Problemas digestivos por estrés y ansiedad: síntomas, causas y remedios

Problemas digestivos por estrés y ansiedad: síntomas, causas y remedios
Antonio Dessì
Redacción
Psicólogo con orientación Cognitivo-Constructivista
Unobravo
Artículo revisado por nuestra redacción clínica
PUBLICADO EL
19.9.2025
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¿Cuántas veces hemos dicho "tengo el estómago encogido" antes de un examen o "tengo el estómago del revés" en un momento de gran tensión?

No se trata solo de una forma de hablar: la relación entre la ansiedad y el aparato digestivo es real, profunda y, hoy en día, cada vez se estudia más en el ámbito científico. De hecho, la ansiedad, el estrés y las preocupaciones pueden traducirse en señales físicas y el intestino es uno de los blancos más frecuentes.

Este fenómeno se conoce como "ansiedad intestinal" e implica la compleja interacción entre el cerebro, el sistema nervioso y el aparato digestivo.

En este artículo, intentamos arrojar luz sobre qué es realmente la ansiedad intestinal, que desde un punto de vista psicoterapéutico califica lo que comúnmente llamamos sensaciones, qué síntomas la caracterizan, qué mecanismos subyacen a ella y —sobre todo— qué puede ayudar a recuperar el equilibrio.

El objetivo es ofrecer una guía sencilla pero con fundamento científico para reconocer los problemas digestivos provocados por estrés y ansiedad, comprenderlos mejor y empezar a tratarlos con mayor conciencia, sin caer en alarmismos innecesarios.

Ansiedad e intestino: aprender a escuchar las señales corporales

La ansiedad intestinal es una manifestación psicosomática en la que el estrés y las emociones se traducen en síntomas físicos que afectan al aparato digestivo. Se trata de un fenómeno cada vez más reconocido, en el que la mente y el intestino se comunican a través de un sistema complejo, lo que da lugar a señales corporales que debemos escuchar y comprender, y no ignorarlas.

Desde un punto de vista puramente psicológico, los síntomas de los problemas digestivos por estrés y ansiedad pueden considerarse un mensaje emocional expresado por el cuerpo.

La premisa es que el cuerpo habla cuando la mente no encuentra otra forma de expresar un conflicto emocional interno. En este sentido, la somatización no debe verse como una debilidad o una vulnerabilidad, sino como un lenguaje emocional que debemos escuchar. Reconocer los síntomas y relacionarlos como una expresión congruente y coherente a experiencias de estrés, miedos o inseguridades permite dar un primer paso hacia el procesamiento psicológico del malestar y su comprensión.

La ansiedad intestinal no es solo una molestia pasajera, sino que puede estructurarse en un verdadero trastorno que puede perjudicar la calidad y el funcionamiento en la vida cotidiana. En el centro de la explicación se encuentra el eje intestino-cerebro: una red de comunicación continua entre nuestro sistema nervioso central (es decir, el cerebro y la médula espinal) y el sistema nervioso entérico (el "segundo cerebro" que reside en el intestino).

Aunque a menudo no hay ninguna patología orgánica visible, el malestar percibido es real e importante. El síndrome del intestino irritable (SII), que afecta a entre el 10 % y el 20 % de la población general, con una prevalencia de dos a tres veces mayor en mujeres que en hombres (Simrén et al., 2001; Alekseenko 2022) es el ejemplo clínico más representativo. A menudo no reconocido, el SII se trata a veces de forma no integrada, incluso obviando la experiencia psicológica y agravando el sufrimiento físico y emocional.

‍¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad abdominal?

Los síntomas más comunes de la ansiedad intestinal incluyen:

  • dolor abdominal,
  • calambres,
  • hinchazón,
  • diarrea alternada con estreñimiento,
  • náuseas,
  • sensación constante de malestar abdominal.

En algunas personas, también se presenta con urgencia por ir al baño o problemas digestivos después de realizar comidas normales.

Varios componentes contribuyen a que estos síntomas sean tan frecuentes:

  • la presencia de receptores sensibles a estímulos internos en la mucosa intestinal,
  • la producción local de serotonina,
  • el papel de las células inmunitarias como los mastocitos, que liberan sustancias inflamatorias en respuesta al estrés y a alimentos irritantes.

La inflamación de bajo grado, el aumento de la permeabilidad intestinal (también conocida como leaky gut) y la hipersensibilidad visceral son elementos que amplifican la percepción subjetiva del dolor abdominal.

