Traumas de la infancia en la edad adulta: qué son y cómo afrontarlos

Traumas de la infancia en la edad adulta: qué son y cómo afrontarlos
Vincenza Anna Novaco
Redacción
Psicóloga con orientación Sistémica-Relacional
Unobravo
Artículo revisado por nuestra redacción clínica
PUBLICADO EL
14.8.2025
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La infancia se corresponde con esos primeros años de vida en los que descubrir, jugar, reír, y vivir en un mundo de cariño, magia y muchas posibilidades. Al menos así debería ser. Sin embargo, a veces en esa etapa de ilusiones se entrelazan experiencias dolorosas, de diversa índole, que pueden dejar huella en la vida de un niño o niña.

Un estudio en población universitaria española, que investigó sucesos vividos durante la infancia y la adolescencia, encontró que aproximadamente un 22 % había sufrido algún tipo de abuso sexual infantil, y una proporción aún mayor había experimentado otros eventos potencialmente traumáticos (Pereda & Gallardo-Pujol, 2011).

En este artículo abordamos qué es un trauma infantil, cómo identificar las heridas de la infancia, cómo afectan los traumas infantiles en la edad adulta y los tipos de traumas de la infancia más habituales.

Qué es un trauma infantil

Para entender qué son los traumas infantiles, podemos remitimos al origen de la palabra trauma que viene del griegoτραῦμα y significa herida. Esta etimología ayuda a vislumbrar el significado de trauma y entender por qué también es habitual referirse a los traumas de la infancia como heridas de la infancia.

La definición de trauma infantil en psicologíade la infancia hace referencia a aquella situación repentina e inesperada que no fue posible manejar y que, como consecuencia, perturba el bienestar emocional y psicológico del niño o niña. Dicho en otras palabras, un trauma infantil es algo que ocurrió y dolió —como el abuso infantil, un accidente grave, el divorcio de los padres, la exposición a la violencia de pareja, la violencia vicaria, la violencia doméstica o una enfermedad— y ha dejado una herida interna que no se ha curado bien.

Los traumas de la infancia y sus consecuencias psicológicaspueden acompañar a la persona hasta la edad adulta, y cabe decir que lo que para una persona puede resultar un episodio traumático, para otra no. Los traumas son subjetivos, ya que no todas las personas experimentamos ni gestionamos las situaciones de la misma forma.

Tipos de trauma de la infancia

Una experiencia negativa (o interpretada como tal) a una edad muy temprana puede influir y dejar una huella profunda en la vida de una persona. Cuando pensamos en los traumas infantiles más comunes es habitual pensar en traumas de la infancia provocados por catástrofes, accidentes o una guerra, y dejar de lado otras causas de trauma infantil. Sin embargo, existen numerosos motivos y situaciones que pueden desembocar en un trauma infantil, como:

  • El rechazo en el colegio o el acoso escolar, que puede desencadenar otras afecciones como ansiedad, depresión crónica o distimia y problemas alimenticios. En los casos más graves, en la edad adulta pueden darse actos de crueldad (efecto Lucifer) como reflejo de la rabia y la impotencia acumuladas en esta etapa temprana.
  • Los traumas sexuales de la infancia son de los tipos de traumas psicológicos infantiles más habituales. Según un informe sobre abuso sexual infantil en España (Urchaga, 2024), que define los abusos sexuales infantiles como un problema grave, estructural, en aumento, con nuevos escenarios y retos, silenciado y no suficientemente abordado, se estima que unos 65.000 menores pueden sufrir abuso sexual cada año en España.
  • Crecer en entornos de riesgo y exclusión social y en contextos problemáticos.
  • Traumas vinculados con la parte emocional y relacional, como sufrir el alejamiento de algún progenitor, lo que puede ocasionar traumas infantiles con la madre o el padre (el llamado trauma de abandono en la infancia). Así como traumas por negligencia o maltrato, por ejemplo al convivir con una madre tóxica o un padre que maltrata, o por haber sufrido enfermedades crónicas.
  • Otros traumas menos visibles, pero no menos importantes, son los que se producen cuando la persona, durante su infancia, está constantemente expuesta a críticas que la acaban haciendo interiorizar mensajes como, por ejemplo: “no soy suficiente, no valgo, no soy importante”.

