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Síndrome del emperador: qué es, consecuencias y tratamiento

Síndrome del emperador: qué es, consecuencias y tratamiento
Redacción
Unobravo
Artículo revisado por nuestra redacción clínica.
Última actualización el
27.11.2025
Síndrome del emperador: qué es, consecuencias y tratamiento
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‍ Tiranos, egocéntricos, hedonistas, irrespetuosos y hasta violentos: así son los niños, los jóvenes en la adolescencia y algunos adultos que padecen el síndrome del emperador. Un término que se utiliza para describir a niños con exceso de atención y pocos límites, lo que lleva a comportamientos desafiantes y egocéntricos; cuyas raíces se asocian con la política de hijo único de China (Song yun ok, 2011), aunque hoy se entiende como un concepto sociológico y no una causa directa de comportamientos clínicos.

No obstante, aunque se originó en el país asiático, este patrón conductual se ha expandido globalmente debido a cambios en las dinámicas familiares. Pero es importante aclarar que el síndrome del emperador es solo una etiqueta cultural, no un trastorno psicológico reconocido.

Los comportamientos tiránicos o desafiantes asociados a menudo se relacionan más precisamente con el trastorno negativista desafiante, diagnóstico clínico del DSM-5, para patrones de conducta desobediente y hostil. En este artículo, abordamos en qué consiste el síndrome del emperador, sus posibles causas, síntomas y cómo gestionar este patrón conductual.

¿Qué es el síndrome del emperador?

“¿Mi hijo es un tirano?”

El síndrome del emperador o síndrome del rey es un patrón conductual que surge entre los hijos y sus padres. No se limita a los niños pequeños, sino que también se extiende a los adolescentes. Las personas que lo presentan suelen mostrar comportamientos tiranos, dictadores y, en algunos casos, actitudes que pueden resultar preocupantes.

Este patrón conductual se caracteriza porque el hijo ejerce un carácter dominante sobre los padres. El niño emperador se hace notar a través de gritos, ataques de rabia y berrinches para poder hacer su voluntad, lo que puede provocar diversos conflictos familiares.

el sindrome del emperador
Foto de Pexels

Causas del síndrome del emperador

Ahora que ya sabemos lo que es un hijo tirano, vamos a abordar las causas y el origen de este trastorno.

Como ya adelantamos, se dice que el síndrome del emperador tiene sus orígenes en la política de hijo único en China. Para reducir la sobrepoblación del país, el gobierno tomó una serie de medidas en las que las familias podían tener un único hijo (además, de permitir el aborto en caso de que el bebé a nacer fuera una niña). También se le conoce como 4-2-1, es decir, cuatro abuelos, dos progenitores y un único niño.

De esta forma, los niños emperadores crecían rodeados de todas las comodidades y sin mucha obligación (podríamos relacionar esta situación con la del síndrome del hijo único). Eran niños cuidados y consentidos con mucho esmero y a los que se apuntaban a una gran cantidad de actividades: piano, violín, danza y otras tantas. Con el tiempo se descubrió que los hijos tiranos se convirtieron en adolescentes y adultos con conductas cuestionables.

Aunque en China el desarrollo del síndrome del pequeño emperador tiene un trasfondo social, no es difícil encontrarlo en otros países. ¿Cuáles son las causas de este trastorno?

El rol de los padres en el desarrollo del síndrome del emperador

Cuando los roles entre padres e hijos se invierten, es mucho más probable que aparezca el síndrome del niño tirano. Padres permisivos o complacientes en demasía, así como padres que no dedican suficiente tiempo a sus hijos y sienten culpa por ello, pueden tender a consentir a los niños.

Cabe destacar que la institución de la familia ha sufrido un cambio considerable. Por ejemplo, los hijos se tienen a edades más tardías, son frecuentes los divorcios o los padres encuentran nuevas parejas. Todo esto puede hacer que los progenitores se vuelvan sobreprotectores con sus hijos y les den todo cuanto desean.

Esta sobreprotección puede dificultar el proceso de maduración de los hijos, dando lugar más tarde a lo que popularmente se conoce como síndrome de Peter Pan, una condición en la cual la persona evita las responsabilidades propias de su edad y desarrolla miedo a crecer y madurar.

No es extraño encontrar hoy en día niños tiranos de 3 años o problemas de conducta en niños de 5 años con síndrome del emperador, mimados en extremo con el único propósito de no herir los sentimientos del pequeño.

La genética

¿La causa del síndrome del emperador es la genética? La genética influye en la personalidad de una persona, aunque, con el paso del tiempo, algunos aspectos de esta se modifican.

Dentro del marco del modelo de los Cinco Grandes (Ehrler et al., 1999), que clasifica los rasgos de personalidad en cinco dimensiones (apertura a la experiencia, responsabilidad, extraversión, amabilidad y neuroticismo), se pueden identificar tres rasgos relevantes que influyen en la manifestación de comportamientos asociados con el síndrome del niño tirano:

  • Baja amabilidad o buen trato hacia los demás.
  • Baja responsabilidad para cumplir las reglas de casa y asumir su rol en la familia.
  • Alto neuroticismo, que se relaciona con la inestabilidad emocional. Son personas que se alteran con facilidad en situaciones que a otros les resultarían indiferentes.

