambios y situaciones.
Desregulación emocional y TDAH
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo (o neurodivergencia) que se manifiesta en la infancia y perjudica a los niños y niñas en el ámbito social y escolar. En la escuela, la hiperactividad y la impulsividad, las dificultades de atención y la baja capacidad de atención van acompañadas de una desregulación emocional.
La dificultad para regular la intensidad de la emoción en relación con el contexto y la situación provoca algunos déficits: irritabilidad:
- Irritabilidad: dificultad para controlar la ira.
- Labilidad: cambios de humor frecuentes.
- Reconocimiento de las emociones: no percibir las emociones de los demás.
- Intensidad emocional: la desregulación emocional en el TDAH hace que las emociones se experimenten con mucha intensidad.
Desregulación emocional en el autismo
En el trastorno del espectro autista también encontramos conductas problemáticas derivadas de la desregulación emocional, como por ejemplo:
- agresividad
- irritabilidad
- arrebatos de ira
- comportamiento autoagresivo.
Estos comportamientos se exacerban cuando el trastorno negativista desafiante también está presente en la comorbilidad.
Síntomas de desregulación emocional en los trastornos del espectro autista
Lo que caracteriza a las emociones en las personas autistas no es su calidad, sino su intensidad.
Los déficits en los procesos de regulación emocional pueden conducir a un comportamiento aparentemente sin propósito, desorganizado y desorientado.
La desregulación emocional y conductual puede manifestarse de esta forma:
- Evitar y escapar.
- Cambios repentinos en el tono afectivo.
- Inestabilidad del estado de ánimo.
- Respuestas inapropiadas.
- Dificultad para mantener una respuesta emocional estable.
- Rigidez expresiva.
- Hiperactividad motora y tensión muscular.
- Cambios posturales y vocales.
- Aumento de las acciones repetitivas.
Algunos estudios también destacan cómo la reducida capacidad lingüística, que tienen muchos niños y niñas con autismo, contribuye a esta incapacidad para expresar su estado emocional. Es muy común enfrentarse a diferentes crisis:
- ira furiosa;
- pánico repentino;
- excitación fuera de control;
- manifestaciones auto y heteroagresivas;
- gritos y comportamientos perturbadores.
Estas y otras reacciones emocionales, que pueden parecer exageradas, se producen por razones que para una persona que los observa desde fuera pueden parecer muy triviales, pero no es así en absoluto. De hecho, el sistema nervioso de los niños y niñas autistas está sobrecargado de estímulos sensoriales, emocionales, cognitivos y sociales, que tienen el efecto potencial de conducir a la desorganización y, por tanto, al trastorno de la regulación emocional.
Desregulación emocional en la adolescencia
La adolescencia es ese periodo de la vida caracterizado por un fuerte torbellino de emociones, búsqueda de sensaciones y búsqueda de riesgos. También se caracteriza por un cierto grado de desregulación emocional, cuyo significado puede traducirse en una dificultad para autorregular las relaciones con las amistades y la propia familia.
En la adolescencia parece que se cambia constantemente de opinión y que es una etapa sujeta a frecuentes cambios de humor.
Si hay una familia detrás que sirve de base segura, las situaciones perturbadoras se convertirán en oportunidades para aprender y desarrollar habilidades de regulación emocional.
Si no se dan estas condiciones, los adolescentes pueden tener un comportamiento desregulado que también puede resultar peligroso para su propia vida. La desregulación emocional dará lugar a alguna de estas cosas:
- adicciones
- problemas como la anorexia nerviosa y la bulimia;
- depresión y baja autoestima;
- dependencia emocional ;
- trastornos relacionales.
Desregulación emocional en adultos
La desregulación emocional en las personas adultas se manifiesta de forma compleja y a menudo acompaña a otros trastornos psicológicos o amplifica sus manifestaciones, estando presente en muchos trastornos psicopatológicos.
El más emblemático es el trastorno límite de la personalidad, en el que la persona experimenta una sensación de pérdida de control sobre sus emociones, impulsividad y comportamiento autodestructivo, aunque también puede darse en el autismo en adultos.
