Para la mayoría de las personas, el verano es una época positiva del año en la que pueden pasar más tiempo al aire libre, reunirse con amigos y visitar nuevos lugares. En cambio, para otros, el verano trae consigo más estrés. De hecho, hay quienes experimentan un gran malestar durante el verano, por ejemplo las personas que sufren trastornos de ansiedad, que pueden experimentar malestar tanto durante las vacaciones como al volver a la vida cotidiana y a la rutina.
Además de las razones ya enumeradas, las personas con un trastorno de ansiedad tienen otro elemento con el que lidiar: las altas temperaturas del verano. Pero, ¿el calor aumenta la ansiedad? ¿Cómo influye el calor en la ansiedad? Veamos cuál es la relación entre el calor y la ansiedad, y cómo afecta el calor a las personas con ansiedad.
La ansiedad en verano
¿Por qué aumenta la ansiedad en verano? El calor, el bochorno y la sensación de falta de aire son factores que contribuyen a aumentar la ansiedad en las personas que la padecen. Aunque las altas temperaturas pueden causar cierto malestar a cualquier persona, en las personas que padecen ansiedad ciertas sensaciones se amplifican aún más.
Por ejemplo, el exceso de calor y la ansiedad pueden provocar síntomas como:
- sofocos por ansiedad,
- palpitaciones,
- náuseas,
- sudoración nocturna excesiva por ansiedad,
- sensación de ahogo,
- dolor o sensación de peso en el pecho por ansiedad.
Estos síntomas, que son comunes en muchas personas, se vuelven insoportables para las personas que sufren de ansiedad, ya que tienden a pensar que son una señal de que algo catastrófico está a punto de suceder. Por ejemplo, en la mente de una persona con ansiedad, el calor, la ansiedad y las taquicardias pueden conducir a un fuerte miedo a sufrir un infarto y a la aparición de ataques de pánico.
Asimismo, según algunos estudios (Ohtani, 2006), las personas que sufren ataques de ansiedad se ven especialmente afectadas por los cambios meteorológicos (meteoropatía).
Calor y ataques de pánico
Los ataques de pánico se pueden volver frecuentes con el calor. La persona empieza a notar síntomas físicos relacionados con el aumento de las temperaturas y tiene miedo, por ejemplo, de desmayarse, vomitar o incluso tener un infarto y morir. A su vez, estos pensamientos catastróficos amplifican los síntomas físicos y producen una espiral de sensaciones y pensamientos relacionados con la ansiedad que resultan difíciles de gestionar.
El calor sofocante y los ataques de pánico provocan un malestar extremo en algunas personas, que incluso puede desembocar en un trastorno de agorafobia. Esto hace que la persona evite, por ejemplo:
- lugares concurridos,
- el transporte público,
- eventos con mucho público,
- el tráfico callejero.
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Ansiedad y calor: las consecuencias
En las situaciones que acabamos de describir, la persona con trastornos de ansiedad teme perder el control, hasta el punto de que presta una atención espasmódica a sus sensaciones corporales y estados fisiológicos y vigila constantemente el entorno que le rodea para asegurarse de que dispone de vías de escape.
Esto da lugar a la intolerancia al calor y la ansiedad que, en casos graves, pueden contribuir a la aparición de la soledad y la depresión. Esto sucede precisamente porque la persona tiende a evitar situaciones en las que se agudizan los síntomas provocados por la ansiedad y el calor.
Estas condiciones pueden favorecer la aparición de la depresión estacional de verano. El calor y la depresión también pueden estar relacionados porque con las altas temperaturas pueden agudizarse algunos de los síntomas que caracterizan a los trastornos depresivos.
Los cambios de humor también pueden ser más frecuentes. Así como algunas emociones como la ira o la culpa pueden ser el resultado de sentirse incapaz de tolerar las sensaciones corporales y gestionar las emociones, lo cual también puede afectar a la autoestima.
Sin embargo, la ansiedad y el miedo al calor pueden abordarse y gestionarse y, poco a poco, pueden disminuir.
Ansiedad por calor: posibles remedios
Combatir la ansiedad por calor es posible y los resultados pueden ser significativos, a condición de que la persona con ansiedad decida afrontar de forma consciente dicha dificultad.
El primer paso puede ser admitir (ante uno mismo y ante los demás) que el calor provoca ansiedad. Verbalizar nuestro estado emocional, aunque pueda resultar difícil, puede ser útil para gestionar los síntomas que el calor y la ansiedad pueden provocar.
Asimismo, para afrontar los síntomas de la ansiedad que llegan con el calor del verano, la persona puede:
- ejercitar la respiración diafragmática,
- practicar el entrenamiento autógeno,
- no renunciar a los momentos de calma, por ejemplo, disfrutando de los beneficios psicológicos del contacto con la naturaleza.
La ayuda de la terapia psicológica para afrontar la ansiedad por calor
La gravedad de los trastornos de ansiedad varían en función de cada caso. Si bien es cierto, como hemos visto, que el calor da ansiedad o la aumenta, y que existen posibles remedios que la persona con ansiedad puede poner en práctica de forma autónoma, en otros casos puede resultar útil el apoyo de un profesional.
Un psicólogo o psicóloga puede acompañar a la persona que padece ansiedad en la gestión de la ansiedad e intervenir en los hábitos de comportamiento y las creencias que la producen. La terapia psicológica para la ansiedad también puede llevarse a cabo con una psicóloga o psicólogo online como los que puedes encontrar en Unobravo.
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