Según las previsiones del informe Las cifras del cáncer en España 2025, elaborado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Red Española de Registro de Cáncer (REDECAN), el número de cánceres diagnosticados en nuestro país alcanzará los 296.103 casos en 2025, lo que representa un ligero incremento frente a 2024, con 286.664 casos.
¿Qué sucede cuando el miedo al cáncer, a contraer esta enfermedad, empieza a ser un pensamiento recurrente y nos genera angustia y ansiedad? En este artículo hablamos sobre el miedo a tener cáncer de forma persistente o cancerofobia (uno de los tipos de fobias hipocondríacas).
Miedo a tener un tumor
Sabemos que existe el miedo a la enfermedad, la hipocondría, que se produce cuando una persona tiene un temor infundado ante cualquier dolor o sensación física que se percibe como síntoma de alguna enfermedad que se teme padecer. Sin embargo, hay miedos más específicos, como la cardiofobia (miedo a sufrir un infarto) o la cancerofobia: un miedo persistente e irracional a desarrollar cáncer o a que un tumor previo reaparezca.
El miedo al cáncer puede provocar ansiedad cuando debemos hacernos pruebas médicas, puede inducirnos a la búsqueda de información por diversas vías; lo cual puede acabar teniendo un impacto negativo en el bienestar emocional y en la calidad de vida de la persona.
La cancerofobia podemos encontrarla entre los trastornos de ansiedad, pero también tiene características comunes con las fobias específicas. Un trastorno fóbico es tal cuando, en este caso el miedo al cáncer, el temor se vuelve:
- persistente;
- irracional;
- incontrolado;
- afecta a la vida de la persona que lo experimenta.
Diagnóstico clínico de la cancerofobia
La cancerofobia se considera una fobia específica dentro de los trastornos de ansiedad y puede compartir algunas características con la hipocondría. El diagnóstico clínico se basa en la presencia de un miedo intenso, persistente y desproporcionado a desarrollar cáncer, que puede interferir de manera significativa en la vida cotidiana de la persona.
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5-TR), para que una fobia se reconozca como tal:
- el miedo debe ser excesivo y persistente ante una situación u objeto,
- mantenerse durante al menos seis meses,
- deterioran de manera significativa su funcionamiento social u ocupacional y
- generar conductas de evitación o un malestar significativo.
En la cancerofobia, es importante distinguirla de la hipocondría (actualmente llamada "trastorno de ansiedad por enfermedad" en el DSM-5-TR), ya que en la cancerofobia el temor se centra únicamente en el cáncer, mientras que en la hipocondría el miedo puede abarcar diferentes enfermedades.
El proceso diagnóstico suele incluir entrevistas clínicas, cuestionarios específicos y la evaluación de la historia personal y familiar de la persona. Es fundamental que este diagnóstico lo realice un profesional de la salud mental, ya que la autoevaluación puede generar confusión o contribuir a que los síntomas se intensifiquen.
Advertencias sobre la autoevaluación y la búsqueda compulsiva de pruebas
Es importante señalar que, en la cancerofobia, la tendencia a realizar autoevaluaciones frecuentes y la búsqueda constante de pruebas médicas pueden aumentar el malestar emocional. Estas conductas, aunque buscan reducir la ansiedad, tienden a mantener el ciclo de miedo y preocupación.
La autoexploración frecuente o la realización de pruebas médicas sin la recomendación de un profesional de la salud pueden llevar a interpretaciones poco precisas y, en ocasiones, aumentar la ansiedad. Además, la búsqueda constante de información en internet, conocida como cibercondría, puede exponer a la persona a datos alarmistas o poco fiables, lo que puede intensificar el temor.
Por este motivo, resulta importante confiar en la orientación de profesionales de la salud y evitar gestionar en soledad el miedo relacionado con el cáncer. La intervención psicológica especializada puede ser fundamental para ayudar a romper este ciclo y favorecer el bienestar emocional.
Miedo al cáncer: ¿qué implica?
Cuando el miedo al cáncer es tan fuerte que acaba resultando una obsesión, se vivirá con ese temor a diario y puede que haya personas que, al igual que con la hipocondría, acuden de forma habitual al médico en busca de diagnósticos que descarten la temida enfermedad.
Una persona que vive con miedo al cáncer es probable que se comporte de alguna o varias de estas formas:
- Vigilar constantemente su estado de salud.
- Evitar los alimentos considerados cancerígenos.
- Leer e informarse continuamente sobre la enfermedad.
- Realizar continuos reconocimientos médicos aunque estos tengan resultados negativos o, por el contrario, tener miedo de ir al médico por temor a que la respuesta sea la temida.
Síntomas de la cancerofobia
El miedo al cáncer presenta síntomas que conectan con la ansiedad, por el miedo que provoca en la persona. Además de síntomas físicos, como sensación de mareo, alteración del ritmo cardíaco o dolores de cabeza, la cancerofobia también conlleva síntomas psicológicos, entre los que se encuentran:
- Ataques de ansiedad.
- Comportamiento evasivo.
- Ataques de pánico.
- Melancolía.
- Necesidad continua de tranquilidad
- Miedo a contraer enfermedades o infecciones.
