¿Alguna vez, quizá impulsado/a por un sentimiento de frustración, has exclamado frases como "¡no puedo!", "¡no puedo hacerlo!" o "¡no sé hacer nada!"? A veces, por ejemplo, cuando estamos abordando una tarea exigente y sufrimos un revés, puede ser completamente normal sentirse incapaz de hacerla y desanimarse. Pero, ¿qué ocurre cuando la sensación de no sentirse a la altura se vuelve omnipresente y se produce con frecuencia, en contextos muy diferentes?
Algunas personas tienen la creencia de que ciertos acontecimientos son aleatorios o "golpes de suerte" y que no dependen de su propio comportamiento. Sin embargo, aunque hay situaciones que escapan a nuestro control y que, por desgracia, no tenemos el poder de manejar; hay otras sobre las que sí podemos tener un gran impacto. Todo depende de nuestro enfoque.
En este artículo, hablamos sobre la autoevaluación y la autopercepción en psicología, ¿en qué consiste? ¿Es objetiva?.
Autoevaluación: ¿estás seguro de que es objetiva?
Cuando nos evaluamos a nosotros mismos y nuestras capacidades, entra en juego un elemento muy importante: el sentimiento de autoeficacia. Este sentimiento gira en torno a la percepción que tenemos de nosotros mismos y se construye a través de:
- La conciencia de haber realizado una tarea que, gracias a determinadas habilidades personales, ha sido un éxito.
- La comparación con los demás (experiencia vicaria) que nos hace pensar que si ellos tienen características similares a las nuestras y tienen éxito en esa tarea determinada, nosotros también podemos tenerlo.
- Las evaluaciones que recibimos, que pueden motivarnos mientras realizamos una tarea (un ejemplo clásico son las evaluaciones escolares).
- Nuestro estado emocional.
Cuando uno o varios de estos elementos se reducen para hacer espacio a pensamientos de autodesvalorización, nuestro sentimiento de autoeficacia disminuye y esto puede minar nuestra autoestima.
Aquí, sin darnos cuenta, podemos decirnos a nosotros mismos que no somos capaces o que no conseguimos hacer nada y, como consecuencia, a menudo podemos sentir ansiedad, tristeza y vergüenza a causa de esta convicción.
Un ejemplo de este mecanismo lo encontramos en el síndrome del impostor, que se suele dar con frecuencia en el trabajo. Este trastorno se basa en la creencia de que uno no es lo bastante bueno para un determinado puesto o que no es lo bastante bueno o cualificado para merecerlo (miedo a no estar a la altura).
Quienes tienen esta creencia pueden experimentar miedo al rechazo, sentirse enfadados consigo mismos y también cierta necesidad de control, lo cual lo único que hace es exacerbar el malestar emocional que experimentan.

“No soy capaz de hacer nada”: lo que nos dice la psicología
¿Qué nos lleva a pensar "no puedo hacer nada"? A veces puede ser el efecto de la indefensión aprendida, ese mecanismo que nos lleva a creer que, ante un acontecimiento desagradable, no hay esperanza de cambiar las cosas, porque somos incapaces de hacerlo. Pensemos, por ejemplo, en la indefensión aprendida ante la guerra: las noticias pueden hacer que nos sintamos impotentes ante el conflicto y abatidos cuando vemos que esas consecuencias devastadoras parecen incontrolables.
Estos pensamientos, a menudo alimentados por la rumiación, pueden reflejarse en nuestra salud mental y, en algunos casos, convertirse en trastornos depresivos en toda regla que pueden comprometer la vida cotidiana, nuestra relación con nosotros mismos y con los demás.
Con el tiempo, tener una autopercepción constantemente fallida puede:
- llevarnos a encerrarnos en nosotros mismos en un profundo sentimiento de soledad,
- impedirnos entablar relaciones significativas,
- causarnos problemas en las relaciones.
“No sé hacer nada”, ¿y si recurro a la psicología?
En determinadas circunstancias, puede ser normal pensar que uno es incapaz de hacer frente a una situación o que es incapaz de realizar una determinada tarea.
Sin embargo, si nos damos cuenta de que pensamientos como "no sé hacer nada" se convierten en una creencia tan arraigada en nosotros que pensamos "no sé hacer nada en la vida", puede ser útil hablar con un psicólogo.
Un profesional cualificado (como una psicóloga o psicólogo online de Unobravo) podrá acoger al paciente y formar una alianza terapéutica para trabajar juntos la autopercepción y las posibles motivaciones que llevan a la persona a tener baja autoestima.
Con el acompañamiento de un psicólogo/a, el paciente podrá reconocer las dinámicas disfuncionales que pone en marcha, incluso inconscientemente, y trabajar sobre sí mismo para comprender y aceptar la imperfección, la incapacidad y el fracaso, y redescubrirse a sí mismo volviendo a entrar en contacto con sus emociones más profundas.



.avif)