Las 5 heridas de la infancia y cómo afectan nuestra vida

Asimismo, en mayor o menor medida, todas las personas podemos tener heridas de la infancia que explican nuestra conducta y emociones. Las 5 heridas emocionales de la infanciaque más huella dejan en la edad adulta son:

  • La herida del abandono: está relacionada con el miedo al abandono, cuyo origen reside en una falta de compañía, protección y afecto durante la niñez. Esto hace, por miedo a la soledad, las personas pueden llegar a ser muy dependientes y necesitar aprobación. Aunque también puede ocurrir que, para no revivir la experiencia de abandono del pasado, sean ellas quienes tomen la iniciativa de abandonar a los demás.
  • La herida del rechazo: está relacionada con el miedo al rechazo, que tiene su origen en experiencias de no aceptación por parte de los progenitores y el entorno familiar más inmediato. En su deseo de agradar, las personas con este tipo de herida emocional pueden ser complacientes, adaptarse al resto y ser perfeccionistas.
  • La herida de la humillación: está relacionada con haber sentido la desaprobación y la crítica por parte de los progenitores, lo que hace que quienes tienen esta herida emocional puedan sentirse insuficientes, tener una baja autoestima y un deseo de sentirse útiles y válidas. Esto puede hacer aún más profunda su herida, ya que su auto reconocimiento no depende de ellas, sino de la imagen del resto. Como consecuencia, pueden dejar de lado sus propias necesidades para complacer a los demás y ganarse su aprobación y respeto.
  • La herida de la traición: surge cuando se incumplen promesas de forma constante y repetitiva, lo cual provoca desconfianza y necesidad de tener el control de las cosas. Además, a raíz de esta herida infantil, las personas pueden albergar sentimientos de rencor (por las promesas no cumplidas) y envidia (cuando otros sí tienen aquello que a ellas se le prometió, pero no se les dio).
  • La herida de la injusticia: tiene su origen en haber recibido una educación autoritaria y exigente. Es probable que estas personas solo recibieran afecto cuando lograban cosas y eso las lleva en su edad adulta a ser exigentes, a experimentar miedo a perder el control y a ser rígidas mentalmente.
tipos de traumas infantiles
Foto de Polina Zimmerman (Pexels)

Cómo identificar las heridas de la infancia: señales y síntomas

En lo que respecta a cómo saber si tienes un trauma de la infancia, existen algunas señales y síntomas que pueden indicar la presencia de un trauma.

A nivel cognitivo, por ejemplo, es posible haber desarrollado una serie de creencias como las que acabamos de mencionar más arriba y que pueden dar lugar a pensamientos como “No soy una persona válida o tengo miedo de no estar a la altura”. De modo que observar tus inseguridades puede ser útil para descubrir posibles traumas de la infancia: ser constantemente exigente, tener una baja autoestima o buscar siempre la perfección pueden ser algunas de las señales de un trauma infantil subyacente.

En el plano conductual, los síntomas de traumas infantiles se pueden manifestar mediante la impulsividad y dar lugar a adicciones como la adicción a las compras, la adiccion a la comida (atracones) o la adicción al sexo. En realidad, lo que la persona busca con estas acciones es calmarse, pero son solo acciones y comportamientos que aunque pueden calmar a corto plazo, acarrean más problemas.

A nivel físico también hay signos que nos indican que pude haber alguna herida emocional latente, como:

  • insomnio y pesadillas,
  • irritabilidad,
  • ansiedad y nerviosismo (ansiedad nerviosa),
  • preocupación de forma obsesiva o generalizada,
  • sentimientos de culpa y vergüenza.

Asimismo, el aparato digestivo suele ser uno de los que más señales da con dolores de barriga y sensación de ansiedad estomacal.

Test de traumas de la infancia

En lo que respecta a los tests para saber si tenemos un trauma infantil, en Internet se pueden encontrar varios tests pseudo-psicológicos que intentan detectar la presencia del trastorno de estrés postraumático (TEPT). Sin embargo, dada la complejidad y la amplitud del posible cuadro sintomático de los traumas infantiles, este tipo de tests sobre el trastorno por estrés postraumático resultan ineficaces y, en caso de necesidad, siempre se recomienda acudir a un profesional de la salud mental.