- Pensar que la enfermedad es transmisible por el enfermo.
- Atención excesiva al propio cuerpo.
Categorías de síntomas en la cancerofobia
Asimismo, los síntomas propios del miedo al cáncer se pueden agrupar en diferentes categorías para facilitar su identificación y comprensión:
- Síntomas cognitivos: incluyen pensamientos recurrentes e intrusivos sobre la posibilidad de tener cáncer, dificultad para concentrarse en otras actividades y tendencia a interpretar cualquier malestar físico como una señal relacionada con la enfermedad.
- Síntomas emocionales: se manifiestan como ansiedad intensa, miedo persistente, sensación de fatalidad inminente y, en ocasiones, tristeza o desesperanza ante la idea de recibir un diagnóstico de cáncer.
- Síntomas conductuales: pueden observarse en la evitación de situaciones vinculadas con el cáncer (como acudir a consultas médicas o hablar sobre la enfermedad), búsqueda frecuente de información en internet y realización repetida de autoexámenes o pruebas médicas.
- Síntomas físicos: incluyen palpitaciones, sudoración, temblores, molestias gastrointestinales y tensión muscular, que suelen aparecer en situaciones que activan el miedo al cáncer.
Reconocer estos síntomas en sus diferentes dimensiones puede ayudar a comprender la complejidad de la cancerofobia y a buscar el apoyo más adecuado.
Cancerofobia: ¿existe cura?
El miedo al cáncer puede ser el resultado de una experiencia traumática, como la vivencia en la familia de la muerte por cáncer, o de una experiencia personal (en cuyo caso puede surgir la fobia a que este se reproduzca). Entonces, ¿cómo afrontar la cancerofobia?
Para combatir el miedo obsesivo al cáncer, una solución eficaz puede ser la terapia psicológica que interviene en los mecanismos emocionales y mentales que desencadenan el trastorno y en las conductas disfuncionales que lo alimentan.
Cómo superar el miedo al cáncer con terapia psicológica
El miedo a tener un tumor puede revelar el miedo a morir de cáncer. Estamos hablando de una enfermedad que puede presentarse de repente, tener un curso inesperado (a veces muy corto) y cambiar radicalmente la vida de la persona que lo contrae.
El miedo a morir es una emoción legítima y natural, pero, cuando se vuelve constante en nuestros pensamientos, surge esa simbiosis perniciosa entre cáncer y depresión, estados de ansiedad y angustia (incluso en algunas personas tanatofobia). Aquí es donde entra en juego la terapia psicológica.
Un psicólogo o psicóloga puede guiar a la persona y sugerirle prácticas que promuevan la autorregulación de este temor como la meditación, el entrenamiento autógeno o la respiración diafragmática.
Terapia cognitivo-conductual para tratar el miedo al cáncer
Entre los tipos de psicoterapia más eficaces para tratar el miedo al cáncer se encuentra la terapia cognitivo-conductual, que puede ayudar a comprender los mecanismos que, en la irrepetible historia vital de la persona, han provocado el miedo a tener cáncer y lo han mantenido en el tiempo.
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una de las intervenciones que ha mostrado una eficacia significativa para acompañar a las personas que experimentan cancerofobia, ya que puede ayudar a trabajar tanto los pensamientos que generan malestar como los comportamientos que pueden mantener el miedo.
El proceso terapéutico suele desarrollarse en varias fases:
- Evaluación y psicoeducación: en esta etapa, el terapeuta acompaña a la persona para identificar los pensamientos y conductas relacionados con la cancerofobia, y explica de manera clara cómo estos miedos pueden mantenerse y reforzarse con el tiempo.
- Reestructuración cognitiva: aquí se busca reconocer y transformar creencias que pueden resultar irracionales o catastrofistas sobre el cáncer, favoreciendo una perspectiva más realista y equilibrada.
- Exposición gradual: esta fase implica afrontar poco a poco las situaciones que generan temor (como acudir a revisiones médicas o conversar sobre el cáncer), permitiendo que la ansiedad pueda disminuir progresivamente y que la evitación se reduzca.
- Reducción de conductas de seguridad: el psicólogo orienta a la persona para disminuir comportamientos como la búsqueda constante de información o la autoexploración frecuente, que pueden aliviar la ansiedad en el momento, pero a largo plazo tienden a mantenerla.
- Entrenamiento en manejo de la ansiedad: se enseñan técnicas como la relajación, la respiración y el mindfulness, que pueden ayudar a gestionar los síntomas físicos y emocionales asociados al miedo.
La TCC se adapta a las necesidades de cada persona y puede combinarse con otras intervenciones, siempre bajo el acompañamiento de un psicólogo con experiencia en trastornos de ansiedad o un psicólogo especializado en tratar fobias.
Vivir con un miedo persistente al cáncer puede resultar abrumador y, en ocasiones, influir en tu bienestar emocional y en tu calidad de vida. Pero recuerda que no tienes por qué afrontar esta preocupación en soledad.
En Unobravo, te ayudamos a encontrar tu psicólogo online entre nuestra red de psicólogos y psicólogas, que pueden ayudarte a comprender y gestionar este temor, y proporcionarte herramientas útiles y un acompañamiento empático.
