Tener un hijo problemático puede suponer todo un desafío para los padres, pues la sensación de lidiar con hijos conflictivos puede ser abrumadora y desesperanzadora en ocasiones. Si tu hijo tiene problemas de comportamiento y tratar con él se ha convertido en un dolor de cabeza, queremos contarte que hay lugares a los que puedes acudir para recibir ayuda.
Si tienes un hijo problemático o conoces a alguien que se encuentre en esta situación, este artículo te dará algunos consejos prácticos para abordar la situación, así como información para saber dónde acudir con un hijo problemático y poder proporcionarle la ayuda que necesita.
Hijos conflictivos: las causas
Los hijos problemáticos no conocen edades. Es posible que los niños y los adolescentes sean conflictivos (por diversas causas como, por ejemplo, el síndrome del emperador o el síndrome del hijo único), pero también los hijos adultos pueden serlo.
La crianza, en líneas generales, supone un desafío para los padres, pues los niños no nacen con un manual de instrucciones bajo el brazo, por lo que sentir agobio es algo bastante normal. Cada padre pondrá en marcha distintos estilos de crianza basados en sus propias experiencias pasadas, aprendizajes, etc.
Los niños y los adolescentes pueden experimentar tristeza, enojo, ansiedad e irritabilidad. También es posible que haya frustración en niños y adolescentes, así como otros estados de ánimo a lo largo de su vida. Es algo comprensible y se relaciona con las fases y etapas de crecimiento y a situaciones muy puntuales asociadas con el colegio, los amigos, la familia, etcétera. Sin embargo, cuando estas conductas y estados de ánimo son una constante, y te enfrentas a chicos problemáticos, conflictivos y en ocasiones, agresivos, comienzan las dificultades.
Para los padres, puede resultar complicado saber qué hacer con un hijo conflictivo, pues es frustrante no poder proporcionarle la ayuda necesaria y no saber cómo tratar el problema.
Las causas de que los niños, adolescentes y adultos sean problemáticos son muy diversas. Algunas de estas son:
- Trastornos mentales que comienzan en la infancia.
- Trastornos de ansiedad.
- Trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
- Trastornos de aprendizaje.
- Trastorno del espectro autista.
- Depresión.
- Trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia.
- Trastorno de estrés postraumático (TEPT).
- Dinámicas familiares de diversa índole como el divorcio o separación de los padres, violencia doméstica, falta de normas claras y de afecto.
Es importante destacar que factores familiares como tener un solo progenitor trabajando, contar con más de dos hermanos o ser parte de una familia monoparental se han asociado con una mayor prevalencia de problemas emocionales y conductuales en la infancia (Abd Rahim et al., 2023).
Cuando estas condiciones de salud mental no se tratan a tiempo, los niños no alcanzan su máximo potencial y aparecen problemas conductuales que suponen un desafío para los padres y constante malestar para los hijos, que pueden sentirse incomprendidos y que no encajan en la sociedad que les rodea. Una de las situaciones más complejas, por ejemplo, es la presencia de TDAH en la familia.
Este trastorno no solo afecta al niño o adolescente diagnosticado, sino que también genera tensiones constantes en el hogar, afecta a la dinámica familiar y puede provocar agotamiento emocional en los padres y hermanos. Convivir con un hijo que presenta impulsividad, dificultades atencionales o hiperactividad de forma crónica puede derivar en discusiones continuas, desgaste en el vínculo afectivo y una sensación de desbordamiento generalizado en los cuidadores.

Trastornos relacionados con conductas que pueden resultar problemáticas en hijos: criterios diagnósticos y síntomas clínicos
Cuando hablamos de conductas problemáticas en hijos, es importante distinguir entre comportamientos desafiantes que pueden formar parte del desarrollo y la posible presencia de trastornos específicos que pueden influir en estas conductas. Entre los más habituales se encuentran el Trastorno Negativista Desafiante (TND) y el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Trastorno Negativista Desafiante (TND)
Según el DSM-5-TR (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), el TND se manifiesta a través de un patrón persistente de enfado, irritabilidad, discusiones o actitud desafiante hacia figuras de autoridad, así como una tendencia a buscar venganza. Los síntomas suelen estar presentes durante al menos seis meses e incluyen:
- Pérdida frecuente de la calma.