El eje cerebro-intestino y su relación con el estrés y la ansiedad

El eje cerebro-intestino y su relación con el estrés

¿Por qué la ansiedad y el estrés afectan al intestino? El eje mente-intestino se manifiesta con especial intensidad en las personas más sensibles a los estímulos internos, entre otras cosas por los rasgos aprendidos durante los primeros años de vida, los rasgos de personalidad y los estilos de apego.

Las experiencias tempranas de dolor de estómago por estrés pueden condicionar la regulación neurovegetativa y dejar huellas en el cuerpo, lo que hace que se vuelva más vulnerable a somatizaciones futuras. Por eso, la psicología sugiere una intervención que no se limite únicamente al tratamiento de los síntomas, sino que incluya también el procesamiento de las emociones que los generan y la historia de la enfermedad. Ya que la enfermedad es una historia de la que la persona puede apropiarse y que refuerza su sentimiento de identidad.

El eje intestino-cerebro es bidireccional y conecta el sistema nervioso central con el sistema nervioso entérico a través de una densa red de nervios, hormonas y señales químicas. Cuando el cerebro percibe una amenaza (aunque solo sea psicológica), activa el sistema nervioso autónomo (SNA) y, en particular, la respuesta de "lucha o huida".

Este estado de alerta altera la motilidad intestinal, la producción de enzimas digestivas y el flujo sanguíneo al tracto gastrointestinal. Además, la microbiota intestinal —es decir, el conjunto de miles de millones de bacterias que viven en nuestros intestinos— desempeña un papel clave: algunas bacterias "buenas" producen neurotransmisores como la serotonina, que interviene en la regulación del estado de ánimo.

Un estudio experimental realizado en 2022 demostró, por ejemplo, que el probiótico Bifidobacterium adolescentis puede tener efectos ansiolíticos y antidepresivos en modelos animales sometidos a estrés crónico, lo que contribuye a reducir la inflamación y a reequilibrar la composición de la microbiota intestinal (estudio "Microbiota y ansiedad", mayo de 2022).

Este sistema también puede funcionar independientemente del cerebro central y envía al cerebro muchas más señales de las que recibe. Los mensajes del intestino condicionan las áreas subcorticales del cerebro, que intervienen en la regulación emocional. Los receptores sensoriales intestinales, en caso de hipersensibilidad, pueden activarse incluso ante estímulos débiles, lo que amplifica los síntomas de dolor.

La inflamación de la mucosa, la producción de sustancias como la histamina y la serotonina y el aumento de la permeabilidad intestinal pueden hacer que el sistema visceral sea aún más sensible a los estados emocionales, lo que contribuye a un círculo vicioso entre la ansiedad y los síntomas físicos.

Diferencia entre ansiedad intestinal y colitis nerviosa/colon irritable (SII): ¿son lo mismo?

A menudo, las palabras que utilizamos para definir el malestar tienen una función emocional, no solo descriptiva. Hablar de "colitis nerviosa" puede ayudar a reconocer un vínculo entre la esfera emocional y los síntomas, pero también se corre el riesgo de trivializar una afección que puede tener importantes repercusiones en la calidad de vida de la persona. Por ello, los psicólogos abogan por nombrar correctamente el problema, comprender cómo las experiencias personales influyen en el cuerpo y viceversa, y favorecer un proceso de concienciación y tratamiento.

Entender cuándo se habla de anestesia intestinal y cuándo de síndrome del intestino irritable (o colitis nerviosa) es crucial para evitar malentendidos y mejorar la gestión del bienestar.Las directrices internacionales actuales, como los criterios de Roma IV, identifican el síndrome del intestino irritable como un verdadero trastorno funcional crónico, mientras que la ansiedad intestinal es un término más genérico que se utiliza a menudo en contextos no clínicos.

A menudo se tiende a utilizar indistintamente términos como "ansiedad intestinal", "colitis nerviosa" o "síndrome del intestino irritable", pero es importante distinguirlos.

La ansiedad intestinal describe un conjunto de síntomas gastrointestinales relacionados directamente con estados de ansiedad y estrés emocional. No se trata de un diagnóstico médico preciso, sino de una afección funcional en la que el intestino manifiesta malestar psicológico.

La colitis nerviosa es un término popular, no científico, que también se refiere a trastornos intestinales sin una causa orgánica clara, y en la práctica clínica suele corresponder al SII.

El SII (síndrome del intestino irritable), por su parte, es una verdadera afección médica, definida por criterios diagnósticos específicos (como los criterios de Roma IV), y se caracteriza por la presencia recurrente de dolor abdominal asociado a cambios en el tracto gastrointestinal, sin alteraciones orgánicas detectables. Puede estar influida por: factores psicológicos, dieta, alteraciones de la microbiota e inflamación leve de la mucosa intestinal.

