Hay relaciones familiares en las que situaciones conflictivas parecen tener una difícil resolución. La complejidad de los conflictos familiares hace que no siempre sea fácil encontrar herramientas y recursos para gestionarlos de forma que conduzcan al crecimiento personal y familiar.
Entre las diferentes modalidades para la gestión de conflictos, se utiliza la triangulación familiar (una forma disfuncional de tratar conflictos). En este artículo hablamos de qué es la triangulación en psicología y de su relación en el ámbito de los conflictos familiares.
Conflictos constructivos y conflictos destructivos
Antes de entrar de lleno en la triangulación familiar, veamos en profundidad el concepto de conflicto que, en términos relacionales, se refiere a un proceso en el que una persona percibe que sus propios intereses están siendo obstaculizados e influidos negativamente por otra persona.
Los conflictos familiares no tienen por qué tener siempre consecuencias negativas. A menudo, si se gestionan bien, pueden conducir a una mejora de los vínculos afectivos y al crecimiento personal. Para el psiquiatra estadounidense C. Whitaker, la participación del terapeuta desempeña una función importante en los procesos de conocimiento y representa "la enzima del cambio".
Por un lado, el conflicto constructivo tiene una función positiva dentro de la familia porque permite una evolución del sistema familiar hacia etapas posteriores del ciclo vital familiar. Por ejemplo: la transición de la familia con hijos adolescentes a familia con hijos adultos preparados para independizarse y ser autónomos. Este tipo de conflicto presenta unas características específicas:
- Es abierto y explícito.
- Es limitado en el tiempo y los temas.
- Hace referencia a aspectos de contenido y no cuestiona la relación.
- No implica a terceros.
- Se resuelve favoreciendo el crecimiento de la relación.
Por otro lado, los conflictos destructivos son aquellos que interfieren en el ciclo vital de una familia provocando un estancamiento en la relación, no cambian con el tiempo y no permiten el crecimiento individual de los miembros de la familia. En estos casos, la terapia sistémico-relacional también puede ser una herramienta eficaz para identificar patrones disfuncionales y promover el crecimiento individual y familiar.
Las características más importantes de este tipo de conflicto son las siguientes:
- Es crónico y a menudo oculto.
- No se discute y no se permite el intercambio de información.
- A menudo implica a terceros.
- No se resuelve y dificulta la evolución hacia etapas posteriores del ciclo vital.

Triángulos y triangulación en las relaciones
El psiquiatra estadounidense Murray Bowen (uno de los pioneros de la terapia familiar y relacional) afirmó en la primera mitad del siglo XX que "el triángulo está en la base de todo sistema emocional" y que, por lo tanto, en toda relación diádica (entre dos personas) se involucra a un tercero para aliviar la tensión y la ansiedad.
En períodos de calma, dos miembros de la familia forman una alianza agradable entre sí mientras que el tercero, "el extraño", intenta ganarse el favor de uno de los dos. Esta situación es funcional para toda la familia, porque permite manejar situaciones estresantes o cambiantes y, gracias a la flexibilidad de las alianzas que se crean, los papeles dentro de los distintos triángulos cambian continuamente.
Por el contrario, la triangulación familiar se produce cuando el mecanismo se vuelve rígido de modo que, por ejemplo, las tensiones entre los padres se gestionan implicando a un hijo que se encuentra constantemente cambiando de bando.
En este contexto, factores como una baja cohesión familiar, la depresión parental y las dificultades del adolescente para regular sus emociones incrementan el riesgo de que se establezca la triangulación familiar (McCauley & Fosco, 2022). Así, el hijo puede sentirse confuso al recibir mensajes contradictorios de sus padres que desafían su propia percepción de la realidad, juicio o memoria (gaslighting).
La estructura de una triangulación familiar padre-hijo puede ser de distintos tipos, por ejemplo:
- La triangulación del hijo puede ser protagonizada por una madre o padre, que puede formar una alianza con su hijo contándole sus problemas conyugales o defenderle solo para menospreciar a su pareja en cuestiones educativas.
- La triangulación familiar también puede darse entre hermanos cuando existe un conflicto entre hermanos adultos. En estos casos, uno de ellos utiliza a uno de los progenitores para intentar ponerlo de su lado.
Al formular su Teoría de los Sistemas Familiares, Bowen propuso la hipótesis de que existía un vínculo entre la triangulación familiar y la esquizofrenia. De hecho, sus primeros estudios se centraron en las relaciones familiares de sus pacientes con esquizofrenia.
