¿Alguna vez has sentido un vértigo repentino en momentos de gran tensión? Imagina que estás en una habitación perfectamente quieta, pero tu cuerpo siente un continuo vaivén, como si el suelo se moviera bajo tus pies.
Esta percepción alterada de la realidad, conocida como vértigo por estrés, puede generar una profunda desorientación, miedo y sensación de pérdida de control. Mareos, inestabilidad postural, confusión mental e hipersensibilidad a los movimientos son síntomas comunes que, aunque a menudo se subestiman, pueden llegar a ser altamente incapacitantes.
Estos episodios no son fruto de la imaginación, sino que reflejan una interacción real entre el cuerpo y la mente. De hecho, el estrés crónico puede interferir en el sistema del equilibrio, alterando la función del oído interno y de los centros nerviosos superiores (Balaban & Jacob, 2001; Holstein et al., 2011). Comprender los mecanismos que subyacen a estos fenómenos es el primer paso para desarrollar estrategias eficaces de prevención y tratamiento.
En este artículo hablamos de la laberintitis, los otolitos, la ansiedad y el bienestar psicológico, ofreciendo una visión global de los mecanismos neurofisiológicos implicados, proponiendo estrategias basadas en la evidencia para recuperar la estabilidad, por dentro y por fuera y mostrando también cómo abordar estas dificultades mediante un enfoque multidisciplinar centrado en la persona.
¿Qué es la laberintitis?
La laberintitis es una inflamación o disfunción del laberinto, una estructura situada en el oído interno que es crucial para el control del equilibrio y la orientación espacial.
El laberinto contiene tanto la cóclea, responsable de la audición, como el sistema vestibular, que incluye los canales semicirculares y los otolitos, implicados en el mantenimiento de la postura y la percepción del movimiento. Una alteración en esta zona puede desencadenar síntomas intensos y desestabilizadores, como vértigo y pérdida del equilibrio, a veces acompañados de acúfenos y alteraciones visuales (Holstein et al., 2011).
Se pueden distinguir dos formas principales de laberintitis:
- La laberintitis infecciosa, debida a virus o bacterias, que provoca síntomas agudos como vértigo rotatorio, nistagmo y, a menudo, pérdida de audición.
- La laberintitis funcional, en la que no hay lesiones orgánicas evidentes, pero se observan alteraciones funcionales causadas por el estrés, la tensión muscular crónica y la desregulación neurovegetativa (Dieterich et al., 2016; Nozawa et al., 1998). Esta segunda forma suele subestimarse y puede conducir a una cronificación del malestar.
Cuando se habla inadecuadamente de "laberintitis por estrés", a menudo se hace referencia a esta afección funcional: un estado en el que el equilibrio se ve alterado no por una infección, sino por factores psicológicos y neurofisiológicos. Numerosos estudios han demostrado cómo el estrés crónico puede alterar la función de los centros cerebrales encargados de procesar las señales vestibulares, generando una desconexión entre la realidad física y la percepción corporal (Popkirov et al., 2023; Li et al., 2024).
¿Cuáles son los síntomas de la laberintitis?
Los principales síntomas de la laberintitis incluyen:
- sensación de que la cabeza da vueltas,
- inestabilidad postural,
- náuseas,
- confusión mental,
- dificultad para concentrarse,
- hipersensibilidad constante al movimiento.
En algunos casos, la sintomatología puede surgir repentinamente durante un acontecimiento estresante, generando ansiedad adicional y una sensación de peligro inminente (Balaban & Jacob, 2001).
Para entender mejor por qué se puede producir la laberintitis funcional o “laberintitis por estrés”, a continuación abordamos cuál es la conexión entre los otolitos, el equilibrio y el estrés.

¿Qué son los otolitos y para qué sirven?
Los otolitos son pequeños cristales de carbonato cálcico situados en dos estructuras del oído interno: el utrículo y el sáculo. Su función es detectar los movimientos lineales de la cabeza y la aceleración gravitatoria. Cuando nos movemos, la fuerza de la gravedad actúa sobre estos cristales, que estimulan las células ciliadas sensoriales conectadas al nervio vestibular, enviando información al cerebro para regular el equilibrio y la orientación espacial (Holstein et al., 2011).
La disfunción de los otolitos, como su desprendimiento y la migración a los canales semicirculares (típico del vértigo posicional paroxístico benigno, VPPB), puede causar episodios agudos de vértigo. Pero incluso en ausencia de lesiones visibles, un desequilibrio en su funcionamiento puede contribuir a una percepción incorrecta del movimiento y a la aparición de síntomas psicosomáticos.
En personas expuestas a estrés crónico, se ha observado un aumento de la sensibilidad a los estímulos vestibulares, que puede amplificar la respuesta a estímulos normales (Balaban y Jacob, 2001; Popkirov et al., 2023).
