El TDAH (trastorno de déficit de atención e hiperactividad) es una condición clínica que, por lo general, se diagnostica en niños como un trastorno del neurodesarrollo, pero cada vez es más habitual que también se reconozca en adultos. Un diagnóstico tardío puede ayudar a la persona a conocerse y entender mejor sus dificultades, pero también acarrea retos importantes.
El requisito clínico más relevante para el diagnóstico psicológico del TDAH es la aparición de síntomas durante la infancia (presentes antes de los 12 años). Es la condición sine qua non mediante la que, desde la infancia hasta la edad adulta, la sintomatología debe continuar y persistir hasta el momento de la valoración clínica.
El TDAH tiene una prevalencia estimada en la infancia de entre el 4 % y el 7 %, y puede persistir en la edad adulta hasta en el 65 % de los casos. En un estudio publicado en BMC Psychiatry (Katzman et al., 2017) no solo se demostró que los niños con TDAH pueden no “superar” el trastorno al llegar a la edad adulta, sino también que el TDAH puede aparecer a una edad más avanzada.
Al tratarse de una condición crónica que comienza en la infancia, no solo es necesario evaluar los síntomas del TDAH, sino también su evolución y el deterioro funcional a lo largo del tiempo. Por medio de una entrevista estructurada y basada en la historia clínica del paciente, se puede investigar el inicio del trastorno y correlacionarlo con factores neurobiológicos y ambientales.
El TDAH se concibe como un trastorno del neurodesarrollo con expresión variable a lo largo del ciclo vital, cuya manifestación puede atenuarse o transformarse, pero no necesariamente desaparecer.
Siempre que sea posible, la historia clínica debe completarse con información de las personas cercanas al paciente que mejor le conocieron cuando era niño.
TDAH en adultos: síntomas
Los síntomas del TDAH en adultos se pueden manifestar de forma diferente respecto a la infancia e influir en múltiples aspectos de la vida diaria, como:
- el trabajo y la educación,
- las relaciones interpersonales, ya sean de amistad, sentimentales o familiares,
- el tiempo libre y las aficiones,
- la gestión del tiempo y de las finanzas,
- la autoestima y la imagen que se tiene de uno mismo.
Una de las herramientas que el profesional puede utilizar para realizar un diagnóstico preciso es la Entrevista Diagnóstica del TDAH en adultos DIVA (Diagnostic Interview for ADHD in Adults en inglés), que estudia los síntomas clave del TDAH sin abordar, sin embargo, la posible comorbilidad con otros síndromes o trastornos mentales.
Por eso, el diagnóstico, que se suele realizar teniendo en cuenta los criterios diagnósticos presentes en el DSM-5-TR, debería ser transversal, integrado y por exclusión. Es fundamental realizar una evaluación rigurosa de todos los síntomas en su conjunto y del impacto funcional que tienen en el paciente.
Algunos de los síntomas principales son:
- la falta de atención o la dificultad para concentrarse y mantener la atención a la hora de realizar tareas complejas o de larga duración, seguir instrucciones y completar tareas;
- la impulsividad, que puede llevar a tomar decisiones precipitadas y dificultar el control de las emociones;
- la hiperactividad;
- la tendencia a procrastinar;
- un bajo nivel de tolerancia a la frustración;
- la incapacidad para gestionar las esperas.
En el día a día, estos síntomas se presentan con:
- falta de atención a los detalles,
- dificultad para organizar tareas y actividades,
- habla o agitación excesiva,
- dificultad para relajarse,
- trabajo excesivo,
- olvidos y distracciones.
Estas dificultades pueden suponer retos significativos en la vida diaria. Las personas con TDAH a menudo pueden tener dificultades para mantener relaciones estables, gestión emocional e impulsividad y pueden percibir un sentimiento de inadecuación o frustración relacionado con la dificultad para satisfacer las expectativas sociales y profesionales.