Hoy sabemos que la triangulación infantil es una fuente de malestar tanto para la relación conyugal como para el niño que la sufre inconscientemente. Diversos estudios han demostrado que la triangulación familiar se asocia con un aumento en los problemas internalizantes de los adolescentes, incluso cuando se controla la hostilidad marital y los problemas externalizantes del adolescente (Buehler & Welsh, 2009).
Los niños en una triangulación familiar suelen desarrollar problemas sociales, síntomas ansioso-depresivos además de somáticos y dificultades relacionadas con la agresividad, las autolesiones, los trastornos alimentarios y las adicciones, sobre todo en la adolescencia.

Mecanismos neuropsicológicos presentes en la triangulación familiar
La triangulación familiar puede influir no solo en la dinámica emocional y relacional, sino también en el desarrollo neuropsicológico de los niños y adolescentes que la experimentan. Diversos estudios en neurociencia señalan que la exposición continua a conflictos familiares y triangulación puede activar el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HPA), lo que incrementa la liberación de cortisol, considerada la principal hormona relacionada con el estrés (Gunnar & Quevedo, 2007).
Cuando los niveles de cortisol se mantienen elevados durante mucho tiempo, pueden verse afectadas áreas cerebrales importantes como:
- La amígdala: participa en la gestión de las emociones y la respuesta al miedo. Puede volverse más activa, lo que se asocia con una mayor sensibilidad al estrés y a la ansiedad.
- El hipocampo: es esencial para la memoria y el aprendizaje. Bajo estrés crónico, su volumen puede disminuir, lo que puede dificultar la regulación emocional y la consolidación de recuerdos.
- La corteza prefrontal: se encarga de la toma de decisiones y la planificación. Su desarrollo puede ser más lento o presentar cambios, lo que puede influir en la capacidad de los niños para resolver conflictos de manera autónoma y saludable.
Estos cambios a nivel cerebral pueden aumentar la vulnerabilidad de los niños y adolescentes que viven en contextos de triangulación familiar, favoreciendo la aparición de dificultades emocionales y conductuales, como retos en la gestión de la ira, una autoestima más baja y desafíos en las relaciones sociales.
Además, muchos niños se sintieron “invisibles” debido a la preocupación de los padres por los conflictos maritales, experimentando la sensación de estar atrapados en medio de los conflictos y presionados para tomar partido (Dallos et al., 2016).
Manifestaciones clínicas de la triangulación familiar según la etapa evolutiva
La triangulación familiar puede presentarse de distintas maneras según la edad y el momento de desarrollo de cada niño o adolescente. Identificar estos signos a tiempo resulta esencial para poder intervenir y así favorecer el bienestar a largo plazo.
- En la infancia temprana (3-6 años): las niñas y los niños pueden experimentar una vuelta a conductas que ya habían superado, como el control de esfínteres, presentar dificultades para dormir o mostrar ansiedad al separarse de sus figuras de referencia. También pueden aparecer miedos intensos y retos en la socialización.
- En la niñez media (7-12 años): a menudo se observan desafíos en el ámbito escolar, dificultades para mantener la atención y la concentración, así como síntomas físicos sin causa médica clara, como dolor de cabeza o dolor abdominal. En ocasiones, las niñas y los niños pueden asumir responsabilidades propias de personas adultas, intentando mediar entre ellas.
- En la adolescencia: puede darse un aumento de conductas de riesgo, como el consumo de sustancias, autolesiones o dificultades relacionadas con la alimentación. Además, pueden aparecer retos en la construcción de la identidad y en el desarrollo de la autonomía, así como dificultades en las relaciones de pareja o con personas de su entorno.
La triangulación perversa de la familia
El psiquiatra J. Haley, colega de Bowen y figura destacada de la Escuela de Palo Alto, se centró en el estudio del llamado triángulo perverso, una tríada formada por dos personas de la misma generación y una tercera de otra generación.
Un ejemplo podría ser un marido que, cuando discute con su mujer, telefonea a su madre quejándose y pidiéndole consejo, tratando así de reforzar su posición. Pero cuando hay una tercera persona implicada en el conflicto, también existe el riesgo de que se cree una barrera de comunicación con los que quedan fuera de la alianza.
Otro ejemplo podría ser el de dos padres que atraviesan una separación: si uno de los dos miembros de la pareja busca "alianzas" con el hijo, el otro se verá incapaz de afrontar el conflicto de forma sana, precisamente a causa de esta dinámica relacional disfuncional desencadenada por la implicación del hijo.
