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Trastornos mentales
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5
min

Anestesia emocional: qué es y cómo se manifiesta

Anestesia emocional: qué es y cómo se manifiesta
Antonella Russo
Redacción
Unobravo
Artículo revisado por nuestra redacción clínica.
Publicado el
28.11.2025
Última actualización el
28.11.2025
Anestesia emocional: qué es y cómo se manifiesta
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“Es imposible no comunicar.”

Con este principio, el psicólogo austriaco Paul Watzlawick se refirió a que todo comportamiento es una forma de comunicación en sí mismo. Cuando creamos una coraza o una muralla a nuestro alrededor, lo que en psicología se conoce como anestesia emocional, también estamos transmitiendo un mensaje.

En este artículo, abordamos qué es la anestesia emocional, en qué consiste este concepto en psicología, sus causas y cómo se puede afrontar.

Anestesia emocional: significado

Cuando no expresamos nuestras emociones y sentimos la incapacidad de "liberar" lo que sentimos, tendiendo a ignorar u ocultarlo, podemos estar frente a un caso de anestesia emocional, un mecanismo de defensa secundario.

Sin embargo, anestesiar los sentimientos no significa no sentir. Al anestesiar las emociones, se vuelven difíciles de expresar, se racionalizan y pueden asociarse a desconexión emocional, evitación experiencial y trastornos psicosomáticos.

En psicología también se habla de alexitimia, que es la incapacidad para identificar y reconocer las propias emociones y, por tanto, expresarlas. En ocasiones, esta puede aparecer junto con la paratimia o incongruencia emocional, un trastorno que hace que la persona muestre emociones que no se corresponden con la situación o contexto.

Síntomas y comportamientos relacionados con la anestesia emocional

Reconocer la anestesia emocional puede resultar complejo, ya que sus manifestaciones pueden variar en cada persona. Sin embargo, hay algunos síntomas y comportamientos frecuentes que pueden facilitar su identificación:

  • Dificultad para identificar o nombrar emociones: la persona puede notar que no logra precisar lo que siente o encuentra complicado expresar sus estados emocionales con palabras.
  • Sensación de vacío o desconexión: es habitual experimentar una especie de “apagón” emocional, como si las emociones estuvieran adormecidas o distantes.
  • Reacciones emocionales planas: ante situaciones que suelen generar alegría, tristeza o enfado, la respuesta puede ser neutra o poco intensa.
  • Tendencia a evitar conflictos o conversaciones profundas: el temor a conectar con las propias emociones puede llevar a evitar situaciones que requieren implicación afectiva.
  • Automatización de la vida cotidiana: algunas personas describen que actúan “en piloto automático”, cumpliendo con sus rutinas sin experimentar placer ni malestar, que puede ser característico también del burnout y la depresión anhedónica.

Estos síntomas pueden influir tanto en la vida personal como en las relaciones, y pueden dificultar la conexión con uno mismo y con quienes le rodean.

Causas de la anestesia emocional

La anestesia emocional puede tener diferentes orígenes, y comprender sus causas resulta esencial para poder abordarla de manera cuidadosa y personalizada. Entre los factores que pueden estar presentes se encuentran:

  • Experiencias traumáticas: situaciones como abusos, pérdidas importantes o episodios de violencia pueden llevar a una persona a desconectarse de sus emociones como una forma de autoprotección.
  • Estrés crónico: estar expuesto durante mucho tiempo a situaciones estresantes, ya sea en el trabajo o en la vida personal, puede agotar los recursos emocionales y facilitar la aparición de anestesia afectiva.
  • Trastornos psicológicos: algunas condiciones, como la depresión, el trastorno de estrés postraumático o ciertos trastornos de ansiedad, se asocian frecuentemente a una disminución o bloqueo de la respuesta emocional.
  • Uso de medicamentos: algunos medicamentos, en especial los psicotrópicos, pueden influir en la capacidad de sentir o expresar emociones, generando una sensación de embotamiento afectivo.
  • Factores neurológicos: cambios en áreas del cerebro relacionadas con la gestión emocional, como la amígdala o la corteza prefrontal, pueden dificultar el procesamiento y la expresión de las emociones.

Cada persona puede vivir una combinación particular de estos factores, lo que hace que la anestesia emocional sea un fenómeno complejo y con muchas facetas.