- Discusiones constantes con personas adultas.
- Desafío activo o negativa a seguir normas.
- Molestar de manera deliberada a otras personas.
- Atribuir a otros la responsabilidad de sus errores o comportamientos.
TDAH
El TDAH se asocia con dificultades para mantener la atención, así como con hiperactividad e impulsividad. Los síntomas principales, según el DSM-5, pueden ser:
- Dificultad para concentrarse en tareas o juegos.
- Olvidar actividades cotidianas y perder objetos con frecuencia.
- Inquietud motora, como mover en exceso las manos o los pies.
- Interrumpir o hablar en momentos que pueden no ser apropiados.
- Dificultades para organizarse.
- No seguir correctamente las consignas.
Reconocer estos síntomas puede ayudar a diferenciar entre un comportamiento problemático temporal y un trastorno que podría requerir acompañamiento profesional. Un especialista en salud mental es quien puede realizar una evaluación clínica, determinar si se cumplen los criterios diagnósticos y orientar sobre el abordaje más adecuado.
Diagnóstico diferencial y comorbilidades en hijos con conductas problemáticas
El diagnóstico diferencial resulta fundamental para comprender el origen de las conductas que pueden generar preocupación en hijos e hijas. Es posible que muchos niños, niñas y adolescentes experimenten síntomas que se superponen entre distintos trastornos, lo que puede hacer que identificar el motivo concreto de estas conductas sea un proceso complejo. En este sentido, se destaca la importancia de utilizar múltiples informantes (maestros u otros examinadores) y de incluir a los padres en la investigación sobre problemas de comportamiento infantil (Kerr et al., 2007), ya que esto permite obtener una visión más completa y precisa de las dificultades presentadas.
- Comorbilidad: es habitual que niños, niñas y adolescentes con conductas problemáticas presenten más de un diagnóstico al mismo tiempo. Por ejemplo, una persona con TDAH puede experimentar también síntomas relacionados con la ansiedad o con el trastorno negativista desafiante. Esta coexistencia de condiciones puede influir en la intensidad de los síntomas y en la manera de abordar el acompañamiento psicológico.
- Importancia de la evaluación profesional: para llegar a un diagnóstico adecuado, es necesario realizar una valoración completa a cargo de un psicólogo o psiquiatra infantil, considerando el contexto familiar, escolar y social de la persona menor de edad. Este proceso permite distinguir entre una conducta puntual y/o la combinación de múltiples factores, en relación a los diferentes trastornos como TDAH, trastorno de ansiedad o del estado de ánimo.
Identificar la presencia de comorbilidades ayuda a crear un plan de intervención más ajustado y sensible a las necesidades únicas de cada niño, niña o adolescente que presenta conductas problemáticas.
Los síntomas para identificar problemas de conducta en los hijos
¿Cómo saber si tengo un hijo conflictivo? Empieza por estar alerta a los síntomas. Debes saber que las manifestaciones de conductas negativas varían en función de la edad de tu hijo. No es lo mismo gestionar un niño problemático, que tener problemas con adolescentes o con hijos adultos que experimentan dificultades conductuales.
Niños y niñas problemáticas: síntomas para identificarlos
Las niñas y niños problemáticos pueden identificarse si presentan alguno de estos comportamientos:
- Rabietas frecuentes.
- Estado de irritabilidad muy intenso y que se prolonga durante bastante tiempo.
- Expresan sus miedos y preocupaciones de forma constante.
- Se quejan de dolores de estómago o de cabeza, sin una afección médica diagnosticada. Estos dolores pueden aparecer cuando se enfrentan a situaciones estresantes como ir al colegio, presentar un examen o participar en algún evento.
- No saben estarse quietos ni en silencio, salvo cuando se trata de mirar la televisión o jugar videojuegos.
- Duermen demasiado o muy poco.
- Se quejan de experimentar pesadillas recurrentes.
- Manifiestan tener sueño a lo largo del día.
