Las personas que experimentan "necesidad de control" viven en un estado de ansiedad constante, que solo consiguen mitigar (durante un tiempo limitado) mediante una estricta vigilancia de su propio comportamiento y, a veces, también del comportamiento de los demás.
Si bien un poco de control es funcional dentro de unos límites, este se puede convertir en fuente de sufrimiento cuando invade todas las actividades cotidianas. La obsesión por el control puede afectar a distintos ámbitos de la vida.
Algunas frases típicas que podemos oír de una persona obsesionada por el control pueden ser:
- "Siempre tengo que asegurarme de que todo va bien".
- "No me fío de cómo hacen las cosas los demás".
- "Si me tumbo en la cama, me asaltan mil pensamientos y no consigo relajarme".
- "Compruebo varias veces que he hecho algo".
- "Me siento ansioso, estresado y molesto cuando las cosas no salen como me gustaría o como esperaba".
Este tipo de preguntas son signos de la necesidad de controlar todos los aspectos de la vida cotidiana. La necesidad de control hace que la persona se sienta sin libertad y dentro de un bucle de:
- ansiedad,
- duda,
- control,
- disminución de la ansiedad.
Y de nuevo ansiedad - duda - control - disminución ansiedad. La necesidad de control se convierte en una jaula que genera alivio momentáneo a la vez que también crea un enorme sufrimiento.

¿Qué es el control?
Si la expresión "necesidad de control" se utiliza a menudo en el lenguaje cotidiano, intentemos comprender qué se entiende por control en psicología.
Una de las acepciones con las que se utiliza el término control en los estudios psicológicos es el concepto de locus de control, que indica hasta qué punto una persona percibe que controla su propio destino.
Sin embargo, es más habitual que el término control se utilice para referirse a todas aquellas conductas, que se llevan a cabo en diferentes contextos de la vida de una persona, como intentos de prevenir lo inesperado o acontecimientos considerados inaceptables.
Obviamente, los comportamientos de control requieren una gran cantidad de energía para evitar lo inesperado o no deseado, lo que puede dar lugar al efecto paradójico de provocar consecuencias que también afectan de forma disfuncional a otros contextos y situaciones.
Consideremos el caso de la agorafobia: la persona siente que debe controlar todos los aspectos de su entorno que le parecen una amenaza para estar bien. Así, para asegurarse de que siempre tiene el control, la persona puede acabar renunciando a una cena de trabajo, luego al concierto de su cantante favorito, después a salir con una posible pareja, e incluso a ir de compras.
La necesidad de control puede empezar en un contexto y acabar influyendo en:
- relaciones personales,
- vínculos románticos,
- relaciones laborales,
- simples actividades cotidianas.
Las causas de la necesidad de control
¿Qué hay detrás de la necesidad de control? El control es una reacción típica ante el miedo que produce la percepción de pérdida de control sobre las situaciones. Muchas personas se sienten asustadas y ansiosas ante la idea de no poder controlarlo todo, al pensar que las cosas pueden no salir según sus expectativas y que puede ocurrir algo imprevisto, como ocurre en el síndrome de Casandra.
A veces, aunque la persona sea consciente de que no es posible controlar la realidad y a los demás, puede seguir creyendo que no puede evitarlo: en resumen, ¡el control se le va de las manos!
Las características de una persona "controladora”
¿Podemos identificar las características de la obsesión por el control o de una personalidad controladora? En la literatura especializada, se describe a las personas con necesidad de control como personas:
- con baja autoestima,
- perfeccionistas,
- con dificultad para gestionar sus emociones.
Se trata de una dificultad que a menudo se asocia con las primeras relaciones con las figuras parentales. Las personas que quieren controlar a los demás o las situaciones y acontecimientos suelen crecer en familias con un modelo educativo rígido y crítico o en familias caóticas donde las situaciones son impredecibles.
Aunque la literatura intenta dar explicaciones sobre la necesidad de control, cada uno de nosotros tiene su propia historia personal y sus propias formas de ejercer el control sobre la realidad.
La necesidad de control sobre la pareja
En las relaciones sentimentales, las conductas controladoras sobre la pareja pueden desgastar la relación con el tiempo. En las relaciones de pareja, la necesidad de control sobre la pareja puede derivar, por ejemplo, en un comportamiento celoso.
Una pareja controladora y celosa suele juzgar al otro en cada acción que realiza; tranquilizarlo nunca es suficiente para apaciguar la posesividad y los celos en la pareja. El miedo a la traición o al abandono es constante y ambos miembros de la relación la pueden llegar a vivir como una "relación tóxica".
Ante la pregunta “¿cuándo tengo la situación bajo control?", la respuesta, por supuesto, es "nunca", porque la realidad no es controlable. Superar la necesidad de control en el amor requiere conciencia y compromiso.
Es esencial reconocer el problema y luego intentar:
- comunicarse abiertamente con la pareja,
- compartir inseguridades y escuchar las necesidades mutuamente,
- trabajar juntos para generar confianza.
La terapia de pareja puede ser una ayuda inestimable para trabajar en la relación y aprender a trabajar la necesidad de control sobre la pareja, en caso de que esté presente.