Enfrentarse a estos obstáculos sin un diagnóstico y un apoyo adecuado puede aumentar el ritmo de desarrollar trastornos del estado de ánimo y ansiedad, lo cual hace que la gestión del trastorno en la vida diaria sea aún más compleja. Algunas fuentes reputadas, como la American Psychiatric Association (APA) y el National Institute of Mental Health (NIMH), afirman que el TDAH en adultos es una condición real y a menudo infravalorada, que requiere intervenciones adecuadas y estrategias de afrontamiento eficaces para mejorar la calidad de vida.
Asimismo, el hecho de estar infravalorado y subdiagnosticado genera una carga significativa para los pacientes y su entorno social y familiar.

Comorbilidad del TDAH
Los adultos con TDAH a menudo presentan comorbilidad con otros trastornos como la ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño. El DSM-5 incluye los criterios para un diagnóstico diferencial.
Entre las comorbilidades más frecuentes del TDAH se encuentra el trastorno bipolar, suficiente para sugerir una correlación muy fuerte entre las dos condiciones (Schiwek et al., 2021). Una hipótesis plausible es que el TDAH y los trastornos del estado de ánimo tiene su origen en una neurobiología similar (Long et al., 2024).
El TDAH tiene una alta prevalencia de comorbilidad en el trastorno bipolar. Se estima una tasa de comorbilidad de entre el 9,5 % y el 21,2 %, y una tasa de entre el 5,1 % y el 47,1 % en el caso del trastorno bipolar comórbido en el TDAH. El trastorno bipolar I es el más habitual entre las personas con TDAH respecto al trastorno bipolar II. Las características de la fase maníaca del trastorno bipolar se sobreponen al TDAH e incluyen inquietud, locuacidad, distracción y agitación.
En el estudio de Tamam et al., el 65 % de las personas con TDAH presentaban un inicio precoz del trastorno bipolar (en menores de 18 años), en comparación con solo el 20 % de los individuos sin TDAH como comorbilidad. Además de una edad de aparición más precoz, se ha demostrado que las personas con trastorno bipolar y TDAH presentan un peor curso general de la enfermedad, con períodos de bienestar más breves, episodios de manía y depresión más frecuentes, y una mayor incidencia de condiciones psiquiátricas adicionales, entre las que se incluyen trastornos de ansiedad que a menudo van acompañados del uso de sustancias.
Las cuestiones relativas al papel de los estimulantes en la depresión bipolar siguen sin resolverse. Sin embargo, según el estudio de Wingo et al., el posible aumento del riesgo de manía/hipomanía asociada a los estimulantes en pacientes con trastorno bipolar sigue siendo una fuente de preocupación.
De hecho, un estudio de Spencer et al. (2007) demostró que en el trastorno TDAH y en los trastornos psiquiátricos participan dos regiones similares del cerebro. Las técnicas de neuroimagen demostraron las diferencias en el volumen y la actividad del lóbulo frontal, responsable de la atención, la selección del comportamiento y las emociones.
Algunos estudios sobre los neurotransmisores también han revelado anomalías en la señalización de la dopamina (DA) y la norepinefrina (NE), lo cual confirma la conclusión de Volkow et al. (2012) según la cual los aumentos de dopamina que induce el metilfenidato estaban asociados a la respuesta terapéutica de las personas con TDAH.
Por lo tanto, resulta evidente cómo el entorno, es decir, el contexto sociofamiliar, puede ser un terreno fértil no sólo en los modos de aprendizaje del comportamiento, sino también en la expresividad del gen (Bezdjian et al., 2011).
TDAH en adultos y riesgo de consumo problemático de sustancias
El TDAH en personas adultas puede estar relacionado con un mayor riesgo de desarrollar dificultades vinculadas al consumo de sustancias, como alcohol, tabaco y drogas ilícitas. Esta conexión puede explicarse, en parte, por la búsqueda de alivio ante la impulsividad, la inquietud interna o las dificultades emocionales que suelen acompañar a este trastorno.
Estudios recientes, como el publicado en el Journal of Clinical Psychiatry (Wilens et al., 2011), señalan que las personas adultas con TDAH pueden tener una probabilidad significativamente mayor de experimentar trastornos por uso de sustancias en comparación con la población general. La impulsividad y la dificultad para regular las emociones pueden aumentar la vulnerabilidad a conductas de riesgo y al uso de sustancias como una forma de buscar alivio.