- Tienen dificultad para hacer amigos o jugar con otros niños, pueden expresar "no tengo amigos" con frecuencia.
- Problemas académicos o bajada del rendimiento escolar repentina.
- Comportamiento errático, repitiendo acciones de forma frecuente.
- Sienten miedo de que algo pueda ocurrir, por lo que revisan una y otra vez que algunas cosas estén hechas.

Adolescentes rebeldes: los síntomas
Los cambios en la adolescencia hacen que una buena parte de la juventud se vuelva algo rebelde al llegar a esta edad. Ten en cuenta que aquí se viven una serie de procesos muy importantes, tanto a nivel físico como emocional. Durante la pubertad y la adolescencia hay una revolución hormonal que puede hacer que tu hijo deje de ser ese niño tierno y cariñoso que era durante la infancia y cambie su carácter y conducta.
¿Y cómo diferenciar los comportamientos desafiantes normales del crecimiento de una adolescencia conflictiva por otros problemas?
Los adolescentes rebeldes:
- Tienen un comportamiento negativo que persiste durante semanas o meses.
- Experimentan angustia constante. Este sentimiento puede trasladarse a los demás miembros de la familia.
- Los adolescentes con problemas de conducta tienen un bajo rendimiento escolar.
- Malas relaciones con los compañeros del colegio, los amigos y otros integrantes de la familia.
- Presentan comportamiento errático que puede ser inseguro.
- Pueden sentir deseos de hacerse daño a sí mismos o a otras personas, e incluso, a las mascotas de casa.
- Cambian sus hábitos y se encierran en sí mismos, alejándose de sus padres.
En todo caso, es recomendable establecer una tabla de normas para adolescentes, tanto en el hogar como fuera de ello, y saber qué hacer para ayudarles a respetarlas.
Hijos problemáticos mayores de edad: ¿cómo identificarlos?
Los hijos adultos también pueden resultar conflictivos y para los padres significa un motivo de angustia, y no solo se convierte en un malestar para los progenitores, ya que se puede extender a un conflicto entre hermanos adultos. Para identificar las conductas problemáticas, basta con observar más allá de que convivan o no con ellos.
Los síntomas de los hijos adultos problemáticos se asemejan a los de los niños y los adolescentes:
- Pérdida de interés por las cosas que solían disfrutar.
- Poca energía para realizar sus actividades diarias.
- Insomnio o somnolencia excesiva.
- Aislamiento social.
- Dieta y/o ejercicio excesivo.
- Autolesiones.
- Consumo de sustancias tóxicas como alcohol, tabaco y/o drogas.
- Comportamientos destructivos.
- Pensamientos suicidas recurrentes.
- Depresión.
- Carácter manipulador para con sus padres, pareja, amigos y otros miembros de la familia.
Desórdenes de ansiedad y depresión en los hijos problemáticos
Como padre de adolescentes problemáticos y adultos conflictivos, debes saber que hay dos trastornos que son habituales en los hijos de estas características: la ansiedad y la depresión. En el caso de la depresión en adolescentes, la presión académica, la autoexigencia y las redes sociales pueden agravar su estado emocional, llevándolos a sentirse incomprendidos y frustrados. Hoy en día se sabe que estas dos condiciones pueden estar presentes durante la adolescencia.
Ansiedad
Los niños y adolescentes con problemas de conducta, así como los adultos conflictivos, pueden presentar desórdenes de ansiedad. Este trastorno se caracteriza por una sensación de constante inquietud, preocupación y miedo; en el caso de los hijos adultos problemáticos esta sensación puede ser aún mayor debido a agentes externos como el trabajo o las relaciones interpersonales. Los adultos que aún viven en el hogar familiar pueden sentir miedo a dejar la casa de los padres, algo que se asocia con la ansiedad y los temores de este estado.
Los desórdenes de ansiedad incluyen:
- Trastorno de ansiedad generalizada.
- Trastorno de estrés postraumático.
- Ansiedad social.
- Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
- Trastornos del estado de ánimo.
- Experimentar distintos tipos de fobias.
