El término zoofobia, compuesto por las palabras griegas zóon (animal) y phobia (miedo), hace referencia al miedo a los animales en general. Este tipo de fobia puede ser inofensiva o extremadamente incapacitante para la vida diaria de una persona.
En este artículo, abordamos cómo surge el miedo a un animal, cómo reconocer los síntomas que lo caracterizan y qué podemos hacer para superarlo.
¿Qué es la zoofobia?
La zoofobia consiste en un miedo excesivo a los animales en general —como serpientes, insectos, pájaros, murciélagos, gatos, perros, ratones, ranas, avispas—, pero también puede afectar a animales que en el imaginario común no son fuente de miedo o peligro. Esta fobia puede tener su origen en experiencias traumáticas relacionadas con animales o tipos particulares de animales, o ser secundaria a otros miedos como la misofobia.
En general, el objeto de la fobia es una categoría específica de animales; solo en raras ocasiones el miedo se dirige hacia animales de diferentes especies. Por ejemplo: una persona con fobia a las aves temerá a todos los pájaros, mientras que otros animales, como los ratones, no evocarán ninguna respuesta ansiosa.
La fobia a los animales, entra dentro de lo que llamamos fobias específicas. Los seres humanos tienen una predisposición genética a temer algunos tipos de animales que estimulan un asco mezclado con miedo, como las serpientes, las arañas o los insectos. Hasta cierto punto, este miedo es necesario (o lo ha sido en nuestra historia evolutiva) para la supervivencia de la especie humana. Pero, ¿qué pasa cuando se convierte en un problema?
¿Cuándo se convierte la zoofobia en un problema?
La zoofobia puede manifestarse a varios niveles:
- desde la simple repulsión y manifestación de asco,
- hasta la vivencia de situaciones de bloqueo cuando se presenta el objeto fóbico.
Las personas que la padecen suelen tener una buena adaptación social, familiar y laboral. Sin embargo, las fobias a los animales pueden llegar a ser incapacitantes cuando la persona tiene contacto con frecuencia con el animal temido.
Muchas veces estas fobias hacen que la persona, para no encontrarse con el objeto que les genera miedo, evite ir a lugares como plazas o parques, para no encontrarse con situaciones que se consideran peligrosas.

Ejemplos de zoofobia
Los animales no provocan las mismas reacciones en cada uno de nosotros. Los estudios sobre las reacciones humanas ante la visión o el contacto con distintos animales distinguen entre las especies que provocan "miedo pertinente" y las que provocan "miedo irrelevante"; de modo que algunos animales pueden considerarse "bonitos" o "inofensivos", otros "feroces" o "salvajes". Asimismo, hay una tercera categoría que se refiere a las reacciones de asco.
Es crucial señalar que no todos los miedos a los animales pueden etiquetarse como zoofobia. Esta última es un miedo persistente, injustificado e irracional a los animales, por muy peligrosos o inofensivos que sean. He aquí algunos ejemplos de zoofobias específicas:
- entomofobia (miedo a los insectos),
- apifobia (miedo a las abejas),
- aracnofobia (miedo a las arañas),
- escolequifobia (miedo a los gusanos),
- cinofobia (miedo a los perros),
- ailurofobia (miedo a los gatos),
- ranidafobia (miedo a las ranas),
- ofidiofobia (miedo a las serpientes),
- musofobia (miedo a las ratas y ratones),
- motefobia (miedo a las polillas),
- ornitofobia (miedo a los pájaros),
- ictiofobia (miedo a los peces).
¿Cuáles son los síntomas de la zoofobia?
Los comportamientos que puede presentar una persona con miedo a los animales son:
- Evitación: evitar el riesgo de encontrarse con ciertos animales (por ejemplo, evitar lugares como las plazas por miedo a los pájaros).
- Pedir ayuda: hacer que un amigo o familiar ahuyente al animal temido.
- Tomar precauciones: por ejemplo, cambiar de ruta si se encuentra con el animal que le asusta.