Vértigo psicógeno: cuando es la mente la que hace girar la cabeza
Los vértigos psicógenos o funcionales son episodios de inestabilidad que no pueden atribuirse a una causa orgánica evidente. Son típicos del trastorno conocido como Vértigo Postural-Perceptivo Persistente (VPPP), una afección crónica que se caracteriza por una sensación constante de inestabilidad, a menudo acentuada en entornos visualmente complejos, durante movimientos rápidos o en situaciones sociales (Popkirov et al., 2023).
Estos vértigos son el resultado de una disfunción en la integración sensorial entre los estímulos visuales, propioceptivos y vestibulares. Este sistema normalmente equilibrado puede volverse hipersensible en presencia de ansiedad, hipervigilancia e hiperactivación emocional, elementos que modulan negativamente el procesamiento de las señales corporales (Balaban & Jacob, 2001; Jenkinson y cols., 2024).
En pacientes con trastorno de ansiedad generalizada, depresión o ataques de pánico, se observa con frecuencia una percepción alterada del propio cuerpo y del entorno, lo que puede activar un mecanismo de amplificación de los síntomas. El aumento de la atención selectiva (hipervigilancia) hacia las sensaciones corporales, especialmente las del equilibrio, potencia su intensidad y duración, lo que alimenta un círculo vicioso de ansiedad, evitación y mayor inestabilidad (Jenkinson et al., 2024; Popkirov et al., 2023).
Cómo reconocer los síntomas relacionados con el estrés
Reconocer los síntomas causados por el estrés es crucial para distinguir el vértigo funcional del vértigo de origen orgánico. Los signos físicos más comunes incluyen:
- taquicardia,
- dificultad para respirar,
- tensión muscular cervical y lumbar,
- sudoración,
- sensación persistente de tambalearse.
A menudo, estos síntomas se interpretan erróneamente como signos de una enfermedad grave, lo que desencadena un círculo vicioso de hipervigilancia y miedo (Jenkinson et al., 2024; Balaban & Jacob, 2001).
Desde el punto de vista psicológico, son frecuentes la ansiedad anticipatoria, la sensación de pérdida de control, el miedo a desmayarse o caerse y la sensación de "desconexión" de la realidad. Estas experiencias son habituales en contextos de estrés crónico y pueden darse junto con episodios de pánico o estados de alerta prolongados. Asimismo, en muchos pacientes, este cuadro se acompaña de irritabilidad, dificultad para concentrarse e insomnio persistente, que empeoran aún más la calidad de vida (Jenkinson et al., 2024).
La superposición de síntomas psicofisiológicos con trastornos vestibulares orgánicos puede confundir tanto al paciente como al médico. Por este motivo, es esencial realizar un diagnóstico diferencial preciso, teniendo en cuenta la historia clínica, la presencia de desencadenantes emocionales y el contexto psicológico de la persona. En estos casos, un enfoque multidisciplinar, con la participación conjunta de un otorrinolaringólogo, un neurólogo y un psicólogo clínico, es crucial para identificar el verdadero origen del trastorno y establecer un proceso terapéutico específico (Popkirov et al., 2023).
Enfoque integrado: el papel de la red clínica
Para abordar eficazmente los síntomas psicosomáticos, como los vértigos por estrés, es esencial adoptar un enfoque diagnóstico y terapéutico multidisciplinar. Solo mediante la colaboración entre varios profesionales es posible distinguir claramente entre causas orgánicas y funcionales, evitar errores de diagnóstico y establecer un plan de tratamiento a medida que sea eficaz para prevenir recaídas y mejorar la calidad de vida del paciente.
A continuación se muestra una tabla resumen de los principales profesionales que intervienen en el proceso diagnóstico y terapéutico en el abordaje multidisciplinar que proponemos:
Este enfoque integrado permite abordar de forma sinérgica los componentes físicos, neurológicos y psicológicos de los vértigos por estrés, mejorando significativamente los resultados clínicos y previniendo la cronificación del trastorno.
Laberintitis por estrés: qué hacer para estar mejor
En casos sospechosos de laberintitis o vértigos recurrentes, es esencial realizar una evaluación con un otorrinolaringólogo para descartar patologías orgánicas (Dieterich et al., 2016). Cuando no se dan lesiones estructurales, el paciente puede beneficiarse de un proceso de rehabilitación vestibular personalizado, que ayuda a reducir la sensibilidad a los estímulos y a mejorar la estabilidad motora (Popkirov et al., 2023).