Depresión: uno de los problemas con hijos adolescentes y adultos conflictivos
La depresión es un estado de ánimo que influye sobre los pensamientos, sentimientos y las actividades cotidianas como dormir, comer o trabajar. Aunque la depresión es un trastorno mucho más amplio que, a su vez, se divide en subtipos, es importante destacar que los hijos problemáticos pueden atravesar por este estado de ánimo.
Algunos de los síntomas frecuentes de la depresión son:
- Tristeza, ansiedad o vacío persistente.
- Desesperación y pesimismo.
- Irritabilidad, frustración y sensación de intranquilidad.
- Sentimiento de culpa, impotencia e inutilidad.
- Apatía.
- Cansancio y fatiga.
- Dificultad para tomar decisiones o recordar cosas.
- Problemas para dormir.
- Dolores físicos sin causa médica aparente.
- Pensamientos recurrentes sobre la muerte y/o el suicidio.
De nuevo, la depresión puede ser mayor en el caso de los hijos adolescentes y adultos. Este estado puede incrementarse a consecuencia del trabajo, las relaciones con los amigos o una ruptura amorosa.

Ayuda a padres con hijos problemáticos: posibles soluciones
Una de las preguntas habituales de los padres con hijos conflictivos es saber qué hacer y cómo actuar ante la situación.
Es importante destacar que los padres tienen más predisposición a buscar ayuda para sus hijos cuando reconocen que existe un problema de salud mental (Thurston et al., 2015). Si estás buscando a dónde acudir con un hijo problemático, te contamos que existen varias opciones a tener en cuenta para ayudarlo, disminuir los conflictos familiares y mejorar las tensiones en casa.
Habla con tu hijo
Una vez que has identificado que tu hijo tiene un problema, habla con él. Pero, ¿cómo hablar con adolescentes difíciles?, o ¿cómo tratar a los adolescentes rebeldes? Lo primero es armarte de paciencia y tener en cuenta que no puedes ponerte a su nivel; es decir, si tu hijo es rebelde no puedes reaccionar de la misma forma y a las malas.
Para hablar con tu hijo, debes tener en cuenta su edad:
- Niños pequeños: mantén una conversación corta, con vocabulario sencillo y cercano. Es mejor mantener un tono neutral y simple con frases que empiecen por “entiendo que” o “comprendo cómo te sientes”; no utilices frases acusatorias.
- Hijos adolescentes y adultos: puedes mantener una conversación más larga, sincera y profunda. De igual forma, evita las frases acusatorias y pregunta a tu hijo qué puedes hacer para ayudarle o qué es lo que le disgusta.
Establece límites y mantente firme
No importa la edad de tu hijo, es fundamental que establezcas límites en casa. Ten en cuenta que los niños, adolescentes y adultos intentarán poner a prueba tus límites y paciencia para saber hasta dónde pueden llegar. Y si romper las reglas acarrea una sanción, debes mantenerte firme y no sucumbir a levantar el castigo.
Crea pautas, reglas y apégate a ellas. Estas reglas pueden ser de lo más simples y se trata de respetar las normas comunes del hogar; pero estas pautas deben cambiar con la edad. Mientras a un niño o un adolescente se le pide, por ejemplo, que cumpla con las obligaciones de casa y el colegio, a un hijo adulto se le pide que mantenga una conducta apropiada en casa y con ciertos límites.
Un hijo adulto problemático puede, por ejemplo, intentar manipular a los padres para conseguir algo, incluso dinero. En estos casos, debes saber cuál es tu límite y hacérselo ver a tu hijo. No puedes ceder a sus exigencias, aunque puede ser difícil de poner en práctica.
Pide ayuda psicológica
Es normal buscar ayuda psicológica si las opciones anteriores no dan resultado. Y es que en ocasiones el diálogo y el establecimiento de límites no son efectivos; es posible que tu hijo se cierre y no te permita abordar el problema ni descubrir la raíz del mismo.