Cuando existe una comorbilidad con el uso de sustancias, el diagnóstico y el tratamiento del TDAH pueden volverse más complejos. Por eso, resulta importante contar con un abordaje integrado que contemple ambas situaciones. La detección temprana y la intervención especializada pueden ser fundamentales para reducir el impacto negativo en la salud y en la calidad de vida de las personas afectadas.
Evolución del TDAH desde la infancia hasta la adultez
El TDAH suele aparecer en la infancia, pero su desarrollo a lo largo del tiempo puede ser diferente para cada persona. En muchas situaciones, los síntomas principales relacionados con la hiperactividad pueden disminuir con la edad, mientras que las dificultades de atención y la impulsividad pueden mantenerse o incluso aumentar en la adultez.
Durante la adolescencia y el paso a la vida adulta, los retos vinculados al TDAH pueden cambiar. Por ejemplo, la hiperactividad física a menudo se convierte en una sensación interna de inquietud, y la impulsividad puede reflejarse en decisiones tomadas de manera precipitada en el trabajo o en la vida personal. Las demandas de la vida adulta, como la gestión del tiempo, la organización y la responsabilidad financiera, pueden hacer que los síntomas de inatención sean más visibles y representen un reto mayor.
Un estudio longitudinal publicado en BMC Psychiatry (Katzman et al., 2017) indica que aproximadamente el 65 % de las personas que recibieron un diagnóstico de TDAH en la infancia continúan experimentando síntomas en la edad adulta, aunque la manera en que se presentan puede cambiar. Esta información resalta la importancia de adaptar las estrategias de diagnóstico y tratamiento a cada etapa de la vida, considerando los cambios en el entorno y las necesidades personales.
Síntomas diferenciados de inatención, hiperactividad e impulsividad en adultos
En la edad adulta, los síntomas del TDAH pueden presentarse de una manera diferente a como suelen aparecer en la infancia. Es importante distinguir entre los distintos tipos de síntomas para comprender mejor cómo pueden influir en la vida cotidiana. Se ha propuesto que el denominador común de los síntomas del TDAH en adultos es una “desatención al futuro”, lo que implica una dificultad para considerar las consecuencias futuras y para vincular las acciones presentes con metas a largo plazo (Palmini, 2024).
- Síntomas de inatención: pueden incluir dificultades para mantener la concentración durante tareas prolongadas, olvidos frecuentes de citas o compromisos, desorganización tanto en el trabajo como en el hogar y tendencia a extraviar objetos importantes. Por ejemplo, una persona adulta puede experimentar dificultades para seguir conversaciones extensas o para finalizar proyectos laborales que requieren atención constante.
- Síntomas de hiperactividad: aunque la hiperactividad física tiende a disminuir con el paso del tiempo, en la adultez puede manifestarse como una sensación interna de inquietud, dificultad para relajarse, necesidad continua de estar en actividad o hablar mucho. Algunas personas pueden sentir que les resulta complicado permanecer sentadas durante reuniones o actividades tranquilas.
- Síntomas de impulsividad: se pueden observar en decisiones tomadas de forma apresurada, interrupciones frecuentes durante conversaciones, dificultad para esperar turnos y tendencia a realizar compras impulsivas o cambiar de trabajo sin una planificación previa. Esta impulsividad puede influir en las relaciones personales y en el entorno profesional.
Identificar estos síntomas específicos en la adultez resulta fundamental para lograr un diagnóstico adecuado y para diseñar estrategias de afrontamiento que se adapten a las necesidades de cada persona.
Consecuencias funcionales del TDAH en adultos
El TDAH en adultos puede influir de manera significativa en distintas áreas de la vida cotidiana, y su impacto va más allá de los síntomas clínicos. Las consecuencias funcionales suelen incluir:
- Ámbito laboral: las personas con TDAH pueden encontrar desafíos para mantener la atención en tareas repetitivas, cumplir plazos o gestionar varias responsabilidades al mismo tiempo. Esto puede reflejarse en un menor rendimiento, cambios frecuentes de empleo o dificultades para relacionarse con compañeros y supervisores.
