La relación entre padres e hijos es, sin lugar a dudas, uno de los lazos más profundos y esenciales que se forjan a lo largo de la vida. Desde los primeros momentos de cuidado y apego hasta las complejidades de la etapa adulta, este vínculo se nutre de experiencias compartidas, aprendizajes y, en ocasiones, dificultades propias del día a día y de la convivencia.
Sin embargo, hay situaciones en las que, sorprendentemente, un hijo adulto rechaza a su madre. Esta circunstancia, que puede ser devastadora para cualquier progenitor, plantea preguntas como: ¿por qué un hijo adulto rechaza a su madre? o ¿por qué hay hijos que no quieren a su madre?. En una tesitura así, es natural buscar respuestas que traten de explicar el porqué.
En este artículo, exploraremos las posibles causas detrás de este comportamiento y cómo abordarlas. Aunque cada relación es única, y las razones pueden variar ampliamente entre familias, el distanciamiento no es un fenómeno aislado: un estudio estadounidense descubrió que aproximadamente el 6 % de los hijos adultos reportaron un episodio de distanciamiento de sus madres, que ocurrió por primera vez a una edad promedio de 26 años, mientras que el 26 % reportó distanciamiento de sus padres, a una edad promedio de 23 años (Reczek et al., 2023).
Señales de que un hijo adulto te rechaza
Identificar el rechazo no siempre es sencillo, ya que puede manifestarse de formas sutiles o directas. Prestar atención a ciertos patrones de comportamiento puede ser el primer paso para comprender la situación.
- Distanciamiento emocional: conversaciones superficiales, falta de interés en tu vida y evitación de la intimidad emocional.
- Comunicación limitada o agresiva: responde con monosílabos, ignora llamadas o mensajes, o muestra irritabilidad y críticas constantes en las interacciones.
- Evitación del contacto físico y social: evita pasar tiempo juntos, pone excusas para no participar en eventos familiares y reduce las visitas.
- Comportamiento despectivo: minimiza tus opiniones, se burla de tus preocupaciones o te culpa de sus problemas.
“Mi hija no me quiere”: cuando un hijo te desprecia
¿Puede haber hijos que no quieren a su madre? Por muy terrible que pueda sonar, es algo que puede ocurrir. La sensación que se puede llegar a vivircomo madre cuando un hijo te desprecia puede ser una de las experiencias más desgarradoras y desconcertantes. Esa sensación de rechazo puede surgir de diversas fuentes y manifestarse de diferentes maneras.
La relación madre hija es compleja y, a menudo, detrás de frases como "mi hija no me quiere" o "mi hijo de 30 años me odia", hay historias personales y emociones complejas que necesitan ser entendidas y abordadas con especial cautela y consideración.
Las experiencias pasadas, los problemas de comunicación, los malentendidos o incluso los problemas de salud mental pueden ser algunas de las causas subyacentes que expliquen por qué hay hijos adultos que odian a sus padres o les desprecian.
Estos problemas pueden haberse exacerbado con el tiempo, lo que lleva a sentimientos más intensos que pueden dar lugar a pensamientos como "mi hijo me odia" o "mi hija adulta me rechaza". Si bien no es fácil lidiar con estas emociones, es esencial comprender que, muchas veces, el desprecio no es un reflejo directo de tus acciones como madre, sino el resultado de una serie de factores y circunstancias específicas. Por este motivo, no tiene sentido autoflagelarse sin entender previamente las motivaciones que hay detrás de este tipo de conductas y formas de sentir.
Posibles causas del rechazo de un hijo adulto hacia su madre
Las relaciones de amor-odio no son unidireccionales; los sentimientos de odio o rechazo de un hijo a su madre existen de la misma forma que a la inversa. La relación entre madre e hijo es compleja y multifacética, y no siempre está exenta de conflictos y tensiones. A medida que los hijos crecen y buscan su propia identidad, es posible que surjan sentimientos de rechazo o descontento hacia la figura materna. Esto es algo con lo que muchas familias conviven cuando los hijos transitan el paso de la adolescencia a la edad adulta (adultos jóvenes).
Frases como "no aguanto a mi madre" o "no quiero a mi madre" son expresiones de estas emociones, que pueden ser el resultado de una serie de factores y experiencias acumuladas a lo largo de los años, que incluso puede hacer que los hijos las perciban, en cierto sentido, como madres tóxicas. Hay hijos adultos que se preguntan: ¿por qué no siento amor por mi padre o por mi madre? ¿Por qué se siente rechazo hacia la madre?
El rechazo rara vez surge de un único evento; suele ser la culminación de dinámicas y experiencias complejas. De hecho, la calidad del apego parental en la adolescencia se ha relacionado con la capacidad para establecer vínculos saludables en etapas posteriores, lo que podría influir en la forma en que un hijo adulto maneja su relación con la madre (Delgado et al., 2022).
Comprender las posibles raíces es fundamental para abordar el problema con empatía.
Algunos de los motivos más comunes detrás de estos sentimientos son:
- Percepción de falta de comprensión o apoyo: la sensación de que la madre no entiende o no apoya las decisiones o sentimientos del hijo/a puede ser muy frustrante.
- Conflictos no resueltos: hay problemas familiares o conflictos del pasado sin resolver que pueden influir en la relación entre padres e hijos. Los problemas de celos, la posesividad o tendencia a querer controlar a los hijos, pueden ser algunos de los motivos que subyacen al desprecio y el rechazo hacia el padre o la madre.
