¿Alguna vez has oído hablar del síndrome del hijo único y de cómo influye en las personas no haber tenido hermanos? Por lo general, hay una idea extendida de que los hijos únicos son consentidos, reacios a compartir, egoístas, y caprichosos, mientras que tener hermanos o hermanas pareciera que son todo ventajas.
Incluso se ha considerado que ser hijo o hija única pudiera tener un riesgo a nivel psicológico y de comportamiento, y a veces se habla del síndrome del hijo único a pesar de que no se considera una condición mental.
Es habitual pensar que tener hermanos o hermanas puede aportar tanto cosas positivas como negativas, mientras que ser hija o hijo único pareciera que solo tiene desventajas. De hecho, existen bastantes estereotipos sobre cómo es un hijo único, por ejemplo:
- Siente soledad y tiene dificultades para relacionarse con los demás.
- Es egoísta y solo piensa en sí.
- Es una persona mimada y demasiado acostumbrada a conseguir todo lo que quiere.
- Ha tenido la sobreprotección de su padre y madre.
- Es una persona demasiado apegada a su núcleo familiar.
Pero, ¿cuánto hay de cierto en estas afirmaciones?
¿Qué es el síndrome del hijo único?
El término "síndrome del hijo único" se originó a finales del siglo XIX y ganó relevancia en el siglo XX, sobre todo a raíz de la declaración del psicólogo estadounidense Granville Stanley Hall, quien llegó a decir que "ser hijo único es una enfermedad en sí misma". Sin embargo, esta perspectiva ha sido revisada y matizada por la investigación científica más reciente.
Durante las últimas décadas, diversos estudios han explorado si las personas que crecen sin hermanos presentan realmente características psicológicas o sociales diferentes a quienes tienen hermanos.
La mayoría de las investigaciones actuales coinciden en que este llamado "síndrome" no es una condición clínica reconocida ni figura en manuales diagnósticos como el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales). Por eso, utilizar el término "síndrome" puede resultar poco preciso y favorecer la estigmatización de quienes son hijos únicos.
La evidencia científica ha aclarado muchos de los mitos asociados a este concepto, mostrando que las diferencias entre quienes son hijos únicos y quienes tienen hermanos suelen ser mínimas o incluso inexistentes cuando se consideran otros aspectos como el estilo de crianza, el contexto familiar y el entorno social.
Investigaciones recientes también han identificado diferencias significativas en el volumen de materia gris cerebral entre hijos únicos y no hijos únicos, particularmente en regiones como el giro supramarginal, la corteza prefrontal medial y el giro parahipocampal (Yang et al., 2017), lo que sugiere que, aunque las diferencias conductuales pueden ser sutiles, existen matices neuroanatómicos que merecen ser considerados en el análisis de este fenómeno.
Los padres del hijo único
Es difícil hablar de las características de los hijos únicos sin mencionar primero a sus padres. Los hijos únicos tienen una relación muy estrecha con ellos, en parte por la mayor cantidad de tiempo que pasan juntos y la atención que reciben.
La falta de hermanos o hermanas les hace más susceptibles a su influencia y, por tanto, también más propensos a adoptar sus valores y su forma de pensar. Este fenómeno puede relacionarse con el efecto Pigmalión, donde las expectativas y creencias de los padres sobre sus hijos pueden influir en el rendimiento y comportamiento de estos.
Esta relación tiene varios aspectos positivos. Los padres reaccionan inmediatamente al comportamiento del niño y suelen tener interacciones de gran calidad con él. Pero, por otro lado, no es raro que esta relación tenga también un tinte de ansiedad, es decir, que el estilo de crianza implique una gran carga de preocupación en el niño. Lo cual puede afectar en la edad adulta, por ejemplo, con emociones como el miedo a dejar la casa de los padres.
¿Qué lleva a una pareja a tener un solo hijo?
Tener o no hijos y la cantidad es una decisión personal, pero las razones más comunes por las que una pareja decide tener un solo hijo o hija se relacionan, habitualmente, con alguna de estas cosas:
- La edad de los progenitores.
- Factores socioeconómicos.
- La separación de la pareja o el fallecimiento de uno de los cónyuges.
- Mujeres que han sufrido una depresión posparto y deciden que no quieren repetir todo el proceso de embarazo y maternidad.
- La ansiedad y el miedo a no estar a la altura. Hay quienes creen que centrarse en un solo niño es más fácil para reducir los riesgos de "no poder con el papel de padres".

Ser hijo único
El psicólogo Soresen ha identificado tres temas principales que atraviesan en la vida los hijos e hijas únicos:
- La soledad: comienza en la infancia cuando el niño descubre que otros juegan con sus hermanos. El hijo único a veces desea conectar con otros (puede sentirse solo), pero puede sentir que le falta esta capacidad. Aunque al mismo tiempo, lo necesita menos porque está más acostumbrado a estar solo. En la edad adulta, esto puede dar lugar a dificultades para compartir el propio espacio, tanto físico como emocional.
- La relación entre dependencia e independencia: la capacidad del hijo único de gestionar su propio espacio por sí mismo le hace independiente, aunque también puede ser muy dependiente del núcleo familiar.