- Relaciones interpersonales: la impulsividad y la inatención pueden dificultar la comunicación y la empatía, lo que a veces genera malentendidos o tensiones en las relaciones de pareja, familiares y de amistad.
- Gestión del tiempo y organización: la tendencia a posponer tareas y la desorganización pueden llevar a retrasos en el pago de facturas, olvidos de citas importantes o dificultades para cumplir con compromisos sociales y personales.
- Consecuencias legales y financieras: en algunas ocasiones, la impulsividad puede estar relacionada con problemas legales, como infracciones de tráfico, o con dificultades económicas debido a compras impulsivas o una gestión poco cuidadosa del dinero.
- Calidad de vida y autoestima: el impacto acumulado de estos retos puede influir en la autoestima y en la percepción de autoeficacia, y a veces puede generar sentimientos de frustración, culpa o insuficiencia.
Según la American Psychiatric Association (APA), el TDAH en adultos se asocia con un mayor riesgo de desempleo, accidentes y dificultades en la vida social. Esto resalta la importancia de contar con un diagnóstico y tratamiento adecuados.

Incidencia y epidemiología del TDAH en adultos
En el DSM-5 también están incluidas las variantes y las diferencias relativas a la incidencia del TDAH en diversas culturas. Por ejemplo, entre la población afroamericana e hispana de Estados Unidos, la incidencia es menor que entre la población caucásica. Parece que la cultura de origen, así como el entorno en el que uno crece, transmite y requiere una adaptación que puede favorecer o no el desarrollo del TDAH. También se han identificado diferencias relevantes en el diagnóstico del TDAH en mujeres, ya que sus síntomas suelen pasar más desapercibidos y manifestarse de forma menos disruptiva que en los hombres.
Según algunos estudios (Katzman et al., 2017), el TDAH persiste en un porcentaje significativo de los adultos a los que se les diagnostica el trastorno ya durante la infancia. La prevalencia en adultos se estima en torno al 2-5 %. Gracias a una mayor concienciación y reconocimiento del trastorno, en los últimos años se ha registrado un aumento de los diagnósticos y de las investigaciones centradas en este trastorno del neurodesarrollo.
Tipos de TDAH en adultos
Según el DSM-5, existen tres subtipos de TDAH. El tratamiento y el enfoque terapéutico se puede personalizar en función del subtipo diagnosticado. Asimismo, en función de los síntomas que prevalezcan, podemos distinguir entre:
- TDAH predominantemente de inatención,
- TDAH predominantemente de hiperactividad e impulsividad,
- TDAH combinado.
Las personas que entran dentro del tipo con predominio de la inatención tienen un bajo nivel de atención y se distraen con mucha facilidad. Dichos individuos se aburren rápidamente y no consiguen concentrarse en una sola cosa a la vez, lo que implica dificultades para establecer y mantener el foco de atención, pasar de un proyecto a otro y completar tareas.
En cambio, dentro del tipo hiperactivo/impulsivo, se da sobre todo una desregulación de los impulsos y una incapacidad para mantener un estado físico calmado. La desregulación a menudo se atribuye a la presencia de un trastorno límite de la personalidad (TLP) o al consumo de sustancias.
Un estudio sobre el impacto del TDAH de padres a hijos (Biederman et al., 2002) también ha mostrado que los niños sienten el trastorno de los padres y se ven expuestos a un ambiente familiar que se caracteriza por una alta conflictividad y poca cohesión.
TDAH en adultos: diagnóstico
El diagnóstico del TDAH en adultos es complejo por diferentes razones:
- Falta de personal especializado: existen pocos centros especializados en el diagnóstico del TDAH en adultos que ofrezcan un abordaje multidisciplinar y aseguren la presencia de profesionales con experiencia en el manejo del trastorno.
- Los criterios diagnósticos tradicionales se desarrollaron principalmente para el TDAH en niños, lo que dificulta su aplicación a los adultos. Por tanto, también faltan criterios de referencia claros y validados para las personas mayores.
- En los adultos, el TDAH tiende a ser crónico y a menudo está asociado a otros trastornos. Las comorbilidades pueden enmascarar o complicar el proceso de diagnóstico.