Por eso resulta recomendable recurrir a un psicólogo. Si buscas ayuda a padres con hijos conflictivos, un profesional puede ser la mejor opción. Gracias a la tecnología, hoy en día puedes encontrar terapias psicológicas online que ayuden a identificar cuál es la raíz del problema; también te permitirán aprender pautas y técnicas para lidiar con un hijo problemático.
¿Puedo internar a mi hijo?
Una de las preguntas habituales de los padres para saber qué hacer con un hijo problemático es si es posible internarlo. ¿Cuáles son los motivos para entrar en un reformatorio?
Debemos decirte que se trata de un proceso muy complejo y delicado que requiere de la experiencia y recomendación de un psicólogo cualificado, así como de la intervención de los servicios sociales. Antes de tomar esta decisión tan drástica y que puede suponer un conflicto para toda la familia, intenta pedir ayuda psicológica online.
Cuando la terapia psicológica no surte efectos o en casos de rebeldía extrema por parte de los niños y/o adolescentes, es posible considerar algunas opciones de internamiento como los centros para niños con problemas de conducta y otras instituciones. Este es el último recurso para padres; por eso te reiteramos que agotes todas las instancias para intentar ayudar a tu hijo.
Protocolos de intervención profesional y opciones de tratamiento
Cuando se identifica la presencia de un trastorno relacionado con conductas que pueden resultar problemáticas, existen protocolos de intervención profesional que pueden contribuir significativamente al desarrollo del hijo y al bienestar de la familia.
- Terapia individual: brinda al niño, adolescente o adulto la oportunidad de trabajar sus emociones, pensamientos y comportamientos en un espacio seguro, acompañado por un profesional.
- Terapia familiar: incluye a todos los miembros de la familia para favorecer la comunicación, abordar los conflictos y fortalecer los lazos afectivos.
- Entrenamiento parental: proporciona a madres, padres y cuidadores herramientas prácticas para acompañar las conductas difíciles, establecer límites claros y reforzar los comportamientos positivos.
- Terapia cognitivo-conductual (TCC): se considera una de las intervenciones con mayor respaldo científico para abordar problemas de conducta, ya que ayuda a modificar patrones de pensamiento y comportamiento que pueden resultar poco funcionales.
- Derivación a especialistas: en situaciones complejas o cuando existen varias condiciones asociadas, puede ser recomendable derivar al hijo a un psiquiatra infantil u otros profesionales de la salud mental, para una evaluación más detallada y, si corresponde, valorar un tratamiento farmacológico.
La elección del tratamiento depende de la naturaleza y la intensidad del problema, así como de las características individuales del hijo y de su entorno.
Estrategias prácticas para madres y padres: refuerzo positivo y manejo del estrés
Afrontar el día a día con un hijo que presenta conductas problemáticas puede resultar desafiante y generar cansancio, ya que se ha observado que existe una relación concreta entre los niveles de estrés percibidos por los cuidadores y los problemas de conducta de los hijos (Lovell et al., 2013). Sin embargo, existen estrategias prácticas que pueden favorecer la convivencia y el bienestar de toda la familia.
- Refuerzo positivo: esta estrategia implica reconocer y valorar los comportamientos adecuados de la hija o el hijo, en lugar de enfocarse únicamente en los que resultan difíciles. Por ejemplo, destacar cuando respeta una norma o muestra autocontrol puede animarle a repetir esas conductas.
- Establecimiento de límites claros: es importante definir normas sencillas y fáciles de comprender, explicando cuáles serían las consecuencias si no se cumplen. Mantener la coherencia y la firmeza al aplicar estos límites ayuda a que la hija o el hijo sepa qué esperar en cada situación.
- Manejo del estrés parental: cuidarse es fundamental para poder acompañar a los demás. Buscar momentos de descanso, apoyarse en la pareja o en otros familiares, y solicitar ayuda profesional cuando se considere necesario, puede ayudar a reducir el desgaste emocional.
- Comunicación asertiva: expresar emociones y necesidades de manera clara y respetuosa facilita el entendimiento y puede prevenir conflictos innecesarios.
Poner en práctica estas estrategias de forma constante puede contribuir a crear un ambiente más positivo y a fortalecer el vínculo con la hija o el hijo que presenta conductas problemáticas.
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