Mecanismos cerebrales implicados en la anestesia emocional

La anestesia emocional no solo se relaciona con aspectos psicológicos, sino que también cuenta con una base neurobiológica. El cerebro desempeña un papel esencial en cómo sentimos y procesamos las emociones.

  • La amígdala es una estructura cerebral importante para detectar y responder a estímulos emocionales, especialmente aquellos asociados al miedo y a la percepción de amenaza. Cuando la amígdala se encuentra menos activa o desconectada, la capacidad para experimentar emociones intensas puede disminuir (hipoactivación emocional).
  • La corteza prefrontal participa en la regulación y el control de las emociones. Cuando existe una tendencia a racionalizar en exceso o a intentar controlar constantemente las respuestas emocionales (control excesivo basado en hiperregulación), puede aparecer una desconexión afectiva, lo que dificulta reconocer y expresar los propios sentimientos.
  • El sistema límbico, en conjunto, coordina la integración de las experiencias emocionales con la memoria y la motivación. Cambios en este sistema pueden favorecer la sensación de vacío o embotamiento emocional, especialmente en presencia de trauma.

Estos mecanismos cerebrales permiten comprender por qué, en algunos momentos, la anestesia emocional puede sentirse como algo que no depende completamente de la voluntad de la persona. Además, se ha observado que el aprendizaje implícito bajo anestesia general es más fuerte para información emocionalmente negativa y puede detectarse mediante la frecuencia espectral cerebral (Gidron et al., 2002).

Anestesia de los sentimientos: somatización

Ya sea el control de las emociones en el amor o en las relaciones laborales y de amistad, lo que tienen en común las personas que se sienten anestesiadas es la posibilidad de somatizar todas las emociones. Los síntomas psicosomáticos son múltiples y pueden manifestarse de diversos modos. Algunos de los más comunes son:

  • gastritis, colitis o úlcera;
  • hipertensión;
  • dolores de cabeza, calambres musculares o fatiga crónica;
  • asma bronquial;
  • resfriados psicosomáticos;
  • blefaritis por estrés;
  • psoriasis, dermatitis psicosomática o urticaria.

Anestesia emocional en personas que la han somatizado

Las emociones tienen una función indispensable: existen porque nos salvan. Incluso las consideradas negativas, si se gestionan bien, tienen un propósito. Por ejemplo, el miedo y la ira cumplen funciones importantes.

  • El miedo nos salva la vida. Nos permite no tener conductas peligrosas para nuestra seguridad (por ejemplo, al ir a cruzar la calle, es el miedo a la consecuencia de no hacerlo y ser atropellados, lo que nos hace vigilar que no haya coches antes de cruzar).
  • La ira nos sirve, por ejemplo, para entender las cosas que no nos gustan o que vulneran nuestros límites, de las que hay que alejarse.

Las personas que experimentan anestesia emocional pueden encontrar más difícil:

  • Entrar en contacto con sus emociones.
  • Comunicarlas a los demás y a sí mismas.
  • Hacer valer sus propias necesidades al mismo tiempo que se enfrentan a los posibles conflictos que puedan surgir.

La anestesia emocional como defensa

Tener miedo a las propias emociones aumenta el riesgo de sufrir problemas psicosomáticos. En algunos casos, existe una verdadera dificultad para reconocerlas y desarrollar la conciencia de las mismas, hasta llegar a sentirse anestesiado/a:

  • El diálogo interior tiende a carecer de emoción.
  • Hay una falta de referencias a las propias experiencias, necesidades y sentimientos.
  • Se puede experimentar una indefensión aprendida (sensación de impotencia o pasividad), que va acompañada del pensamiento de no tener elección.
  • La persona se limita a describir sus síntomas físicos, como si no tuvieran un significado interno y emocional.
  • En las relaciones, la persona puede experimentar una verdadera contra-dependencia emocional, evitando crear vínculos profundos con los demás.

La anestesia emocional, en psicología, no se reconoce como trastorno en manuales diagnósticos, pero está presente en varios estados psicopatológicos, como los trastornos de la alimentación o la baja autoestima y la depresión.

Anestesia emocional en las relaciones

Cuando la anestesia emocional afecta a la vida de pareja, puede desencadenarse un ciclo de violencia. Por ejemplo, cuando uno de los miembros de la pareja es incapaz de gestionar y expresar la ira, existe el riesgo de que se genere una espiral de agresividad y violencia creciente.

En otros casos, las consecuencias de la anestesia emocional se refieren a la sexualidad, cuando el miedo a la intimidad impide compartir las emociones más profundas con el otro.