Justo por la presencia de comorbilidades, es fundamental que el profesional efectúe un diagnóstico diferencial preciso para distinguir el TDAH de otros trastornos que puedan presentar síntomas similares como la ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño.
Este proceso ayuda a garantizar que el tratamiento sea apropiado y se adapte a los síntomas específicos del paciente. Asimismo, es esencial diferenciar posibles trastornos de la personalidad como el trastorno límite de la personalidad, los trastornos del estado de ánimo y, en concreto, el trastorno bipolar y el trastorno obsesivo compulsivo.
Test de TDAH en adultos y otras herramientas diagnósticas
En lo que respecta a cómo y quién diagnostica el TDAH en adultos, los psiquiatras y psicólogos para TDAH especializados deben seguir un procedimiento riguroso para diagnosticar el TDAH y, por lo tanto, estructurar un plan de tratamiento pertinente. La entrevista con el paciente y la comprensión de su historia y experiencia, así como escuchar a posibles fuentes externas como padres y amigos, ofrecen un primer cuadro de la situación clínica de la persona.
Entre las múltiples herramientas a disposición de los profesionales de la salud mental para diagnosticar el TDAH en adultos, se encuentran las entrevistas clínicas, los cuestionarios de autoevaluación y las escalas de evaluación conductual, como el cuestionario ASRS (Adult ADHD Self-Report Scale) y la escala de Conners (Conners' Adult ADHD Rating Scales), además del test de TDAH en adultos DIVA citado anteriormente.
Las pruebas neuropsicológicas, que evalúan la memoria, la atención y las funciones ejecutivas, ofrecen percepciones imparciales de las capacidades cognitivas y ayudan a validar los déficits cognitivos relacionados con el TDAH. Mediante el uso de una metodología organizada que integra la autoevaluación, datos complementarios, entrevistas diagnósticas y pruebas transversales para el diagnóstico diferencial, es posible realizar un diagnóstico más fiable.

TDAH en adultos: tratamiento
El modelo clínico más funcional para el tratamiento del TDAH en adultos es el integrado y multidisciplinar.
Este enfoque puede incluir psicólogos, psiquiatras, neurólogos y terapeutas ocupacionales que trabajen juntos para desarrollar un plan de tratamiento personalizado. La colaboración entre profesionales permite afrontar de forma integral las diferentes facetas del trastorno y conducir a un resultado más estructurado y duradero sobre el bienestar mental del paciente. Asimismo, el trabajo en equipo permite un apoyo mutuo entre los profesionales que participan en la gestión de los pacientes que padecen TDAH, ya que la carga de trabajo y la responsabilidad se comparten y se evalúan constantemente.
La terapia para adultos con TDAH suele incluir un enfoque combinado de terapia farmacológica y psicoterapia. Por ejemplo, la terapia cognitivo-conductual (TCC) resulta eficaz para ayudar a los pacientes a desarrollar estrategias de gestión de los síntomas y mejorar significativamente su calidad de vida.
Además de la psicoterapia, la rehabilitación social del paciente puede contribuir a una mayor adaptación y a la consecución de objetivos laborales y sociales.
En algunos pacientes puede ser necesario integrar una terapia farmacológica. El uso de medicamentos para el TDAH en adultos es muy frecuente en Estados Unidos y Canadá; no hay más que pensar en el uso, a veces inadecuado, que se hacía del metilfenidato hasta hace pocos años, incluso en niños.
Recientemente, la viloxazina en cápsulas de liberación prolongada ha sido reconocida como el primer fármaco novedoso no estimulante aprobado en las últimas dos décadas para el tratamiento del TDAH en adultos (Williams et al., 2023), lo que representa un avance significativo en las opciones terapéuticas disponibles.
A pesar de su uso inadecuado, el metilfenidato es la molécula de elección para conseguir un resultado en la contención de los síntomas del TDAH, además de algunos tricíclicos utilizados habitualmente para tratar la depresión.
En Treatment of Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder (Jadad et al., 1999) se pueden consultar más de setenta ensayos controlados aleatorios sobre la eficacia de determinados medicamentos en pacientes con TDAH.
