Perdonar: qué significa realmente conceder el perdón

Perdonar: qué significa realmente conceder el perdón
Redacción
Unobravo
Artículo revisado por nuestra redacción clínica
PUBLICADO EL
2.10.2025
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En la práctica clínica psicoterapéutica diaria, es frecuente encontrarse con personas que han experimentado traumas de diversa índole, desde algunos de carácter físico o sexual hasta emocionales. Esto implica enfrentarse a la capacidad o no de conseguir perdonar o perdonarse a sí mismos por lo que han vivido.

Cuando alguien a quien queremos nos hace daño, podemos enfadarnos, sentir resentimiento y pensamientos de venganza, o podemos perdonar y seguir adelante. En este artículo, trataremos de explorar el significado del perdón y por qué es importante saber perdonar.

¿Qué es el perdón?

Una experiencia de la que desgraciadamente ningún ser humano puede eximirse a lo largo de su vida es la de ser herido, ofendido o afligido. Incluso quienes experimentan necesidad de control se pueden topar tarde o temprano con alguien que les decepciona y les hiere.

Cuando alguien nos hace daño, la ira, el resentimiento y el rencor pueden consumirnos. Los pensamientos que van asociados a esas emociones pueden ser:

  • querer reparar la ofensa,
  • olvidar el incidente,
  • evitar entablar relaciones por miedo a que nos vuelvan a hacer daño.

Sin embargo, al hacerlo se desencadenan más mecanismos de mantenimiento del problema, ya que sabemos que:

  • no es posible obligarnos a olvidar,
  • la venganza quizá nos proporcione un alivio temporal pero no a largo plazo,
  • no es posible limitar o evitar las relaciones con los demás, "el hombre es un animal social (Aristóteles, 1855) y como tal tiende a asociarse con otros individuos y a formar sociedades".

Pero, ¿por qué es tan difícil perdonar? ¿Por qué, aun sabiendo que el perdón es la mejor manera de alcanzar el bienestar mental, nos resulta tan difícil emprender ese proceso de liberación del sufrimiento? La respuesta puede estar en la interpretación que damos al hecho y, en consecuencia, en el significado que atribuimos a la palabra perdón.

Perdón: significado de la palabra

La etimología de “perdón” proviene del latín medieval de perdonare compuesto de “per” que significa completamente, y “donare” (dar), que se origina al cambiar el prefijo de condonare. Históricamente, la persona de la que se tiene rastro de haber utilizado el término “perdonar” por primera vez fue Francisco de Asís, a su regreso de la Cruzada en Egipto, cuando escribió: “Bienaventurados los que perdonan por amor a Tu Amor”.

El verbo "perdonar" ha sido objeto de diversas interpretaciones a lo largo del tiempo, y en el lenguaje corriente actual significa "callar después de haber sido agraviado". Sin embargo, el auténtico significado del perdón es otro, según la definición del psicólogo Davide Algeri: “Aprender a separar el juicio de la persona de las acciones que ha realizado”.

Si consideramos "guardar silencio" como un signo de debilidad, sumisión, inferioridad o incapacidad para responder a la ofensa sufrida o como un signo de no saber vengarse, entonces será difícil emprender el camino del perdón como proceso de superación del mal sufrido.

Si, por el contrario, aprendemos a no juzgar a la persona, ni a nosotros mismos, sino a considerar la acción sufrida como lo que realmente es, con toda la carga de sufrimiento, entonces será más fácil conceder y concedernos el perdón. Del mismo modo, hay que aceptar los pensamientos por lo que son y no como hechos reales, es decir, como pensamientos que corren por nuestra mente, a los que observar e intentar dejar fluir.

Por lo tanto, el significado psicológico del perdón no es olvidar, menospreciar, justificar o pedir perdón por lo sucedido, ni abdicar del derecho a obtener justicia, ni reconciliarse.

la importancia de saber perdonar
Ketut Subiyanto - Pexels

¿Qué es perdonar y saber perdonar?

Pero, ¿qué significa perdonar y qué implica? En primer lugar, el perdón implica recordar lo sucedido y su gravedad. Perdonar no significa olvidar, ni sería adaptativo hacerlo.

En segundo lugar, el perdón es perdón si la persona dañada, aunque con el tiempo llegue a atribuir significados diferentes a quién le ha hecho daño, reconoce igualmente la responsabilidad y la culpa, así como el carácter reprochable de las acciones realizadas, sin menospreciarlas ni justificarlas.

Además, en lugar de renunciar a sus legítimas pretensiones de justicia, la víctima que perdona, a diferencia de la víctima que se venga, suele estar convencida de que las normas del entorno social y cultural en el que vive protegen adecuadamente dichas pretensiones. En otras palabras, se niega a tomarse la justicia por su mano. (Aquino, et al., 2006).

Por último, el perdón no implica necesariamente la reconciliación. Hay circunstancias en las que no es favorable reconciliarse con alguien a quien se ha perdonado, ya que hacerlo podría alimentar un vínculo que es fuente de sufrimiento.