La educación

La educación juega un papel determinante en el desarrollo del síndrome del emperador. Con la intención de proteger a los niños de cualquier problema o situación, los padres evitan ocasionarles dificultades y los tratan con suma delicadeza. En consecuencia, el niño cree que todos deben satisfacer sus deseos.

Pero, ¿se trata de un comportamiento tirano o simplemente maleducado? Cuando las consecuencias de la mala educación pasan factura, entonces deja de ser solo un niño maleducado y se convierte en un emperador. Por ejemplo, niños o niñas a los que rechazan en las fiestas infantiles. Sus propios compañeros de clase o amigos los suelen rechazar y prefieren no tenerlos cerca porque “siempre hay que hacer lo que ellos quieran”.

sindrome del emperador en niños
Foto de Pexels

Características del síndrome del niño emperador

Existen diversos test para evaluar los trastornos de la conducta en niños; por ejemplo, el cuestionario ESPERI, un test para detectar trastornos del comportamiento en niños y adolescentes. Ahora bien, más allá de los test, también puedes estar alerta ante algunos síntomas del síndrome del emperador.

Los niños y adolescentes que sufren de este trastorno manifiestan:

  • Poca empatía, así como poco sentido de la responsabilidad: lo que les lleva a no sentir culpa por sus actitudes y también muestran falta de apego hacia sus padres.
  • Baja tolerancia a la frustración: puede resultar complicado aceptar un "no" por respuesta, y en ocasiones puede reaccionar con ira o mostrar conductas agresivas ante situaciones que no salen como esperan.
  • Dificultades en habilidades sociales: a veces pueden tener problemas para relacionarse de forma saludable con otras personas de su edad, lo que en algunos casos puede favorecer el aislamiento o la aparición de conflictos frecuentes.
  • Tendencia al egocentrismo: en algunas ocasiones, pueden considerar que sus propias necesidades y deseos son prioritarios, mostrando menor interés por los sentimientos o necesidades de quienes les rodean.
  • Estrategias de manipulación emocional: en ciertos momentos, pueden recurrir a estrategias como el chantaje emocional, las amenazas o el victimismo para intentar conseguir lo que desean de sus madres, padres o personas cuidadoras.
  • Baja autocrítica: puede resultarles complicado reconocer sus propios errores o asumir responsabilidades, llegando en ocasiones a atribuir sus dificultades a otras personas.

Estos rasgos pueden influir en la convivencia familiar y, además, pueden generar desafíos en otros entornos, como la escuela o las actividades extraescolares.

Ante estas conductas y los constantes arranques y ataques de ira y rabia, los padres terminan por ceder ante sus hijos, complaciéndolos en lo que desean. De esta manera, el niño o niña sale ganando. El ambiente en casa puede volverse hostil si el niño no consigue lo que quiere e incluso llegan a portarse mal en público.

Los padres y los abuelos de estos niños tiranos suelen ser personas muy permisivas y protectoras con ellos. Esto hace que no sean capaces de establecer límites hacia el comportamiento de los pequeños ni controlarlos. El niño o adolescente espera que sus deseos se satisfagan de inmediato y sin el mínimo esfuerzo.

Consecuencias del síndrome del emperador en niños

Algunas de las consecuencias del síndrome del emperador en niños son:

  • Creen que se merecen todo sin un mínimo esfuerzo.
  • Se aburren con facilidad.
  • Se sienten frustrados si no se cumplen sus deseos.
  • Las rabietas, gritos e insultos están a la orden del día.
  • Les cuesta resolver problemas o enfrentarse a experiencias negativas.
  • Tendencias egocentristas: se creen el centro del mundo.
  • Egoísmo y falta de empatía.
  • Nunca tienen suficiente y siempre piden más.
  • No sienten culpas ni remordimientos.
  • Todo les parece injusto, incluyendo las normas de los padres.
  • Dificultad para adaptarse fuera de casa, pues no saben responder ante la autoridad de la escuela y otras estructuras sociales.
  • Baja autoestima.
  • Profundo hedonismo.
  • Carácter manipulador.

‍Síndrome del emperador en adolescentes y adultos

Cuando los niños crecen siendo tiranos, el trastorno no va a desaparecer, sino que puede potenciarse. Si el problema no se trata cuando es pequeño, los padres pueden enfrentarse a problemas familiares derivados de su comportamiento. Por ejemplo, jóvenes tiranos que tengan miedo a dejar la casa de los padres o simplemente que no quieran porque en ella son los reyes.

En los casos más extremos del síndrome del emperador en jóvenes, los adolescentes pueden llegar a maltratar física y verbalmente a sus padres; pueden amenazarlos y hasta robarles para conseguir lo que quieren.

¿Existe el síndrome del emperador en adultos?

Lo cierto es que el síndrome del emperador en adultos también es una realidad, en el sentido de que los comportamientos que se dieron en la infancia pueden reproducirse igualmente en esta etapa vital. Los niños se convierten en adolescentes y estos en adultos.