¿Cómo tratar a una persona “controladora”?
Para relacionarse con una persona que ejerce necesidad de control sobre los demás, puede ser importante establecer límites claros y comunicar tanto con respeto como con firmeza lo que es aceptable y lo que no. También puede resultar útil intentar:
- no ceder constantemente a las demandas de control, para intentar mantener nuestro espacio y autonomía personal;
- intentar comprender las raíces del comportamiento del otro, mostrando empatía;
- hablar abiertamente de nuestras emociones.
Los efectos psicológicos y físicos de la necesidad de control
Ejercer un hipercontrol sobre todo y sobre todos puede ser la mejor manera que una persona ha encontrado de estar en el mundo. Es una actitud protectora y, en este sentido, es funcional, pero tiene un coste muy alto porque desencadena más sufrimiento.
Detrás de este comportamiento pueden esconderse otras emociones profundas que permanecen sin expresar: la necesidad de controlarlo todo es una forma de evitar el sufrimiento y, por lo tanto, nos muestra cómo un intento de solución puede convertirse en el problema.
Los problemas de autoestima, que hemos visto como una de las principales causas de la necesidad de control, pueden hacer que la persona:
- no se sienta capaz de hacer frente a las situaciones,
- no exprese todo su potencial,
- experimente un miedo constante a cometer errores.
El miedo a decepcionar a los demás y a mostrarse vulnerable va acompañado de:
- la sospecha recurrente de ser traicionado,
- el sentimiento de no ver correspondido lo que se ha hecho por la otra persona.
Así, el bienestar psicológico se ve irremediablemente comprometido. Incluso el recuerdo de una situación en la que se perdió el control también puede hacer que la persona evite situaciones similares y alimentar el círculo de la ansiedad.
Además, la necesidad de control también puede tener síntomas físicos y generar, por ejemplo, tensión muscular y sensación de cansancio y agotamiento.

Necesidad de control: ¿cuándo se trata de una patología?
La necesidad de control no es necesariamente patológica: puede manifestarse como una necesidad ocasional de influir en los acontecimientos y las personas que nos rodean sin afectar a áreas importantes de nuestra vida.
En cambio, quienes tienen esta tendencia en mayor grado pueden sentir ansiedad o frustración cada vez que no tienen pleno control sobre una situación, como puede ocurrir si se dan:
- Comportamientos celosos, que en algunos casos también pueden ser un síntoma del trastorno paranoide de la personalidad.
- Pensamientos obsesivos sobre la pareja como ocurre, por ejemplo, en el toc relacional, en el que hay dudas constantes sobre los sentimientos que se procesan hacia la pareja y los sentimientos de la pareja hacia uno mismo ("¿Me quiere? ¿Le quiero?").
- El chantaje emocional, que se manifiesta con una atención maníaca y constante a la vida de la pareja. El “manipulador afectivo” se controla a sí mismo negando sus propios sentimientos y debe controlar también las situaciones en las que se ve envuelto y asegurarse de que los demás no tienen poder sobre él.
Necesidad de control y trastorno obsesivo compulsivo
El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es un trastorno psicológico que se caracteriza por pensamientos obsesivos intrusivos y comportamientos compulsivos destinados a reducir la ansiedad que provocan dichas obsesiones. Las personas con TOC pueden sentirse obligadas, por ejemplo, a comprobar repetidamente que las puertas están cerradas o que los aparatos eléctricos están apagados, por miedo a que se produzcan consecuencias catastróficas.
Por lo tanto, el TOC y la necesidad de control pueden ser síntomas el uno del otro. La necesidad de control como manifestación clínica del TOC requiere intervenciones terapéuticas específicas para gestionar los síntomas debilitantes.
¿Cómo superar la necesidad de control?
La necesidad de control puede leerse como una forma de prevenir y eliminar el sufrimiento. El objetivo es anular el riesgo de encontrarse mal y alcanzar un estado de "seguridad".
Pero el dolor forma parte de la vida humana y la garantía de tenerlo todo bajo control es un mito inalcanzable. Por eso, aunque pueda ofrecer una aparente seguridad, el control nos atrapa en una serie de reglas y patrones extremadamente estresantes.
El control agota y consume energía y solo genera una preocupación innecesaria en la mente, sin eliminar ninguna incertidumbre. La vida de la persona se queda atrapada dentro de una jaula y hace que se desvanezcan la despreocupación y el placer por otras actividades.
¿Es posible soltar el control? Un proceso terapéutico, también con un psicólogo online, puede ayudar a comprender el porqué de la necesidad de controlarlo todo y descubrir sus causas, ayudando a abrir las puertas de esa jaula para entrar en contacto con nuestras emociones más profundas.