Estrategias de afrontamiento y recursos prácticos para personas adultas con TDAH
Además del tratamiento farmacológico y la psicoterapia, existen diversas estrategias de afrontamiento que pueden ayudar a las personas adultas con TDAH a gestionar los desafíos cotidianos:
- Organización y planificación: utilizar agendas, aplicaciones móviles o recordatorios visuales puede facilitar la gestión de tareas y compromisos. Establecer rutinas diarias puede contribuir a reducir la desorganización y la procrastinación.
- División de tareas: fraccionar las actividades complejas en pasos más pequeños y manejables puede ayudar a mantener la motivación y a evitar la sensación de sobrecarga.
- Técnicas de manejo del tiempo: el uso de temporizadores o la técnica Pomodoro puede favorecer la concentración y la productividad, permitiendo alternar periodos de trabajo con pausas breves.
- Apoyo social y grupos de ayuda: participar en grupos de apoyo, tanto presenciales como online, ofrece un espacio para compartir experiencias, recibir consejos prácticos y sentirse comprendido por otras personas que pueden estar enfrentando retos similares.
- Cuidado de la salud mental y física: mantener hábitos de sueño regulares, practicar ejercicio físico y cuidar la alimentación puede contribuir a mejorar la regulación emocional y la atención.
Integrar estas estrategias en la vida diaria puede potenciar la autonomía y el bienestar de las personas adultas con TDAH, complementando el trabajo realizado en terapia y favoreciendo una mejor calidad de vida.
El paciente tras el diagnóstico de TDAH
El diagnóstico de TDAH, cuando se realiza en la edad adulta, puede ofrecer una nueva perspectiva de las dificultades que el paciente haya experimentado a lo largo de su vida. Las personas suelen manifestar una sensación de alivio al comprender las raíces de sus dificultades escolares, laborales y relacionales. Sin embargo, este diagnóstico también puede generar sentimientos de frustración y pérdida, especialmente si se tiene en cuenta el tiempo que el paciente ha pasado sin recibir el apoyo adecuado.
Es importante que el profesional muestre sensibilidad respecto a estas reacciones y proporcione apoyo emocional y estrategias para gestionar todo lo que implica el diagnóstico tardío. La gestión de los síntomas que se han experimentado a lo largo de la vida y, sobre todo, la comprensión de los mismos, se puede recoger dentro de un marco que por fin tiene un nombre.
El diagnóstico puede generar duelo retrospectivo por los años sin comprensión del problema. Es recomendable incluir acompañamiento psicoterapéutico postdiagnóstico para integrar la nueva identidad clínica.
Un reto actual
El diagnóstico del TDAH en adultos supone un reto complejo pero fundamental para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Es esencial que los profesionales de la salud mental reciban una formación adecuada para reconocer y tratar este trastorno.
La creciente concienciación y el reconocimiento del trastorno están dando lugar a una mayor disponibilidad de recursos y apoyo, y ofrecen, gracias a un diagnóstico preciso y oportuno, nuevas oportunidades para las personas que viven con TDAH.
Asimismo cada vez existen más iniciativas y asociaciones para dar apoyo tanto a los pacientes como a las familias. En la página de la Federación española de asociaciones de ayuda al déficit de atención e hiperactividad se puede consultar una lista de asociaciones de TDAH en España.
Libros sobre el TDAH en adultos
Concluimos este artículo en profundidad sobre qué es el TDAH en adultos, con una lista de libros para profundizar en este tema:
- TDAH en el Adulto. la respuesta a todas tus preguntas, Juncal Sevilla, Editorial Universo de Letras.
- Tomar el control del TDAH en la edad adulta: 23 (con vivencias), Russell A. Barkley, Editorial Octaedro.
- Tdah en Adultos: Prosperando como Mujer con Hiperactividad y Déficit de Atención. Estrategias Definitivas para el Manejo de la Sobrecarga, Emociones y Pensamientos Acelerados, Estelle Rose, Editorial Rosali Publishing.
- El adulto con TDAH, el gran olvidado (Educación especial y dificultades de aprendizaje), Federación Española de Asociaciones de TDAH, Editorial Ciencias de la Educación Preescolar y Especial.
Da el primer paso hacia una vida más equilibrada
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