Para ayudar a aclarar las diferencias, he aquí un resumen comparativo.

Cuadro comparativo: ansiedad intestinal, colitis nerviosa y SII

Afección Definición Diagnóstico médico Factores desencadenantes Curso Aspectos psicológicos prevalentes
Ansiedad intestinal Síntomas intestinales relacionados con estados de ansiedad o estrés agudo
No codificada
Estrés emocional, episodios agudos, ansiedad situacional Episódico o recurrente Somatización, hipervigilancia interoceptiva (Craske et al., 2014)
Colitis nerviosa Término genérico, utilizado para indicar trastornos funcionales gastrointestinales similares al SII
No codificada
Alimentación desordenada, ansiedad, somatización Variable, a veces crónico Conflicto mente-cuerpo, emociones sin procesar
SII (colon irritable) Trastorno funcional crónico con criterios clínicos (dolor + tracto gastrointestinal alterado) ✅ Diagnosticable Microbiota, dieta, hormonas, estrés persistente Crónico con brotes Impacto en la identidad y en la calidad de vida, ansiedad anticipatoria

En resumen, se puede decir que la ansiedad intestinal es una de las posibles expresiones del síndrome del intestino irritable, pero no siempre coincide con él. El SII requiere un encuadre médico clínico preciso, mientras que la ansiedad intestinal puede ser una primera señal de malestar emocional somatizado, en la cual hay que intervenir para evitar, en segundo lugar, la estratificación de un malestar más estable. Distinguir los términos ayuda a orientarse mejor entre el autodiagnóstico, las percepciones subjetivas y la realidad clínica.

Cómo combatir la ansiedad intestinal: remedios psicológicos y emocionales

La prevención primaria consiste en cultivar el bienestar psicológico a diario, mediante un estilo de vida equilibrado y escuchando al cuerpo.

En la prevención secundaria y terciaria —cuando existe un diagnóstico médico establecido— la intervención psicológica se vuelve fundamental. No solo se trabaja en el síntoma, sino que también se explora el significado profundo de lo que el cuerpo está comunicando, lo que fomenta una mayor conciencia emocional y una transformación duradera del malestar.

Las emociones no expresadas, como la ira, la tristeza o el miedo, a menudo encuentran refugio en el cuerpo, especialmente en el intestino y el sistema digestivo. Por eso, un proceso terapéutico puede ayudar a crear un puente entre las sensaciones físicas y las experiencias interiores, lo que facilita la transformación del síntoma en conciencia. Además, algunas técnicas como la hipnosis o la psicoterapia por mediación corporal están demostrando ser herramientas eficaces en los trastornos psicosomáticos.

En la actualidad, muchos centros de investigación están explorando la validez de las terapias psicológicas como primer enfoque para los trastornos de la interacción intestino-cerebro. Una parte importante del tratamiento es la conciencia corporal: aprender a escuchar al intestino con atención y respeto puede fomentar un mejor diálogo entre el cuerpo y la mente.

Ansiedad e intestino: técnicas de relajación

La práctica regular de técnicas de relajación no solo reduce la tensión muscular y visceral, sino que también ayuda a modular la respuesta al estrés al disminuir la actividad del sistema nervioso simpático. Para muchas personas, la integración de herramientas creativas o corporales (como la arteterapia o la danzaterapia) también ha resultado útil para desenredar nudos emocionales profundos que se reflejan en el cuerpo.

Tratar la ansiedad intestinal significa trabajar a dos niveles: el corporal y el mental.

Las técnicas de relajación son un primer paso eficaz:

  • La respiración diafragmática, por ejemplo, ayuda a calmar el sistema nervioso parasimpático y reduce la tensión visceral.
  • El mindfulness es otra herramienta útil: prestar atención consciente a las sensaciones corporales, sin juzgarlas, permite romper el círculo vicioso entre el pensamiento ansiógeno y los síntomas físicos.
  • El grounding, es decir, las técnicas para enraizarse en el momento presente a través del cuerpo, también ayuda a regular la activación del sistema nervioso.

En el plano emocional, es fundamental reconocer y aceptar nuestras emociones: muchos síntomas surgen al intentar reprimirlas o ignorarlas. Escribir un diario (journaling) también es una técnica expresiva muy útil en estos casos y puede integrarse en la psicoterapia.

Un proceso psicoterapéutico puede ayudar a dar sentido al malestar intestinal, integrándolo en una narrativa personal más amplia. Diversos enfoques como la terapia cognitivo-conductual (TCC), la terapia basada en el mindfulness (MBCT) o la terapia de aceptación y compromiso (ACT) han demostrado su eficacia en el manejo de la ansiedad relacionada con el intestino.

