La ira es una emoción natural y normal que desempeña el papel de defensa y lucha ante situaciones de injusticia, agravio, peligro y ataque. Se trata de una emoción que puede aflorar en diversos tipos de situaciones como un mal día en el trabajo, un malentendido con alguien de tu entorno o una discusión de tráfico. Sin embargo, cuando se desborda, se dispara continuamente o la dirigimos de forma desmedida hacia otras personas, se puede hablar de “ira desadaptativa”.
Al igual que la emoción de la rabia, la ira no tiene buena fama y se relaciona con gritos, críticas feroces, acusaciones descabelladas e incluso violencia. De hecho, muchas veces, cuando pensamos en esta emoción, en realidad lo que nos viene a la cabeza es la imagen de los ataques de ira.
En esta entrada del blog, exploramos qué son los ataques de ira en adultos, qué los provoca, cómo afrontarlos y qué hacer cuando alguien sufre uno.
¿Qué son los ataques de ira?
Cada emoción desempeña una función importante y necesaria para nuestra supervivencia, pero el problema viene cuando una persona se ve invadida de forma extrema por alguna de sus emociones (como el miedo, la rabia o la ira) y pierde el control, lo cual da lugar a una respuesta desproporcionada e incontrolable.
Un ataque de ira en un adulto o en una persona jóven es la consecuencia de un enfado intenso en el que se reacciona de forma impulsiva, agresiva y violenta. A diferencia de un enfado común, durante un ataque de ira la persona pierde el control y su comportamiento puede incluir:
- gritos,
- chillidos,
- agresiones físicas,
- agresiones verbales,
- amenazas.
¿Cuánto dura un ataque de ira?
Aunque sentir la emoción de la ira puede durar más tiempo, los ataques de ira son episodios pasajeros que suelen durar solo unos minutos. La ira sigue un camino ascendente que desemboca en lo que llamamos ataque de ira, pasando por diversas fases:
- Fase de activación: al interpretar algo como un agravio, una humillación o un ataque, la ira va in crescendo hasta el punto de relegar la racionalidad.
- Fase de disparo: en la que se descarga la ira.
- Fase de calma: la racionalidad se restablece y, si no hay ningún suceso que vuelva a hacer que se dispare, la ira empieza a decaer y la persona se empieza a calmar.
Síntomas de los ataques de ira en personas adultas
Si te preguntas cómo saber si tienes ataques de ira, a continuación, enumeramos los síntomas más habituales:
- Experimentar un aumento de temperatura desde el tronco hasta la cara. Puedes sentir rubor y también esa sensación a la que a menudo nos referimos con expresiones como “me hierve la sangre”.
- El corazón se acelera, incluso puedes sentir taquicardia.
- Los músculos se tensan. Aunque depende de cada persona, es posible notar la tensión, por ejemplo, en la mandíbula, las manos o la zona del cuello.
- El tono de voz se altera, sube e incluso te aceleras al hablar.
- La respiración se agita.
- La sudoración aumenta.

Causas de los ataques de ira
No hay ataques de ira sin motivo. En muchas ocasiones, el estrés, la ansiedad, los problemas familiares, la presión laboral, las dificultades económicas y muchos otros factores pueden estar detrás de un ataque de ira repentino. Pero, ¿por qué una persona tiene ataques de ira?
Existen diversas causas que pueden provocar ataques de ira, algunas de las más comunes son:
- La baja tolerancia a los estímulos negativos. Por ejemplo, la frustración suele ir ligada a la ira. Cuando algo interfiere en el camino hacia un objetivo o un deseo, sentimos frustración y eso puede desembocar en un enfado intenso que conduzca a un ataque de ira.
- La intolerancia a las críticas, que puede hacer que las interpretemos rápidamente como humillaciones o agravios (en algunos casos, esto puede estar relacionado con la herida narcisista).
- La presencia de algún trastorno psicológico como el trastorno bipolar, fobias o incluso ansiedad, estrés y depresión (Painuly et al., 2011).
- El abuso de sustancias nocivas que afectan el funcionamiento cerebral. Según algunos estudios (Giancola et al., 2009), los efectos de las drogas, como el alcohol, dificultan la gestión de las emociones.
- Una personalidad impulsiva como puede ser el caso de las personas que tienen serios problemas para controlar y gestionar las emociones.
- Un aprendizaje adquirido en el pasado: entender el ataque de ira como única forma de reaccionar en determinadas situaciones.
Consecuencias de los ataques de ira
“La ira es un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte” —Séneca
Un ataque de ira no solo lastima a quien va dirigido sino también a quien lo sufre. Manifestar la ira de forma desproporcionada y gestionar mal esta emoción puede acarrear consecuencias, como:
- Conflictos con la pareja, faltas de respeto e incluso violencia en la pareja en los casos más descontrolados, lo que acaba deteriorando la relación.
- Consecuencias negativas en el terreno laboral con los compañeros y superiores. Una persona que entra en cólera con ataques explosivos de ira en el trabajo puede ser amonestada o incluso acabar perdiendo su empleo.
- Deterioro de la relaciones familiares y la vida social. A nadie le gusta sufrir la ira de otra persona y nuestro entorno puede reaccionar a nuestros ataques de ira repentinos tomando distancia si la situación les sobrepasa.
- Sentimientos de culpa, vergüenza y arrepentimiento en la persona que sufre los ataques de ira.
Ataques de ira y el trastorno explosivo intermitente (TEI)
¿Qué ocurre cuando alguien experimenta muchos ataques de ira con un comportamiento extremo, radical, agresivo y desproporcionado para una situación? Cuando los ataques de ira son frecuentes y el comportamiento es extremo, radical y desproporcionado, podría tratarse de un trastorno explosivo intermitente (TEI).