La existencia de traumas infantiles puede evaluarse mediante la presencia o ausencia de factores emocionales y conductuales específicos, como:

  • dificultad para conciliar el sueño,
  • dificultad para concentrarse,
  • irritabilidad o arrebatos de ira,
  • dificultad para mantener el sueño,
  • respuestas de alarma exageradas,
  • hipervigilancia.

También es posible experimentar náuseas y cansancio. La función de las pruebas es investigar la naturaleza de estos comportamientos para proporcionar al profesional las herramientas necesarias y más adecuadas para intervenir.

En el ámbito psicológico, a modo de ejemplo de una posible prueba que se puede utilizar si se sospecha que el trauma evoluciona hacia el TEPT, citamos:

  • la prueba sobre el trastorno por estrés postraumático PCL-5 (Post-traumatic Stress Disorder Checklist)
  • el Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota (MMPI-2), que puede utilizarse como herramienta de diagnóstico para investigar la gravedad del TEPT.

En el aspecto fisiológico, se observan alteraciones específicas de la respuesta biológica al estrés a través del aumento de la cortisolemia y del nivel de catecolaminas urinarias, como se señala en el DSM-5.

cómo afectan los traumas de la infancia no resueltos
Foto de Cottonbro Studio (Pexels)

Qué es un trauma infantil no resuelto y cómo afectan los traumas infantiles en la edad adulta

¿Cómo afecta un trauma infantil una vez que la persona ha pasado su adolescencia y ha entrado en la edad adulta? Por regla general, cuando existe un trauma, la persona no puede dejar derecordar el evento que lo provocó y suele evitar las situaciones, lugares o personas que le recuerdan lo sucedido. Puede que tenga recuerdos recurrentes e involuntarios de lo que ocurrió o que reviva vívidamente la experiencia traumática del pasado como si estuviese teniendo lugar en el presente (flashbacks). Esto es lo que suele suceder a quienes desarrollan un trastorno de estrés postraumático.

Sin embargo, tras haber vivido un suceso traumático también puede pasar que la persona tenga algunos vacíos en la memoria. Esto ocurre porque en ese momento se bloqueó el paso de recuerdos de la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo, lo que hace que resulte difícil recuperarlos.

Un ejemplo extremo de cómo los traumas de la infancia pueden impactar en la personalidad adulta se puede observar en el perfil psicológico de Joker, un personaje ficticio que, a lo largo de su vida, sufre abusos, rechazo y una falta total de apoyo que lo lleva a manifestar comportamientos violentos y antisociales. Aunque el Joker es una representación exagerada, su perfil nos recuerda cómo los traumas no tratados pueden desembocar en problemas emocionales graves y conductas destructivas.

Una revisión sistemática y un meta-análisis de 23 estudios longitudinales revelaron una asociación significativa entre la exposición a traumas infantiles como el acoso escolar, el abuso emocional, la negligencia física o la pérdida de los padres y el desarrollo de un trastorno mental en la edad adulta (McKay et al., 2020).

Entre las consecuencias que pueden conllevar los traumas infantiles en adultos encontramos:

  • la depresión,
  • los abuso de sustancias,
  • los trastornos alimentarios,
  • los problemas de autoestima (incluso podemos hablar de autoestima destruida por un trauma infantil),
  • los ataques de ansiedad,
  • los ataques de pánico,
  • la falta de empatía en las relaciones,
  • el trastorno de ansiedad generalizada,
  • la hipersensibilidad a ciertos estímulos.

Asimismo, otro efecto de los traumas infantiles es cómo pueden afectar a las relaciones interpersonales en la edad adulta. No sentirse querido o valorado durante la infancia genera miedos e inseguridades que pueden influir en la forma en la que en un futuro la persona se relaciona con otras y en cómo interpreta los vínculos.

Por ejemplo, alguien que arrastra un trauma de la infancia puede tener dificultades serias para distinguir qué relaciones son sanas y seguras y cuáles no, además de  experimentar dificultades a la hora de poner límites. Este ejemplo de trauma infantil no resuelto puede llevar a la persona a convertirse en un adulto que evite las relaciones afectivas o, por el contrario, que experimente dependencia emocional.