En 1988, el psicólogo Jacobs acuñó la expresión "síndrome de Medea" para referirse al comportamiento de una madre que intenta destruir la relación entre padre e hijo tras una separación conflictiva (en términos populares podríamos hablar también de "madre tóxica"). No olvidemos que un padre también puede triangular a su hijo participando en actividades con él, con el objetivo de evitar cualquier contacto con su mujer.
Por ejemplo, cabe señalar que la triangulación familiar tras el divorcio se asocia indirectamente con un aumento de los problemas internalizantes en los niños, mediado por mayores conflictos de lealtad y menor autoestima (van Dijk et al., 2022).
Triangulación narcisista
Aunque la triangulación, en psicología familiar, se refiere principalmente a las relaciones disfuncionales que pueden surgir entre los miembros de la familia y que pueden, con el tiempo, crear una relación difícil con los hijos adultos o conflictos entre hermanos adultos, el mecanismo de la triangulación puede producirse siempre que las relaciones tengan un valor afectivo significativo.
Así, la triangulación afectiva también puede darse entre compañeros de trabajo, amigos o miembros de cualquier grupo entre los que exista un fuerte vínculo emocional.
La triangulación narcisista hace referencia a ese tipo de manipulación que se realiza a propósito y con una intención concreta.
La triangulación también puede ser una modalidad relacional que se da en casos de trastornos de la personalidad como el trastorno de personalidad narcisista o el trastorno límite de personalidad y, de forma más general, en personas con rasgos de personalidad disfuncionales. En estos casos, la triangulación puede causar una herida narcisista, un daño emocional profundo que afecta la autoestima y la percepción de sí mismo.
En el caso de la triangulación del narcisista dentro de la pareja, la participación de una tercera persona contribuye a reforzar la posición de este último, en detrimento de la pareja.
El mismo mecanismo se produce en la triangulación narcisista con los hijos: los padres narcisistas pueden aislar a su pareja "trayendo a sus hijos a su lado". De este modo, la coalición padre-hijo ganará fuerza, llegando a ocupar una posición de "superioridad" sobre el progenitor excluido.

¿Salir de la triangulación familiar es posible?
Con la ayuda de un psicólogo o psicóloga que pueda apoyar a la familia a transmitir la comunicación de forma que sea clara y abierta, se puede aprender a gestionar las tensiones, a decir no cuando es necesario, y a abordar los conflictos sin implicar a terceros.
Crear relaciones personales en la familia es, de hecho, una de las maneras de evitar volver a caer en la triangulación familiar. Esto implica tener una comunicación directa y el establecimiento de límites claros dentro de la dinámica familiar.
Recomendaciones prácticas para favorecer la reparación de la dinámica de triangulación familiar
Abordar la triangulación familiar suele requerir un enfoque consciente y sostenido, tanto a nivel individual como familiar. Las intervenciones respaldadas por la evidencia pueden favorecer relaciones más saludables y ayudar a prevenir que se repitan patrones que pueden resultar disfuncionales. Algunas recomendaciones prácticas pueden ser:
- Fomentar la comunicación directa: es importante que cada miembro de la familia aprenda a expresar sus necesidades y emociones de forma clara, procurando no involucrar a terceros en los conflictos de pareja o entre adultos.
- Establecer límites saludables: las madres y los padres pueden evitar asignar a sus hijas e hijos responsabilidades emocionales que no les corresponden, contribuyendo así a proteger su desarrollo y bienestar.
- Buscar apoyo profesional: la terapia familiar sistémica, desarrollada por expertos como Salvador Minuchin, ha mostrado eficacia para identificar y modificar patrones de triangulación, y puede promover la autonomía y la diferenciación de cada miembro de la familia.
- Promover la autorreflexión: puede ser útil que cada persona en la familia identifique sus propias emociones y necesidades, evitando proyectarlas sobre otros o buscar alianzas para validar sus propias posiciones.
La reparación de la dinámica de triangulación familiar puede ser posible cuando se reconoce la situación y se trabaja en conjunto, acompañados por profesionales especializados en terapia familiar y relacional.
En Unobravo, entendemos que cada familia tiene la posibilidad de aprender a comunicarse de manera más abierta, establecer límites saludables y avanzar en la sanación de heridas emocionales.
Si percibes que algunas dinámicas pueden estar influyendo en tu bienestar o en el de tus seres queridos, recuerda que no es necesario afrontarlo en soledad. Un proceso terapéutico puede ofrecerte acompañamiento para comprender y modificar estos patrones, favoreciendo relaciones más equilibradas y satisfactorias. Puedes dar el primer paso iniciando nuestro cuestionario para encontrar tu psicólogo o psicóloga online.