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), el TEI se clasifica dentro de los trastornos del control de los impulsos y su prevalencia se estima, según una revisión sistemática (Lieu & Yin, 2025), en torno al 5,1 %.
El trastorno explosivo intermitente suele comenzar al final de la infancia o en los primeros años de la adolescencia. No se conoce la causa exacta que lo provoca, aunque se cree que puede estar relacionado con haber estado expuesto a situaciones de violencia, como la violencia doméstica, desde edades muy tempranas; con tener algún componente genético o con padecer otros trastornos de salud mental como trastornos de la personalidad, TOC o TDAH.
Si reconoces en tu propio comportamiento un posible trastorno explosivo intermitente, un psicólogo para la agresividad te puede ayudar a reducir o manejar los episodios repentinos y frecuentes de agresividad verbal o incluso física. Además, te puede ayudar a explorar las situaciones en las que se producen los episodios y las emociones que activan la ira y la rabia.
Cómo afrontar y controlar los ataques de ira
Ante la pregunta “¿cómo controlar mis ataques de ira?”, no existe una solución mágica, pero sí algunos consejos que pueden ser útiles, por ejemplo:
- Practicar la respiración profunda. Respirar hondo y contar hasta diez se dice pronto, ponerlo en práctica siempre cuesta más. Sin embargo, las respiraciones profundas pueden ayudar a bajar el ritmo cardíaco, a calmarse y relajarse y, por lo tanto, a reducir la intensidad de la ira.
- Practicar la meditación y hacer ejercicio físico son actividades que pueden ayudar a tener más paciencia, empatía y a expresar nuestras emociones de una forma más adaptativa.
Hay que tener en cuenta que los ataques de ira tienen mucho que ver con la interpretación del hecho que lo ha desencadenado. Es importante tener la capacidad de reconocer las señales de la ira y detectar por qué está ocurriendo. De esta forma, será más fácil controlar el nivel del enfado.
También es probable que te preguntes cómo evitar ataques de ira, en este caso las recomendaciones son parecidas. Cuando nos enfadamos es fácil decir algo que luego nos pese, así que es mejor pararse a pensar antes de hablar y ordenar nuestros pensamientos. De ese modo, nos expresaremos mejor y desde la calma. Es correcto comunicar aquello que nos desagrada, pero sin alterarnos y sin confrontación.

Qué hacer cuando alguien sufre un ataque de ira
Hasta ahora hemos hablado de los ataques de ira desde el punto de vista de quien se ve descontrolado por su nivel de ira, pero, ¿qué podemos hacer cuando estamos ante alguien que tiene un ataque de ira? Algunos consejos a seguir incluyen:
- Mantener la calma, en la medida de lo posible, para ayudar a desescalar la situación.
- Respetar el turno de palabra, no interrumpir y hablar con asertividad y con un tono de voz tranquilizador. Se pueden usar frases como, por ejemplo: “sea cual sea el problema, creo que podemos resolverlo con tranquilidad” o “te estoy escuchando, déjame saber si estoy entendiendo lo que ocurre”.
- Evitar utilizar un lenguaje de confrontación y hablar alto, ya que lo importante es neutralizar la ira de la otra persona.
- Echar mano de la empatía y tratar de entender cómo se siente esa persona y porqué.
Cómo tratar los ataques de ira: terapia
La emoción de la ira usada de forma adaptativa es útil en depende qué situaciones. El problema viene cuando es difícil de controlar y conduce a un comportamiento agresivo, y cuando los ataques de ira se convierten en algo regular que no somos capaces de frenar. Por eso, es importante reconocer los signos de un enfado creciente, aprender a controlar los nervios y tomar medidas para evitar que el enfado vaya a más y acabemos estallando.
Con las herramientas adecuadas, puedes aprender a regular tus emociones y evitar comportamientos que pueden tener un impacto negativo en tu vida. Contar con ayuda profesional es beneficioso para controlar la ira y una posible desregulación emocional. En este sentido, la terapia psicológica puede ayudar a:
- ofrecer apoyo y orientación;
- reconocer los impulsos de ira, el control de pensamientos y la gestión del estrés;
- explorar las razones subyacentes por las que el conflicto, la ira y los ataques de ira se han convertido en un problema;
- trabajar en el desarrollo de técnicas y estrategias para resolver conflictos;
- incrementar el bienestar emocional y mejorar tus relaciones;
- aumentar la sensación de control y seguridad en tu conducta;
- mejorar el autoconocimiento y proporcionar estrategias de autocuidado.
La terapia individual para el manejo de la ira brinda las herramientas adecuadas para poder manejarla y canalizarla de una manera efectiva. Entre los tratamientos más efectivos para manejar la ira está la terapia cognitivo-conductual.
Encuentra apoyo profesional para gestionar la ira
Aprender a gestionar la ira es un paso fundamental hacia el bienestar emocional y la mejora de tus relaciones. Si sientes que los ataques de ira están afectando tu vida, no tienes por qué enfrentarlo en soledad. La terapia te ofrece un espacio seguro y herramientas eficaces para comprender el origen de tu ira y desarrollar estrategias de control saludables.
Un psicólogo puede ayudarte a identificar los detonantes, a regular tus emociones y a construir una forma más serena de relacionarte contigo mismo y con los demás. Con Unobravo, la primera cita es gratuita y después tú eliges si continuar o no. Puedes empezar con total comodidad y sin compromiso rellenando nuestro cuestionario personalizado para encontrar tu psicólogo online.