Si no reciben el tratamiento adecuado, pueden llegar a ser hijos problemáticos, potenciales maltratadores, pero también narcisistas incapaces de empatizar con las personas que les rodean. Esto puede explicar, por ejemplo, por qué un hijo adulto rechaza a su madre o a su padre.

Los jóvenes y adultos con síndrome del emperador viven en un constante estado de frustración, lo que aumenta sus niveles de tensión, agresividad y violencia con tal de conseguir lo que quieren.

Consecuencias a corto y largo plazo del síndrome del emperador

El síndrome del emperador puede influir no solo en el presente de la persona menor y su familia, sino también generar consecuencias relevantes a lo largo del tiempo. Algunas investigaciones sugieren que estos efectos pueden aparecer en el ámbito emocional, social y familiar. A corto plazo, es posible observar:

  • Conflictos familiares recurrentes: las discusiones y tensiones pueden volverse frecuentes, lo que genera un ambiente de malestar en el hogar.
  • Dificultades escolares: la persona menor puede experimentar problemas de disciplina, bajo rendimiento académico y dificultades para aceptar la autoridad de los docentes.
  • Aislamiento social: la falta de habilidades sociales y una actitud dominante pueden favorecer el rechazo por parte de sus compañeros.

A largo plazo, si no se interviene de manera adecuada, pueden aparecer:

  • Problemas de adaptación en la vida adulta: puede resultar difícil mantener relaciones sanas, asumir responsabilidades o integrarse en entornos laborales.
  • Riesgo de conductas antisociales: en situaciones graves, la ausencia de límites y empatía puede asociarse a comportamientos agresivos o, en ocasiones poco frecuentes, a conductas delictivas.
  • Impacto en la salud mental: la persona menor puede experimentar ansiedad, depresión o baja autoestima, sobre todo si vive situaciones de rechazo social o dificultades escolares.

Estos efectos muestran la importancia de una intervención temprana y adecuada para ayudar a prevenir que el problema se prolongue y tenga consecuencias en la vida adulta.

¿Cómo tratar el síndrome del emperador?

Ante los primeros síntomas, lo más recomendable es actuar de inmediato y cesar en las constantes demandas del niño o adolescente. De este modo, se pretende que, al no ver cumplidos sus deseos, las rabietas y ataques del pequeño concluyan.

Si buscas soluciones al síndrome del emperador, puede que te preguntes: ¿qué hacer con un hijo tirano? Como madres y padres, se recomienda:

  • intentar ser pacientes y no ceder;
  • establecer límites y pautas,
  • ser consecuentes y afectivos.

Por ejemplo, un “no” es un “no” dentro de casa o en la calle y siempre desde la autoridad, pero con afecto. Uno de los errores puede ser perder la paciencia, mostrarse irritado y terminar cediendo ante las demandas del niño.

¿El síndrome del emperador tiene cura? No se trata de un síndrome clínico, por lo que el objetivo es modificar patrones conductuales y parentales. Se requiere de la intervención de un especialista que ayude a los padres a tratar con el niño, pero también es necesaria la presencia de un profesional que contribuya a eliminar las conductas características de este síndrome.

Si crees que tu hijo podría ser un tirano, la mejor alternativa es ponerte en contacto con un profesional, como un psicólogo o psicóloga con experiencia en temas parentales y crianza. Ir al psicólogo en este caso en particular contribuye a enseñar a los padres a cómo tratar con su hijo, pero también en el tratamiento de las conductas negativas de los niños con síndrome del emperador.

Pautas prácticas para madres, padres y docentes ante el síndrome del emperador

Abordar el síndrome del emperador implica seguir una estrategia coherente y sostenida, tanto en el hogar como en el entorno escolar. Existe una serie de pautas basadas en la evidencia que pueden orientar a las personas adultas a gestionar este tipo de comportamientos. Entre las recomendaciones que suelen resultar más útiles se encuentran:

  • Establecer límites claros y consistentes: es importante que las normas sean comprensibles y se apliquen siempre de la misma manera, procurando no ceder ante presiones o intentos de manipulación.
  • Reforzar las conductas positivas: reconocer y valorar los comportamientos adecuados puede motivar a la persona menor a repetirlos y a sentirse animada a mejorar.
  • Fomentar la empatía y la responsabilidad: involucrar a la persona menor en tareas del hogar y en la toma de decisiones apropiadas para su edad puede favorecer el desarrollo de la responsabilidad y la consideración hacia las demás personas.
  • Evitar el castigo físico o humillante: las consecuencias deben ser proporcionales, educativas y nunca basadas en la violencia o la humillación.
  • Colaborar con el entorno escolar: mantener una comunicación fluida con el personal docente ayuda a identificar y abordar de manera conjunta las dificultades de conducta.

Cuando las dificultades se mantienen en el tiempo o aumentan, la intervención de un profesional de la psicología puede ser de gran ayuda para orientar a la familia y a la persona menor hacia soluciones adaptadas a sus necesidades.

Si consideras que en tu familia pueden estar presentes algunas de estas dinámicas y buscas orientación profesional, en Unobravo te ayudamos a encontrar el psicólogo online que mejor se adapte a tus necesidades.

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