Perdonar pero distanciarse

A este respecto, los estudios clínicos afirman que el perdón es sano incluso en caso de maltrato familiar, de relación tóxica o de traumas particularmente graves, siempre que la víctima no lo confunda con la reconciliación, con la necesidad de restablecer un vínculo que podría exponerla a nuevos riesgos y comprometer aún más su salud psicofísica.

Incluso cuando la reconciliación es adecuada (pensemos, por ejemplo, en una relación conflictiva entre madre e hija), no tiene por qué producirse necesariamente. Se puede perdonar sin tener necesariamente que hacer las paces.

Mientras que el perdón puede ser un acto unilateral e incondicional, la reconciliación presupone el compromiso y los esfuerzos conjuntos de las dos personas implicadas, no solo de la víctima que perdona, sino también de la persona que causa daño u ofensa. Esta debe asumir su responsabilidad y ofrecer garantías sobre su moralidad y sus intenciones futuras. Si no se dan las condiciones para que esto ocurra, la víctima puede efectivamente perdonar pero no buscar la reconciliación.

"Muchas reconciliaciones prometedoras fracasan porque ambas partes llegan dispuestas a perdonar, pero no a ser perdonadas", afirmaba con finura el escritor inglés Charles Williams.

‍Cómo perdonar a alguien: ¿tendencia innata o aprendida?

Supongamos que se puede aprender a perdonar una determinada ofensa, y también es posible aprender a tener predisposición al perdón. Pero, ¿es posible que exista una cierta predisposición ya esbozada desde nuestro nacimiento?

Si pensamos en personas que se convirtieron en grandes líderes, como Martin Luther King, la Madre Teresa, Ghandi o Nelson Mandela, ¿podemos argumentar que nacieron con una disposición fundamentalmente propensa al perdón o la desarrollaron y aprendieron a partir de las circunstancias y los encuentros que caracterizaron sus vidas?

Tanto sus historias personales como los estudios académicos parecen indicar que el entorno familiar, social y cultural del que formamos parte condiciona nuestra propensión a perdonar e influye tanto en cómo vivimos como en cómo entendemos este proceso.

Por ejemplo, las investigaciones longitudinales sobre la gestión de conflictos familiares en tríadas de padre, madre e hijo/hija han demostrado que cuanto más inclinados están los padres a perdonar a su hijo/hija, más probable es que él/ella les perdone al cabo de un año (Maio, 2008). No solo eso, cuando son adultos, las personas se parecen más a sus padres en su propensión a perdonar al cónyuge y no a su propio cónyuge, y tienen una idea del perdón muy similar a la de sus padres.

cómo perdonar a alguien que te ha hecho daño
Anderson Guerra - Pexels

¿El perdón es una cuestión cultural?

Los estudios transculturales también muestran que los individuos son más propensos a conceder el perdón, tanto a sus seres queridos como a los extraños, sobre todo si se han criado en países colectivistas de Asia, África y América Latina (Karremans et al., 2011); y menos si se han criado en países individualistas de Norteamérica y Europa.

A diferencia de las culturas individualistas, las colectivistas valoran más la armonía, las obligaciones y las reacciones sociales, por lo que fomentan el perdón, incluso hacia los extraños, como herramienta útil para fomentar el bienestar y la cohesión social.

A pesar de estas diferencias familiares y culturales, el perdón parece ser universalmente popular como medio útil para salvaguardar las relaciones cercanas. Los estudios etnográficos indican que el perdón es un fenómeno social presente hasta en el 93 % de las culturas (Cords, M., & Thurnheer, S. (1993), en las que se considera una herramienta adecuada para resolver ofensas y conflictos ocurridos entre cónyuges —pensemos, por ejemplo, en las crisis de pareja, las crisis entre padres e hijos, o disputas entre vecinos y comunidades enfrentadas.

Estos datos no solo apoyan la hipótesis de un componente innato, además de aprendido, del perdón, sino que atestiguan una vez más el valor adaptativo del proceso. La necesidad de afiliación nos impulsa a abrirnos y a confiar en los demás, al mismo tiempo que nos expone a heridas que incluso pueden ser profundas. Para hacer frente a esas heridas, es posible emprender el viaje del perdón que, como nos recuerda David Lynch, es lento, arduo y, a diferencia de la venganza, no puede delegarse en los demás.

‍Los beneficios del perdón y sus ingredientes

Perdonar a quienes te han hecho daño, traicionado o decepcionado es una de las cosas más difíciles de hacer. El dolor de la traición puede ser devastador y para muchos hay cosas que no se pueden perdonar. Sin embargo, aprender a perdonar es un paso necesario si queremos liberarnos del pasado y empezar a mirar hacia delante.