- Expectativas no cumplidas : hay veces que las presiones o las expectativas de la madre no se alinean con los deseos o aspiraciones del hijo/a. Cuando esto ocurre es posible que se generen sentimientos de rechazo y la relación entre los miembros de la familia se deteriore.
- Diferencias generacionales : los conflictos derivados de las diferencias en valores, en creencias o en estilos de vida entre distintas generaciones pueden ser también un motivo de conflicto.
Estas razones también pueden llevar a los hijos a hacerse preguntas como por qué no soporto a mi madre. Para responder a este tipo de preguntas es esencial entender que estos sentimientos, aunque pueden llegar a ser muy intensos, a menudo son el reflejo de una necesidad de espacio, independencia o simplemente un deseo de ser escuchado y validado. No tienen por qué reflejar un odio visceral o un rechazo real.
Es importante que las madres reconozcan y respeten estos sentimientos, evitando tomarlos como un rechazo personal. En lugar de ello, es más útil abrir canales de comunicación, buscar comprender las preocupaciones y los sentimientos de sus hijos y, si es necesario, encontrar ayuda psicológica profesional para mediar y mejorar la relación.

Qué hacer para reparar la relación con tu hijo adulto
Superar el desprecio o rechazo de un hijo no es fácil y muchas veces requiere una dosis extra de comprensión y paciencia para averiguar qué hay detrás de este comportamiento. Afrontar el rechazo es doloroso, pero existen pasos constructivos que puedes dar para intentar reconstruir el puente.
Cuando un hijo trata mal a su madre o cuando un hijo no quiere saber nada de sus padres, la respuesta del progenitor suele ser de confusión y dolor, ya que a veces no se entiende bien por qué ocurre y qué lleva a su hijo adulto a comportarse de este modo. Sin embargo, es esencial abordar estas situaciones con empatía y buscar soluciones constructivas.
Estas son algunas estrategias que puedes adoptar si tu hijo adulto te ignora o te rechaza como madre:
- Practicar la escucha activa y la empatía: trabajar la escucha activa para favorecer una comunicación más empática y comprensiva. Intenta comprender su perspectiva sin juzgar ni defenderte inmediatamente y valida sus sentimientos, aunque no estés de acuerdo con su visión de los hechos.
- Asumir tu parte de responsabilidad: reflexiona sobre tus acciones pasadas y, si es apropiado, ofrece una disculpa sincera. Esto puede abrir la puerta a la sanación.
- Fomentar una comunicación asertiva: expresa tus propios sentimientos y necesidades de forma clara y respetuosa, utilizando un lenguaje en primera persona ("Yo siento...") en lugar de acusaciones ("Tú siempre...").
- Respetar su espacio y sus límites: si tu hijo no quiere hablar contigo, es importante darle espacio, ser paciente y buscar oportunidades para abrir canales de comunicación sin presionar. Demuestra con acciones que respetas su autonomía y sus decisiones.
- Establecer límites claros : poner límites a un hijo adulto también puede ser necesario y para ello es esencial establecer expectativas claras, mantener una comunicación abierta y ser consistente en la aplicación de las consecuencias.
- Participar en actividades conjuntas : realizar actividades juntos, como aficiones o actividades grupales, puede ser una buena manera de reconectar y fortalecer el vínculo entre padres e hijos.
- Buscar ayuda profesional: si los intentos de comunicación fracasan o el conflicto es muy profundo, puede ser útil buscar la intervención de un profesional de la salud mental como un psicólogo online. Hay veces que lo hemos intentado todo y la situación nos supera, y cuando esto ocurre no hay nada de malo en buscar apoyo externo. Asimismo, la terapia familiar también puede proporcionar un espacio seguro y neutral para mediar y encontrar soluciones.
Enfrentar el desprecio de un hijo, especialmente en situaciones donde los hijos adultos rechazan a sus padres, puede ser una experiencia desgarradora, pero con comprensión, paciencia y el apoyo adecuado, es posible superarlo y reconstruir una relación saludable y basada en el respeto.
Reconstruir el vínculo: un camino posible con apoyo
Una buena comunicación basada en la asertividad, el establecimiento de límites claros y el apoyo mutuo son fundamentales para reconstruir y fortalecer la relación. Y, sobre todo, es importante entender que, aunque el camino hacia la reconciliación puede ser largo y difícil, con el esfuerzo y la comprensión adecuados, es posible recuperar y fortalecer ese vínculo familiar tan especial.
Las dinámicas familiares complejas, como las que implican distanciamiento o conflicto crónico, pueden tener un impacto significativo en la salud mental. Incluso en el ámbito clínico, se reconoce la necesidad de abordar los problemas relacionales de forma más sistemática, como señalan Heyman et al. (2009) en sus propuestas de mejora para la clasificación diagnóstica.
A veces, el amor no es suficiente y se necesita la guía de un experto para desentrañar los nudos del pasado y aprender a comunicarse de nuevo. Un psicólogo o psicóloga puede ofrecer herramientas para sanar heridas, establecer límites saludables y reconstruir la confianza mutua.
Si sientes que esta situación te desborda y deseas recuperar una relación sana con tu hijo, dar el primer paso es un acto de valentía. En Unobravo, estamos aquí para acompañarte y te ayudamos a encontrar tu psicólogo o psicóloga online a través de un cuestionario personalizado y una primera cita gratuita para conoceros y hablarle de tus preocupaciones y objetivos.