Además, una educación excesivamente protectora puede dificultar el proceso de maduración del niño, lo que puede dar lugar al síndrome de Peter Pan, donde la persona evita las responsabilidades propias de su edad y suele tener miedo a crecer y madurar. En este sentido, para evitar estos problemas, es importante garantizar al niño una buena educación afectivo-sexual que le permita desarrollarse plenamente.

consecuencias trauma infantil
Foto de Timur Weber (Pexels)

Cómo superar traumas de la infancia

A la hora de plantearse cómo superar un trauma infantil en la edad adultaes recomendable pedir ayuda psicológica. Aunque la terapia psicológica no puede eliminar lo ocurrido, sí puede ayudar a saber cómo lidiar con traumas de la infancia.

Para superar traumas infantiles o sanar heridas de la infancialo primero es identificar la situación, comprender qué ocurrió y qué se puede hacerpara evitar que siga obstaculizando el presente. Aprender a trabajar las heridas de la infancia puede ayudar a superar el trauma infantil.

En este sentido, a lo largo del proceso de desarrollo vital de la persona, el desarrollo de estrategias de coping también juega un papel fundamental, ya que son mecanismos que los niños pueden utilizar para enfrentar las situaciones difíciles, tanto durante su niñez como en la vida adulta.

Un psicólogo o psicóloga será de apoyo para aceptar lo ocurrido, integrarlo y dejar de “pelearte” con tus emociones y escucharlas. También te puede ayudar a desarrollar la resiliencia, es decir, la capacidad de superar experiencias traumáticas y adversidades de la vida, para que te sea más sencillo seguir adelante con tu vida.

Por ejemplo, en el caso de que tu trauma esté relacionado con la humillación, puedes trabajar en el perdón hacia quienes te dañaron y aprenderás a poner límites. Hacer las paces con el pasado es uno ejercicio que puede ayudar a superar traumas de la infancia. En cambio, si tu trauma está relacionado con la herida emocional de la injusticia, puede ser útil trabajar la rigidez mental, cultivar la flexibilidad y la tolerancia hacia los demás.

La mejor forma de empezar a sanar las heridas de la infancia es tomar conciencia de su existencia y buscar ayuda profesional para responsabilizarse de ellas y transformarlas en una oportunidad de crecimiento.

Terapia para traumas de la infancia: cómo tratar el trauma infantil y cómo ayudar a personas con traumas infantiles

La terapia cognitivo-conductual es uno de los enfoques psicológicos que ayudan a trabajar heridas de la infancia. Mediante la reestructuración cognitiva se confrontan pensamientos desadaptativos y se modifican aquellas creencias erróneas que tiene la persona. Por ejemplo, una persona que desea superar traumas sexuales de la infancia puede trabajar en la creencia de culpa que puede haber desarrollado, mientras que alguien con un trauma de abandono infantil puede trabajar en su falsa creencia de que hay algo malo en él y en pensamientos como "si hago esto no me van a querer".

Dentro de la terapia cognitivo-conductual encontramos la exposición prolongada (EP) en la que la persona se expone de forma gradual a la situación y los estímulos que le recuerdan al trauma de la infancia. La EP puede ayudar a la persona a enfrentar sus miedos lo que puede conllevar a una reducción de la sintomatología. Además, la terapia brinda a la persona estrategias para relacionarse de forma saludable con el resto y le puede proporcionar técnicas de relajación para tener un mayor control de sí misma y manejar las emociones que pueden aflorar a causa del trauma.

Asimismo, cuando la persona todavía está en la etapa de la niñez, es muy recomendable buscar psicólogos especialistas en traumas infantiles para ayudar a los pequeños a gestionar emocionalmente aquellas situaciones que les pueden sobrepasar. De esta manera se pueden evitar las consecuencias del trauma emocional infantil en la vida adulta.

En conclusión, aunque el trauma infantil puede dejar una marca profunda en nuestras vidas, es importante recordar que curar heridas de la infancia es posible. Para ello, reconocer el impacto de las experiencias pasadas es un acto de valentía y el primer paso hacia el bienestar. No tienes por qué recorrer este camino en soledad. Un profesional, como un psicólogo o psicóloga online, puede ofrecerte las herramientas y el espacio seguro que necesitas para procesar estas heridas y construir un futuro más sereno.

Bibliografía
Este contenido es de tipo divulgativo y no puede reemplazar el diagnóstico de un profesional. Artículo revisado por nuestra redacción clínica

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