Sin embargo, este fenómeno no solo afecta a la vida de pareja, también puede influir en todo tipo de relaciones, incluidas las relaciones entre padres e hijos. Un ejemplo es el caso de aquellos niños y jóvenes que no pueden hablar de lo que sienten y experimentan la anestesia emocional durante la separación de sus padres.

Además, se ha observado que los niños pequeños sometidos a procedimientos quirúrgicos repetidos bajo anestesia general presentan un mayor riesgo de alteraciones conductuales y emocionales posteriores (Bakri et al., 2015). También puede ocurrir en el caso de un niño que vive un duelo complicado o el abandono de una figura significativa.

Anestesia emocional y despersonalización

La anestesia emocional también suele estar acompañada de estados disociativos, como el trastorno de disociación, la despersonalización y la desrealización, que pueden manifestarse en personas que experimentan ansiedad durante episodios de estrés agudo.

La despersonalización es el estado en el que se experimenta una sensación de irrealidad, como si se mirara el mundo desde fuera de nuestro cuerpo. Es una experiencia en la que la persona se siente ajena a su propio cuerpo y a sus emociones, un mecanismo disociativo que desconecta temporalmente a la persona de sus sensaciones internas. En cambio, en la desrealización, esta sensación de irrealidad se percibe en relación con el entorno.

Asimismo, investigaciones recientes han demostrado que después de la anestesia y la cirugía cardíaca, el 18,3 % de los pacientes adultos presentó déficits en la percepción de emociones, lo que respalda la existencia de una disfunción en la cognición social asociada a la anestesia emocional (Zhang et al., 2022).

Anestesia emocional: ¿hay cura?

Excluidos los orígenes orgánicos y físicos, puede ser práctico centrarse en la propia emocionalidad, en particular en las formas de expresar, manifestar y comunicar las experiencias emocionales negativas a uno mismo y a los demás.

‍¿Qué hacer si se padecen manifestaciones psicosomáticas?

Cuando no podemos expresar nuestras experiencias a través de las palabras, el cuerpo intenta darles voz de otra forma. Sin embargo, para confirmar que se trata de un malestar psicosomático, es esencial consultar al médico para excluir causas de naturaleza orgánica.

Una vez excluidas las causas orgánicas, puede ser útil consultar a un psicólogo o psicóloga para:

  • abordar posibles fuentes de estrés,
  • enfocarnos en las relaciones actuales o pasadas (sentimentales, de amistad, laborales, familiares),
  • recuperar la conciencia de nuestras necesidades y reflexionar sobre ellas.

A veces tendemos a escuchar mucho a los demás y poco a nosotros mismos, pero es necesario que primero nos aceptemos a nosotros mismos, nos escuchemos y encontremos el centro de gravedad emocional dentro de nosotros.

Estrategias para volver a conectar con las emociones

Superar la anestesia emocional suele requerir tiempo, paciencia y, en muchos casos, el acompañamiento de un profesional. Sin embargo, existen algunas estrategias que pueden facilitar la reconexión con el mundo emocional:

  • Practicar la autoobservación: reserva unos minutos al día para identificar cómo te sientes (monitoreo emocional), aunque al principio solo puedas notar sensaciones físicas o estados de ánimo generales.
  • Expresar emociones a través de la escritura o el arte: escribir un diario emocional, dibujar o explorar otras formas creativas puede ayudar a expresar sentimientos que resultan difíciles de poner en palabras.
  • Realizar ejercicios de mindfulness: la atención plena permite tomar conciencia del momento presente y de las sensaciones internas, lo que puede favorecer el contacto con las emociones.
  • Buscar espacios seguros para compartir: conversar con personas de confianza o en un entorno terapéutico puede ser un primer paso para salir del aislamiento emocional.
  • Aceptar la incomodidad emocional: reconocer que experimentar emociones, incluso aquellas que resultan desagradables, forma parte de la experiencia humana y no implica debilidad.

Estas estrategias no reemplazan el apoyo profesional, pero pueden ser un complemento valioso en el proceso de reconexión emocional.

En conclusión, para entender y afrontar la anestesia emocional, buscar ayuda psicológica es una forma eficaz de empezar a mirar hacia dentro y “hacer las paces” con nuestras emociones, para darles voz. En un proceso de terapia individual, la persona puede comprender el sentido y el complejo significado de su malestar, así como redescubrir la emocionalidad como un recurso y no como una limitación.

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