Paralelamente, la fisioterapia dirigida a la tensión muscular cervical y torácica puede promover una mejor propiocepción y a reducir la hiperactivación del sistema nervioso autónomo (Nozawa et al., 1998). En casos de hipersensibilidad vestibular funcional, también se están popularizando enfoques innovadores basados en la estimulación visual controlada en realidad virtual, con buenos resultados en cuanto a la adaptación gradual a los estímulos (Miskinis et al., 2021).
Estrategias para aliviar el estrés
Las técnicas de autorregulación como la respiración diafragmática, la relajación muscular progresiva y el mindfulness han demostrado su eficacia para reducir la ansiedad y modular el tono vagal, con beneficios a nivel corporal y psicológico (Hopper et al., 2019).
En particular, el estudio Virtual Harmony demostró que el uso integrado de música relajante y realidad virtual mejoró significativamente la percepción corporal y redujo la angustia en el 90 % de los casos (Miskinis et al., 2021).
Mejorar la conciencia corporal
Entrenando la interocepción, es decir, la capacidad de percibir las señales corporales internas, podemos reducir el hipercontrol y mejorar la relación con nuestras propias sensaciones. Prácticas como el escaneo corporal, la marcha consciente y el yoga terapéutico ayudan a distinguir entre las señales fisiológicas normales y las amenazas percibidas, lo que reduce la reactividad ansiosa (Mehling et al., 2011; Jenkinson et al., 2024).
El papel del apoyo psicológico
La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de los mareos inducidos por el estrés, ayudando a interrumpir el ciclo síntoma-pensamiento catástrofe-miedo (Popkirov et al., 2023).
Alternativamente o en combinación, enfoques integradores como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y la Terapia Cognitiva Basada en la Atención Plena (MBCT) trabajan sobre la aceptación de los síntomas, la presencia mental y la flexibilidad psicológica, promoviendo cambios duraderos incluso en los casos más resistentes (Jenkinson et al., 2024).
Cuidar nuestro equilibrio (no solo físico)
El equilibrio no es solo una función física, sino también una experiencia emocional y perceptiva. Las señales corporales constituyen un lenguaje a través del cual nos comunicamos con nuestro entorno interior y exterior. Ignorar o combatir estas sensaciones suele amplificar el malestar.
Un enfoque verdaderamente eficaz requiere una visión integrada mente-cuerpo, que tenga en cuenta los aspectos biológicos, psicológicos y sociales. Este tipo de modelo biopsicosocial permite intervenciones más personalizadas y con base científica (Mehling et al., 2011).
El bienestar psicológico como factor de protección
Numerosas evidencias muestran que un buen equilibrio mental y emocional es un importante factor protector frente al desarrollo y la cronificación de los trastornos somáticos.
Capacidades como la regulación emocional, la autocompasión, la resiliencia y el apoyo social actúan como barreras naturales contra las consecuencias somáticas del estrés crónico (Jenkinson et al., 2024). Potenciar estos recursos reduce el riesgo de una respuesta psicosomática persistente y promueve una mejor adaptación global.
Reconocer y validar las emociones
Aceptar nuestra vulnerabilidad emocional sin juzgarla es un paso clave para romper el ciclo del vértigo funcional. Reconocer y validar las emociones, incluso las incómodas o "ingobernables", permite restablecer un sentimiento de confianza interna y recuperar la propiedad de nuestro propio cuerpo.
Este proceso fomenta un diálogo más sano entre el cuerpo y la mente y abre espacio para nuevas formas de gestión de los síntomas basadas en la conciencia y no en el control.
Recuperar el equilibrio es posible
Si por casualidad te sientes perdido en tu equilibrio y en tu mente, no estás solo/a: es posible redescubrir la estabilidad, paso a paso. La laberintitis por estrés no es solo una cuestión del cuerpo, ni solo de la mente. Se trata de un punto de intersección entre ambos: una señal que merece atención, escucha y cuidado.
Por un lado, es importante apoyarse en una evaluación clínica multidisciplinar y basada en la evidencia para comprender lo que ocurre en el cuerpo y distinguir entre causas orgánicas y funcionales. Por otro lado, también es esencial mirar hacia dentro y explorar los significados emocionales del síntoma, los pensamientos que lo alimentan y las experiencias que lo preceden.
Cada síntoma dice algo de ti. De tu manera de situarte en la vida, de los equilibrios que has perdido o que buscas, de los mensajes que tu cuerpo intenta enviarte cuando las palabras no bastan. En este aspecto, un proceso terapéutico puede ayudarte a dar sentido a lo que sientes, a transformar el malestar en conciencia y a recuperar un equilibrio que hable realmente de ti.
Si te reconoces en lo que has leído, rellena nuestro cuestionario personalizado y encuentra el psicólogo o psicóloga más adecuado para ti: podrás concertar una primera entrevista inicial gratuita y valorar juntos si emprender un proceso terapéutico.