El perdón implica diferentes aspectos de nuestra psique:

  • Pensamientos sobre la ofensa y quien la ha llevado a cabo, que deben volverse menos insistentes y más positivos.
  • Sentimientos, que en lugar de estar dominados por el resentimiento y el miedo, deben dar paso a la empatía.
  • Motivaciones que subyacen a nuestras acciones, que deben ser más benevolentes y generosas.

Todos estos pueden considerarse ingredientes destacados que participan en el proceso de perdonar. Uno de los ingredientes por excelencia es, sin duda, dejar atrás la ira: quienes han sido capaces de afrontar mejor la vida son también quienes han encontrado la manera de perdonarse a sí mismos y a los demás. Han trabajado duro para dejar atrás la ira y el resentimiento.

No han olvidado, sino que han conseguido liberarse de la condición de víctima y elegir (merecidamente o no) perdonar. Cito una frase de una de mis pacientes, víctima de una experiencia traumática de abuso, que se decía a sí misma:

“Si no hubiera vivido todo lo que me ha pasado, hoy no habría llegado a comprender lo que realmente significa perdonar y perdonarse a uno mismo sin tener que sentirse mal, quizá incluso por haber merecido tal malestar, y la ira solo me habría ahogado sin permitirme entablar relaciones amistosas/afectivas sanas y libres de juicios.”

¿Por qué y cuándo es bueno perdonar?

¿Perdonar o no perdonar? Cuántas veces, ante un gran dolor, hemos pensado: "No puedo perdonar". Para muchos, no siempre es posible perdonar todo y a todos.

Sin embargo, existen numerosas evidencias experimentales y longitudinales, tanto en población general como en muestras clínicas expuestas a una gran variedad de ofensas (mujeres víctimas de incesto, ex cónyuges traicionados, hijos de alcohólicos, veteranos de guerra, mujeres maltratadas por desconocidos o por personas cercanas), que demuestran que, como consecuencia de la superación del estrés generado por la ofensa, la concesión del perdón suele producir en la víctima unas condiciones psicofísicas mejores que las experimentadas por quienes no perdonan.

Se ha demostrado que el perdón conduce a:

  • una presión cardiaca más baja;
  • un sistema inmunitario y endocrino más fuerte;
  • una menor sintomatología física;
  • estilos de vida más saludables (menos dependencia de los fármacos, el alcohol y el tabaco);
  • niveles más bajos de cansancio, ira, odio, ansiedad, tristeza, soledad y depresión;
  • un estado de ánimo más positivo y un mayor optimismo;
  • una satisfacción más intensa con uno mismo y con la vida en general.

Los estudios experimentales de Karremans, Van Lange y Holland (2005) demuestran, por ejemplo, que cuando se incita a las personas a pensar en las ofensas que han perdonado, en lugar de en las que no han perdonado, se sienten mucho más inclinadas a pensar en términos de "nosotros" en lugar de "yo" o "tú", a hacer voluntariado y a donar dinero a una organización benéfica.

El perdón también suele tener efectos positivos en lo que respecta a la relación con la persona que ha realizado la ofensa. Varios estudios longitudinales demuestran que, cuando la víctima está vinculada a la persona que ha realizado la ofensa por una relación estrecha (pareja, familia o amistad), el perdón contribuye a que esta relación vuelva a ser tan íntima, satisfactoria y envolvente como lo era antes de que se produjera (Fincham et al., 2007).

beneficios de perdonar
Helena Lopes - Pexels

Al favorecer la continuidad de relaciones que son fundamentales para el bienestar psicofísico del individuo, no es de extrañar que el perdón sea todavía más saludable para la víctima cuando se concede en el marco de tales relaciones. Sin embargo, con una condición: al igual que la víctima, la persona que ha hecho daño también debe demostrar que le importa la relación, mostrando arrepentimiento, aceptación y desistiendo de repetir sus ofensas.

En definitiva, a la luz de lo anterior, el perdón parece tener implicaciones predominantemente positivas. Partiendo de esta premisa, la investigación se ha esforzado en identificar las variables que más influyen en la concesión del perdón para, siempre que sea oportuno, incentivarlo potenciándolas.

La importancia del perdón

Una de las reflexiones más bellas sobre el perdón es la de Nelson Mandela: "El perdón libera el alma, quita el miedo y por eso es un arma poderosa". Un arma que no justifica la maldad, como muchos piensan. Un arma que va más allá de lo que pasó, más allá del sufrimiento.

Perdonar a alguien es tratar de encontrar la paz que cada uno de nosotros merece, lo que también nos lleva hacia la aceptación de nosotros mismos. Y la paz interior solo se puede conseguir cuando practicamos el perdón.

Si necesitas apoyo para afrontar una ofensa o aprender a perdonar, no estás solo. En Unobravo, te ayudamos a encontrar a un psicólogo o psicóloga online que puede guiarte y acompañarte en tu camino hacia el perdón.

Bibliografía
Este contenido es de tipo divulgativo y no puede reemplazar el diagnóstico de un profesional. Artículo revisado por nuestra redacción clínica

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