En algunos casos, puede ser útil trabajar acontecimientos traumáticos o situaciones vitales estresantes no superadas con enfoques más profundos como la psicoterapia psicodinámica o el EMDR.

Ansiedad intestinal: cuándo acudir a un profesional

¿Cómo saber si ha llegado el momento de buscar ayuda? Cuando los síntomas intestinales persisten, se convierten en una fuente constante de preocupación, limitan la vida social o afectan al estado de ánimo, es importante no subestimarlos.

Si las molestias no se resuelven por sí solas con pequeños cambios en el estilo de vida, o si van acompañadas de ansiedad, insomnio, tristeza o tensión en las relaciones, puede ser una señal de que algo más profundo merece atención. Buscar el apoyo de un profesional, como un psicólogo con experiencia en trastornos de ansiedad, no es un signo de debilidad, sino de valentía y toma de conciencia.

Recurrir a un psicólogo no es solo un acto de cuidado, sino también un gesto de responsabilidad hacia nosotros mismos y nuestras relaciones.

Quienes viven con síntomas intestinales persistentes, como en el caso del SII, a menudo cargan con experiencias llenas de tensión emocional:

  • dinámicas familiares disfuncionales,
  • necesidad excesiva de control,
  • acontecimientos traumáticos tempranos,
  • situaciones de estrés laboral y relacional,
  • duelos no superados,
  • situaciones emocionales complejas en general.

En estas condiciones, el cuerpo se convierte en un canal privilegiado para expresar lo que no se puede decir.

La terapia psicológica individual puede ayudar a descodificar estas señales, validar lo que se siente y planificar un cambio concreto. El trabajo terapéutico comienza con la toma de conciencia corporal y se extiende hasta el análisis de la historia personal y las formas de relacionarse. Es un proceso gradual que permite integrar el síntoma dentro de nuestro discurso interno y transformarlo lentamente en un recurso.

La intervención temprana es fundamental para evitar la cronificación (Barbara y Stanghellini, 2009). La colaboración entre psicólogos, médicos y nutricionistas es esencial para ofrecer al paciente un tratamiento global y personalizado.

Afrontar los problemas digestivos por ansiedad y estrés es posible

El diálogo entre la mente y el intestino es actualmente objeto de numerosas investigaciones científicas y representa una de las nuevas fronteras de la medicina integrada (Furness y Stebbing, 2018; Gershon y Tack, 2007). El intestino, con su red neuronal autónoma y su papel inmunitario, responde directamente a los estados emocionales, lo que confirma la intuición de muchas tradiciones psicológicas: el cuerpo habla y a menudo lo hace antes que la mente (Rainville, 2009).

La psicoterapia, en particular la basada en la conciencia corporal, la atención plena, la EMDR o la ACT, ha demostrado ser eficaz para reducir los síntomas y aumentar la calidad de vida (Lee et al., 2014). La educación en la escucha emocional, la narración personal y un enfoque empático de la relación terapéutica también pueden, como apoyo psicológico, fomentar un cambio duradero. Así lo confirman también estudios clínicos que demuestran que la regulación emocional se asocia a una menor hipersensibilidad visceral (Barbara et al., 2011).

Al mismo tiempo, adoptar un estilo de vida saludable, acciones concretas que incluyan una dieta equilibrada, movimiento, higiene del sueño y momentos de descanso, es crucial para el bienestar intestinal y psicológico. Incluso incorporar pequeños cambios en nuestro día a día pueden tener un impacto significativo, por ejemplo:

  • reducir la multitarea,
  • practicar la respiración consciente,
  • darse espacio para descansar,
  • empezar por algo para nosotros mismos, por pequeño que sea.

Si te has sentido reconocido en alguna de estas líneas, tienes que saber que no estás solo. Los síntomas que experimentas son reales, válidos y dignos de atención. Cuidar tu intestino no es solo tratar un órgano, sino abrazar tu historia emocional y aprender a escucharte a ti mismo con más amabilidad y compasión.

Puedes empezar hoy mismo rellenando este cuestionario personalizado y dedicar tiempo a tu bienestar, explorando procesos terapéuticos que pongan tu experiencia en el centro. No esperes a que el malestar se convierta silenciosamente en parte de tu vida cotidiana. Tienes derecho a sentirte mejor, más ligero, más presente, más conectado. A veces, un solo paso es suficiente para emprender un nuevo camino.

Bibliografía
Este contenido es de tipo divulgativo y no puede reemplazar el diagnóstico de un profesional. Artículo revisado por nuestra redacción clínica

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