Ante una emoción muy intensa, se promulga un comportamiento destructivo, que puede alejar a los demás y provocar reacciones de ira. Las personas que sufren desregulación emocional en el trastorno límite de la personalidad tienen dificultades para gestionar sus emociones de forma funcional, y se encuentran viviendo como en una montaña rusa, con cambios bruscos y repentinos.
Desregulación emocional en personas adictas
Otro marco patológico en el que la desregulación emocional juega un papel clave es el de las adicciones patológicas. Las drogas, al igual que el juego patológico y otras adicciones comportamentales, remodelan el poder de la emoción, actuando como anestesiantes o amplificadores, según la situación y el caso concreto.
A través de la sustancia o el juego, se hacen más tolerables ciertas experiencias emocionales, se pueden controlar las emociones en el amor o se pueden suprimir las causadas por traumas de la infancia y otras experiencias que han generado sufrimiento.
Desregulación emocional y comida: alimentación emocional
¿Con qué frecuencia vemos a personas que, presas de emociones fuertes, tienden a ingerir grandes cantidades de comida? Este fenómeno se denomina comúnmente alimentación emocional (emotional eating), es decir, "comer por compensación".
La persona, ante una emoción que no sabe regular, puede caer en la adicción a la comida, comiendo en exceso y a menudo sin disfrutar de la comida. Si la persona no tiene otras estrategias funcionales para gestionar estos estados emocionales que le alteran, tenderá a utilizar esta conducta disfuncional de forma casi automática.
Se ha demostrado que la alimentación emocional es un factor de riesgo para el desarrollo de trastornos alimentarios como la bulimia nerviosa y los atracones (o la alimentación incontrolada).
Las personas con trastornos alimentarios utilizan con más frecuencia estrategias desadaptativas ante las emociones intensas. Los grandes atracones de comida o las restricciones severas, así como el comportamiento punitivo hacia el propio cuerpo, se ponen en marcha para "gestionar" las emociones negativas.
A través de la comida, la persona intenta regular sus emociones, desterrando los pensamientos desagradables. La comida se convierte en una estrategia para hacer frente a la situación temida, lo que desencadena experiencias de tristeza, ansiedad y culpabilidad: en resumen, un círculo vicioso paralizante.
Esto es lo que ocurre: la persona experimenta una emoción intensa que no puede controlar, una crisis de desregulación emocional que le lleva a ingerir grandes cantidades de comida que luego le harán sentirse culpable y triste por la situación.
Intenta remediarlo con conductas de "purificación" como la restricción de alimentos, el ejercicio intenso, el uso de purgas y laxantes o el vómito autoinducido. Todos estos comportamientos conducirán a la reexperimentación de emociones negativas y a la evaluación negativa de uno mismo, lo que dará lugar a una fuerte crítica de uno mismo.
Desregulación emocional: tratamiento y terapia
Aunque para cada edad y patología existe una predilección por un determinado tipo de intervención en lugar de otra, podemos establecer en este apartado unas pautas comunes para todos los tratamientos de la desregulación emocional.
El mínimo común denominador de todas las intervenciones terapéuticas con respecto a este problema es el fortalecimiento de la función metacognitiva, es decir, ser consciente de los estados mentales propios y ajenos y hacer inferencias plausibles sobre lo que sienten y piensan otras personas.
En el tratamiento de la desregulación emocional en psicología subyace una relación de cooperación entre el paciente y el psicólogo, un espacio en el que el paciente puede sentirse acogido y dar expresión a las emociones que siente, pudiendo describirlas en un lugar protegido, sin riesgo de ser invalidado.
Además de esta fase tan importante, en la que se aprende a reconocer, describir y nombrar la emoción, está la fase de entrenamiento en habilidades sociales, es decir, se enseñan las habilidades para saber gestionar la emoción cuando llega.
A través de esta estrategia, el paciente aprenderá las habilidades para tolerar las emociones que le causan angustia y relacionarse con los demás de manera eficaz, para ser más competente en la vida cotidiana. La terapia con uno de nuestros psicólogos online puede ser una buena ayuda: basta con rellenar el cuestionario y tener la primera sesión cognoscitiva gratuita, y luego decidir si se inicia la terapia.