- La atención plena de los padres: esto hace que el niño se sienta especial y, al mismo tiempo, responsable de la felicidad de los padres. Puede creer que todo el mundo se ocupará de él de la misma manera que lo hicieron sus padres, con el riesgo de experimentar una fuerte decepción. También puede suceder que se sienta culpable por no haber hecho lo suficiente por sus padres (especialmente cuando estos sean mayores) en comparación con lo que recibió.
Cómo son los hijos únicos más allá de los estereotipos
Intentemos dejar atrás los estereotipos y dibujar una nueva imagen de los hijos únicos basada en la investigación psicológica. Las hijas e hijos únicos:
- Son personas que no tienen por qué tener dificultades para relacionarse, pero suelen preferir las actividades solitarias y tienen menos necesidad de estar en contacto con los demás.
- Estar a solas hace que, a menudo, inventen nuevas actividades, lo que estimula la curiosidad, la imaginación y la capacidad de resolver problemas. Además, se ha observado que los hijos únicos presentan puntuaciones más altas en flexibilidad, una dimensión clave de la creatividad, en comparación con los niños que tienen hermanos (Yang et al., 2017).
- Suelen ser personas motivadas y capaces de adaptarse a la novedad, pero son menos proclives al riesgo y a la competencia.
- A veces son más obstinados, pero no egocéntricos.
- Son más dependientes de los progenitores que los niños con hermanos.
- Son más susceptibles a la ansiedad de rendimiento.
- Sufren más con las frustraciones, por eso es importante trabajar la tolerancia a la frustración en niños desde que son muy pequeños.
- La ausencia de hermanos les protege de los celos y la rivalidad a corto plazo, pero hace que no estén preparados cuando experimenten estos sentimientos fuera del entorno familiar.
Las ventajas y desventajas se funden en lo que resulta ser un estilo de crecimiento único, no deficitario, pero ciertamente diferente al de quienes crecieron en compañía de hermanos.
Ventajas y desventajas de ser hijo único: una perspectiva basada en la evidencia
La experiencia de ser hijo único puede ofrecer tanto oportunidades como retos, por lo que resulta útil diferenciar entre las creencias populares y lo que indican los estudios científicos.
Ventajas identificadas en la investigación:
- Mayor atención parental: al no compartir la atención de los padres, las personas que crecen sin hermanos suelen recibir más apoyo y recursos, lo que puede favorecer su desarrollo cognitivo y emocional.
- Rendimiento académico: algunas investigaciones señalan que quienes son hijos únicos tienden a mostrar un rendimiento escolar más alto, posiblemente gracias al apoyo individualizado que reciben.
- Autoestima y madurez: la interacción frecuente con personas adultas puede facilitar el desarrollo de una mayor madurez y confianza en sí mismas.
Desafíos potenciales:
- Gestión de la soledad: algunas personas que crecen sin hermanos pueden sentir soledad, sobre todo durante la infancia, aunque suelen encontrar estrategias para disfrutar de su propio espacio.
- Presión y expectativas: al concentrarse la atención familiar en una sola persona, puede surgir una mayor presión para responder a las expectativas familiares.
- Habilidades sociales: en determinados contextos, pueden tener menos ocasiones para practicar la resolución de conflictos entre iguales, aunque esto varía mucho según el entorno y las oportunidades de socialización fuera del hogar.
En resumen, la investigación indica que no existe un único perfil de hijo único, y que las diferencias individuales y familiares influyen mucho más que el hecho de no tener hermanos.
Hijas e hijos únicos: claves para un desarrollo saludable
Criar a una hija o un hijo único puede despertar inquietudes, especialmente debido a los mitos que existen en torno al llamado "síndrome del hijo único". Sin embargo, la evidencia científica indica que el estilo de crianza y el entorno familiar son elementos fundamentales para favorecer un desarrollo emocional y social saludable.
Algunas recomendaciones respaldadas por estudios sobre desarrollo infantil y estilos de crianza incluyen:
- Fomentar la autonomía: dar la oportunidad a la hija o el hijo único de tomar decisiones y asumir responsabilidades acordes a su edad puede fortalecer su independencia y autoestima.
- Promover la socialización: facilitar el contacto con otras niñas y niños, ya sea mediante actividades extraescolares, deportes o reuniones familiares, contribuye al desarrollo de habilidades sociales.
- Evitar la sobreprotección: aunque es comprensible querer cuidar especialmente a una hija o un hijo único, permitirle experimentar frustraciones y resolver pequeños conflictos por sí mismo puede ser beneficioso para su crecimiento.
- Gestionar las expectativas: ser conscientes de no centrar en la hija o el hijo único todas las expectativas familiares puede ayudar a reducir la presión y el estrés.
En resumen, un entorno familiar afectuoso, abierto y estimulante suele ser la mejor base para el bienestar de cualquier niña o niño, independientemente de si tiene hermanos o no.
Ser hijo único, convivir con hermanos o crecer en una familia distinta: cada experiencia familiar es única y merece ser comprendida sin prejuicios ni etiquetas. Si percibes que los estereotipos, las expectativas familiares o las dudas sobre tu propio camino pueden generarte inquietud, recuerda que no tienes que afrontarlo en soledad.
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