Al igual que otros trastornos psicológicos asociados a estados de ansiedad, los síntomas que se presentan con más frecuencia son:
- taquicardia,
- sudoración excesiva de las manos,
- sequedad de boca,
- temblores.
En casos graves, también pueden producirse auténticos ataques de pánico o ataques de ansiedad.
Los síntomas de la zoofobia pueden aparecer no solo cuando el individuo tiene que enfrentarse al objeto de sus temores, sino también cuando piensa en él. Los síntomas físicos y emocionales más comunes también incluyen:
- sensación de mareo o desmayo,
- sensación de asfixia,
- miedo a morir,
- permanecer congelado en la misma posición,
- respiración rápida y superficial,
- intentar huir.
Este tipo de fobia puede crear en la persona que la experimenta grandes momentos de estrés que pueden bloquearla y crearle dificultades para vivir experiencias del día a día.

¿Por qué tememos a ciertos animales?
El miedo a los animales es común. En algunos casos, el miedo se resuelve por sí solo sin ningún tratamiento específico. En otros, la fobia persiste durante mucho tiempo y es aconsejable un tratamiento psicológico.
Una fobia puede surgir de una única experiencia negativa o desarrollarse como resultado de una serie de acontecimientos (cuando nos exponemos a experiencias que generan ansiedad en situaciones similares). Uno de los primeros en demostrarlo fue el psicólogo John Watson con el experimento del pequeño Albert.
Otra razón por la que podemos desarrollar una fobia es la desinformación . ¿Cuántos de nosotros hemos oído a adultos advertir sobre perros que muerden, abejas que pican y otras situaciones consideradas "peligrosas"? Cuando un padre alerta repetidamente a su hijo del peligro de uno o varios animales, el niño aprenderá a temerlos y a mantenerse alejado.
De modo que la razón de la adquisición de la zoofobia es, en resumen, la ansiedad que se desarrolla en el individuo: una emoción que se origina en el sistema nervioso emocional, una parte primitiva de nuestro cerebro que procesa el estímulo independientemente de la parte responsable del procesamiento del pensamiento consciente.
¿Cómo superar la zoofobia?
Al igual que otras fobias, la zoofobia puede curarse siguiendo un proceso de terapia psicológica, utilizando métodos de exposición y técnicas para tratar la ansiedad.
En los casos más graves, el tratamiento con fármacos puede ser útil en las primeras fases de la terapia. Una terapia verdaderamente eficaz y eficiente para las fobias debe centrarse en interrumpir el círculo vicioso contraproducente que el sujeto alimenta a través de sus intentos infructuosos de gestión del miedo.
He aquí algunas posibilidades de tratamiento:
1) Acercamiento gradual
Un acercamiento gradual puede ser una estrategia útil. Si la idea de acercarte a un animal te produce ansiedad, intenta estudiarlo. Intenta investigar el comportamiento típico del animal o insecto que te despierta miedo o repulsión. Al principio puede ser útil investigar sin imágenes y luego, poco a poco, decidir introducir algunas. Con esta técnica, puede empezar a "familiarizarte" y a conocer un poco mejor a tu "enemigo".
Llegados a este punto, en el caso del miedo a animales como perros, gatos, etc., puedes intentar ir un poco más allá, de forma “directa”. Elige un momento determinado del día o cuando surja la ocasión y comienza a observar, en vivo, al animal temido, anotando sus hábitos, características y la forma en que se comporta.
2) Desensibilización gradual
La desensibilización gradual es otro método conocido por su gran eficacia en el tratamiento del miedo a los animales. El psicólogo o psicóloga ayuda a la persona a exponerse gradualmente a imágenes del animal temido en un entorno controlado para que pueda controlar la ansiedad evocada por el estímulo fóbico.
Si sientes que el miedo a los animales afecta a tu día a día o te impide disfrutar plenamente de algunas experiencias, recuerda que no tienes por qué afrontarlo en soledad. Superar una fobia es posible con el apoyo de un psicólogo o psicóloga para fobias.
Buscar ayuda puede ser el primer paso hacia un mayor bienestar. En Unobravo, te ayudamos a encontrar tu psicóloga o psicólogo online.





